Procesión de la savia: la continuidad del ser a través del ritual de matrimonio

Por: Rosa Vázquez

Profundo, sensitivo, consciente, transparente, La Fiesta de la Chicharra, un discurso ceremonial para matrimonio, es un poemario en prosa que contiene las voces ancestrales de una cultura viva, misma que encarna Manuel Bolom Pale, poeta maya Tsotsil quien relata una práctica cotidiana de gran simbolismo y sentido para su comunidad.

Al formarse las culturas y las sociedades, la importancia del matrimonio comenzó a cobrar un sentido particular en la cosmovisión indígena, más allá de ser su fin último la continuación de la vida. Llegar a esta honda comprensión desde los pueblos originarios es un proceso que implica conexión espiritual, entrega, honor, lealtad en la palabra y un profundo respeto a la madre naturaleza y la sabiduría de las personas mayores.

Bolom Pale, originario de Jocosic en el municipio de Huixtán, Chiapas, al sur de México, presenta en la voz del hombre, al padre, que, en un primer momento de la procesión ceremonial, se encuentra con la deidad femenina divina, para hacer de su conocimiento que lo aprendido con y por ella toma continuidad a través del deseo de su hijo por crear un nuevo contexto de vida. Con el respeto que se merece la dadora de vida, se explican las razones implícitas entendidas, las implicaciones socio-simbólicas, donde incluso, se percibe la melódica reiteración de aquello que vio en sueños.

Hay un ritmo ancestral en la palabra del autor, que es notable desde el comienzo del poemario, “desde lo oscuro de mi corazón he venido a mirarte, a arrodillarme, he venido a hablarle, a que me untes de palabras sabias, a que el espumarajo de las hojas se pegue en mi garganta, a que se transforme en orquídea esta lengua, y la voz en canto de cenzontle”.

La Fiesta de la Chicharra, en su primera edición (2017) publicada por la Secretaría de Cultura, a través de la Dirección de Culturas Populares, Indígenas y Urbanas, es un poemario sumamente descriptivo; través de su narrativa lleva de la mano al lector a los puntos nodales del ritual de matrimonio. Centrándose en el diálogo, este intercambio de la palabra de las/os involucrados que se expresa en la oralidad, en su lengua, también se percibe en la expresión mística del ritual mencionado. El rito, como muchas expresiones de la cultura de un pueblo es creado por su población y es la propia comunidad quienes dotan le dotan de sentido, le nombran y le dan continuidad a su origen a través del mismo, ya sea de manera individual o colectiva.

Por su parte, la naturaleza funge un papel importante que el autor presenta a través de un vasto bagaje, destacando espacios y especies endémicas de su tierra natal que transforma en elementos imprescindibles y personajes que se expresan más allá de su silencio. El Jaguar, el cenzontle, la serpiente nauyaca, así como las orquídeas, la serranía, el colibrí, la tierra, lugares sagrados como la cueva, el viento, los grillos, el cielo, la lluvia, las frutas, la montaña, las mariposas y las hormigas, todas estas expresiones del medio natural son también, elementos que culturas de pueblos originarios, tales como la comunidad maya Tsotsil han tomado para representar a distintas deidades, guerreros y personajes de su cultura. Castellanos, menciona que “los ritos se han conservado porque las culturas que los han creado no han alterado sus estructuras religiosas del todo”, y estas últimas rigen gran parte del mismo. En un rito el ser humano expresa su espiritualidad a tal potencia de conectarse con el mundo sagrado, es decir lo sobrenatural, donde se reconoce el valor de los dioses y se expresa la necesidad de conocer las intenciones de estos entes sobre el mundo.

Continuando el trayecto literario, se percibe el permiso implícito a la divinidad femenina, dadora de vida, como guía del próximo sendero a continuar, “despierta las palabras, solo así podré empezar la nueva siembra, sólo así podré imitar la voz de los pájaros junto a mis manos, así como la tierra, así como ellos juntaron sus cantos y que nazca la voz de lo profundo de mi ombligo el consejo profundo que se junta, el consejo profundo que se impregna en las paredes de mi memoria, todo el dolor, todo el seco llanto, todas las señales de mi estirpe, de mi linaje, mi raíz en este barro hundido que soy”.

Vocablos transparentes y de una inocencia particular se hacen presentes en otro momento del poemario, cuando una segunda voz masculina expresa como parte del ceremonial su ferviente deseo por contraer matrimonio con su amada. Dicha confesión, es por demás decirlo de corte intimista, “padre, ya no puedo vivir por la joven, ya no aguanto más, les ruego que me pidan a mi futura compañera porque su cuerpo es de tierra y mi cuerpo es de tierra, de qué sirve la tierra sin su cuerpo, de qué sirve la tierra sin mi cuerpo, de qué sirve mi cuerpo sin su cuerpo, y de mi cuerpo y su cuerpo de qué sirven, si su cuerpo y mi cuerpo son de tierra, tierra más tierra nuestros hijos, tierra con espiral la tierra, y todo lo que existe sobre la tierra, tierra, tierra, tierra, tierra”.

Es notable que la propuesta poética de Manuel Bolom es de profundo arraigo a la tierra, con pies y corazón en ella; de una consciencia enclavada en lo real y el sueño como ejes transversales de su andar en el mundo. Para la cultura maya Tsotsil el sueño es vital, vehículo que transmite la verdad de una realidad inconsciente que entrelaza el sentir, “se presentó la señal, se presentó la visión, en los sueños, en los descansos, con la esposa, con los hijos, con el linaje. La milpa ha hablado, el monte ha dicho, la familia ha caminado con un machete en la mano trabajando, con un hacha en la mano golpeando la memoria como la chicharra, y viajar desde dentro acompañado con el frágil rumor de una flauta que hila el luminoso centro de mi tarareo, es la floración efímera de este día”.

Es canto melódico, de suspiro leído a pasos cálidos, siempre cálidos. La Fiesta de la Chicharra, un discurso ceremonial para matrimonio, toma del corazón al lector y le lleva a recorrer súbitamente momentos clave -poco dichos de esta forma- en el ritual de casamiento para la comunidad maya Tsotsil, que dejan abierta una profunda reflexión acerca del sentido de la vida y la prolongación de la misma, Ah, si uno viviera los siglos de los siglos, se repite la voz primera. Si esto ocurriera la Chicharra no tendría cabida como esa voz alegre y jubilosa que canta, ríe, baila en la continuidad de la vida y hace de ella, una verbena entre cenzontles y maderas.

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