¡Hey, familia: ballroom dedicado a la memoria LGBT mexicana!

Por: Guido Astolfi

En el museo del Chopo se dan cita un conjunto variado de asistentes en una singular competencia de vogue en tres categorías principales: memoria mexicana, historia propia y el futuro del vogue, a propósito de la exposición “Elements of Vogue”. Los jueces, que también fungirán como narradores de la competencia, serán el promotor cultural Salvador Yris, las artistas Terri Holliday y Emmayessica Duvali y le artista del vogue, Furia 007.

El voguing es un popular y underground[1] baile afrolatino – queer que surgió en la tercera década 30 del siglo XX en el barrio de Harlem, Nueva York.  Desde hace algunos años, con la explosión del fenómeno cultural que resultó ser RuPaul Drag’s Race[2], ha cobrado fuerza renovadora. Nuevos bríos, nuevos territorios por conquistar y nuevo público por conquistar.

El objetivo de esta exposición no es la comparación con el ballroom neoyorkino. A través de la respectiva distancia, es que se rinde ante la memoria de lo que en la Ciudad de México, cuasi único epicentro de cualquier movimiento contracultural en un país de más de dos millones de kilómetros cuadrados, se gestó en torno a la danza.  El baile como motivo del encuentro y cohesión social: parte de la uniformidad humana que brinda la noche.

Primera categoría: Extravaganza histórica

El escenario, adornado con rosas diamantadas, se encuentra dispuesto para la danza. Se abre la primera categoría. Salvador Yris invita a entrar en la memoria del colectivo LGBT mexicano, quien baila para nosotros esta tarde. Yris abre su participación al micrófono: con exagerados ademanes se aparece frente al público, desfilando en grandes galas rococó, el espectro de Cotita de la Encarnación y sus hijas, primer memoria escrita de los homosexuales, encontradas culpables por una red de prostitución que llegó hasta los más recónditos niveles de poder de la Nueva España. Como remate final, estas novohispanas  posan como cuando fueron quemadas vivas en San Lázaro, acusadas del pecado nefando.

Se abre el paso, con una reverencia francesa, cada uno de los cuarenta y un asistentes al mítico baile de 1901 en la colonia Tabacalera. Tomados de las manos intentan cubrirse con finísimos guantes que demuestran su abolengo, pero no su rostro. Su pose de remate es de cuando fueron apresados por la razzia policial de aquella infame noche. Aunque sonríen por haber abierto la conversación de “aquello que no existía en México”. Sin embargo, es notable que no se encuentran felices por el aciago grabado que les dedicara José Guadalupe Posada. Su fiesta fue el inicio de todo, de la conversación, de la homosexualidad reconocida, pero también del castigo social que les condenó a limpiar su falta a la moral. Se lavó su pecado en los mares de Yucatán con trabajos forzados en favor del ejército. Con ello, pareció regresar al país a las buenas costumbres, aunque en realidad nadie sabe lo que son. Los 41 hacen lo propio dancísticamente, pero en silencio, como lo demanda la alta y refinada sociedad a fin de no dañar la moral.

Es el turno del visionario y legendario Salvador Novo, con peluca roja como le gustaba, según apunta el narrador. Novo, recargado en una de las paredes, observa el jolgorio, divertido. Se le ve alegre, muy ‘gay’. Seguro en su aguda mente va tres pasos más delante de lo que está ejecutando en la pasarela. Su pose final es el espolvoreado de un poco de maquillaje, su refinadísimo rostro para no dejar que la heteronorma sea costumbre en esta fiesta ni en ninguna otra donde la grandísima jotería mexicana esté. Voltea la cara con latigazos que le provocan tronido de cuello antes de encontrarse con Torres Adalid, miembro de los 41 y a quien en su “Estatua de sal” bautizara como “Toña, la Mamonera”. Se gana sendos aplausos del respetable. “Si Novo viviera, con nosotras vogueanda estuviera”, alguien dice. Seguro.

Un estruendo taladra el tímpano: “Un saludo- ludo-ludo-ludo a la única-ca-ca, la original, la terrible Meeeemaaa-Mema-Mema-Mema-Mema!”. Vogueando como si estuviera bailando salsa llega Gerardo Ortiz. La Mema comenzó sus andanzas y a convertirse en una destacable “vestida” (como él mismo se llamaba) al puro estilo de los años setenta; punto de intersección entre el movimiento sonidero, el estilo guapachoso – dicharachero de la cumbia tropical y el rock underground. Esta música, cuyo mayor representante es el grupo de Walter Torres llamado Acapulco Tropical, fincó un éxito que se enraizó en las márgenes de la Ciudad, en la línea de difuminación entre la gala –  nice y el bailongo populacho. En los dionisíacos encuentros del pueblo vales lo que portas: solo las jotas mejor vestidas, más arregladas y más femeninas son aquellas que conseguían el reconocimiento propio y ajeno en voz aguardientosa del sonidero, quien les bautizaba bajo un aproximativo o tergiversado nombre de mujer, seguido de vítores del barrio. Solo así habían conseguido lo que siempre se les negó: la aprobación de ser quienes eran.

Segunda categoría: Eleganza del recuerdo

El estridente retumbar de los sonidos es ahora silencio. Se iluminan una emplumada aureola en forma de penacho de santidad encima de las cabezas de quienes están a un costado de Salvador. La vistosidad de las plumas da a notar un espacio que Yris olvida, pero que para Emmayessica y Terri es el cenit de la vida nocturna mexicana: el vedetismo.

Con un gallardo caminar, la pose elegante y un movimiento de manos refinado Emma toma por asalto la pasarela para hacer evocación de lo que es su vida, los escenarios. De ella surge primero el dolor: se da cita al jolgorio ella misma, joven e inexperta, temerosa ante una familia que no sabe cómo guiarle en el proceso transicional a ser quien es, una mujer. Se recuerda entre viejos carros estacionados, en medio de miradas juzgantes de vecinos y ‘madrizas’ de los gañanes de la zona mientras se vestía a su gusto. Hombres que serían los primeros en ofrecerle la mano para sacarla a bailar en las fiestas del mercado de Jamaica, en donde su familia tenía negocios los cuales le permitían ir a la escuela hasta que el homófobo director de la secundaria truncara sus estudios. Hombres que le golpeaban hasta dejarla de rodillas, posición en la que descubriría que ‘se mama mucho mejor’.

Viene a la mente en esta peculiar farra, su detención. Ella, emperifolladísima y lista para ir a la Marcha de la Diversidad Sexual es sorprendida por policías en la esquina de su casa y remitida a los separos en Pino Suarez. Allí es golpeada y violada en repetidas ocasiones hasta que es rescatada por su familia, después de un mes de encierro. El rescate complementario, el de su trabajo, se daría siendo asistente de una vedette y descubriendo que esa sería su vocación, la del entretenimiento del público.

Dura sería la labor de llegar a ser destacada y destacable. Entre el rigor en los ensayos y férreo entrenamiento pronto le llegarían las primeras ofertas laborales, ser famosa por su desempeño en el escenario. Entonces sus atacantes estarían en primera fila del teatro en el que presentaba su show de burlesque, el cual incluía desnudos totales y provocación sensual – sexual al público. Allí, embelesados, le pedirían autógrafos y, por qué no, las nalgas. Curioso resultaría que un actor imagen del típico macho mexicano como David Reinoso, le daría su aval para que en la Asociación Nacional de Actores cotizara y se le reconociera como mujer.

La presentación de Terry Holliday en la pasarela de la memoria es más sencilla pero no menos emocional. Desde su infancia, se adivinaba como alguien valiente y con muchos sueños: el colocarse en la cabeza una toalla le hacía ya parte de miles de mundos de fantasía. Entonces llegan sus quince años y el descubrimiento de la Zona Rosa de la Ciudad de México y sus primeros shows en el ‘Mio Mondo’, uno de los primeros bares gay de la ciudad. Posteriormente, su incorporación a “Hair: el musical” como parte del elenco, interpretando papeles femeninos.

Con su crecimiento también vendría el transformismo. Este arte le ha permitido pasar por grandes e importantes espacios, desde antros y bares, hasta teatros, dentro y fuera de la Ciudad de México. Habrá entonces de sumarse su paso como actriz por el teatro de repertorio, por el cine, por la televisión, por las series de plataformas streaming e incluso un memorable documental dirigido por Arturo Ripstein: por donde quiera que se necesite su galante presencia y su incendio performativo, allí está.

Se complementa su presencia como figura indispensable de la diversión noctámbula en la Ciudad de México. Anfitriona de la noche, cuyo caminar y sonido de tacón es inconfundible, así como su belleza que destaca aún en la penumbra. Camaradería y acogimiento que te hace sentir y vivir en casa, aunque sea un lúgubre espacio reservado para el perreo, el contacto sudoroso y los besos de más de tres.

Terry es fuego que arrasa con la escena; llamas que le llevan a trabajar con grandes directores como Jodorowsky. Terry es agua, serenidad de mar demostrada al ser amiga personal de Francis “el show” quien fuese, en ojos de muchas personas e incluidos los de quien escribe, la mejor travesti de México. Terry es viento que cobija en las noches de alcohol, bohemia y desenfreno. Terry es tierra que regresa maternalmente a su sitio a quienes actúan frente al público nocturno en sitios de esparcimiento al convidarles de la necesidad de instruirse.

La preparación es la base de su trabajo y su magnífico desempeño en cualquiera de sus artes. Comenta “Siempre les digo, estudien, prepárense, porque no es de solo de querer hacerlo y ya. Hagan lo  que quieran hacer, pero estudien.” Su paso por los escenarios, es el recuerdo vivo que le brinda respeto y amor entre la comunidad voguera, le dota de un carácter maternal. Es la madre de varias drags y vogueras que, al igual que ella, viven en una constante lucha por que lo LGBTTTI+ no caiga en el ignominioso olvido.

Tercera categoría: Vogue del futuro

Furia desfila con ímpetu. Explica que el vogue es una forma de danza inspirada por las poses de las y los modelos que aparecen en la revistas de moda. Furia 007, pero su rostro es cálido y pacífico. Persona cuyos ojos están llenos de serenidad, misma con la que detalla como RuPaul abrió puertas y dio reconocimiento, pero que no lo es todo. Su propósito es refrendar que sí, el vogue llegó es para quedarse y que la estancia no es inamovible, sino tropicalizable. Furia guarda calma al reflexionar cómo el género, la raza, la clase social y la cultura que corre por sus venas le hizo voguer desde antes de proponérselo: en las tardeadas del Cabaretito ya imitaba las coreografías noventeras que después cobraron sentido al ser llevadas en cierto modo a la pasarela.

Así, el trabajo agobia, la vida agota; pero la fiesta nos renueva. Cuando el último de los sentidos se siente perdido, la panchanga nos hace volver a vivir, a sentirnos parte de algo, de alguien más grande, aunque sea solo por breves horas. Aunque evidentemente hay quien hace de esos efímeros momentos su vida, instalado en el perenne miedo a la apabullante realidad. En un cúmulo de historias pasadas, movimientos llenos de sensualidad, sueños frustrados, borrachera, insinuaciones sexuales, la vida nos sabe de todos sabores y colores. Se brinda por el recuerdo y se danza contra el olvido. La fiesta unifica.

En la juerga es donde las personas de la diversidad sexual encuentran un sitio seguro contra aquello que les segrega día tras día, contra la discriminación: espacio donde la disidencia se vuelve norma. En la fiesta la vida se tuerce tanto y de tantas maneras a lo establecido, que no hay distingo de ningún tipo para llamar “carnal” a quien nos destape una chela, hermanarse con quien nos regala un cigarro y hacerse primo de quien nos presenta a un ligue. En las veladas siempre hay algo más que decir.

Por favor, no olvide pasar a recoger sus abrigos a la paquetería al salir y que la propina no está incluida en la cuenta.


[1] Underground: Que se aparta de la tradición o de las corrientes contemporáneas habituales e ignora voluntariamente las estructuras establecidas, especialmente referido a las manifestaciones culturales:

[2] Programa de televisión – reality show en el cual personajes drags se enfrentan a diferentes retos en los cuales buscan demostrar que cuentan con el suficiente carisma, autenticidad, originalidad y talento para ganar el título la siguiente superestrella drag.

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