
Por: Itai Fuentes
En la situación actual que se vive en medio de la pandemia que se ha establecido desde marzo de 2020, nos encontramos en un contexto cambiante para todas las personas, sin importar su edad. Muchos se encuentran enfrentando procesos de pérdida de seres queridos, etapas que llegan en cualquier momento de la vida, pero que de manera particular, hemos enfrentado
La gama de actividades que nos han permitido mitigar los estragos de la pandemia, se ha adaptado estrictamente a las que pueden ser realizadas de acuerdo al confinamiento, otorgando un poco de paz o distracción de nuestra mente ante las noticias del momento que estamos viviendo. Sea por motivo de conservar la tranquilidad o evadir de alguna manera las pérdidas; la lectura ha sido una de las actividades mayormente recurridas.
De esta manera, en una de las lecturas realizadas en este lapso de tiempo, me he vuelto a encontrar con la novela “Donde habitan los ángeles” de la autora Claudia Celis, autora mexicana. Hace varios años conocí esta novela, me pareció divertida y emotiva, y ahora en medio de la pandemia ha sido una experiencia totalmente distinta.

Dentro de la narración de esta novela, se relata: la vida de un niño llamado Panchito, su crecimiento, aventuras con sus primos y familia, momentos de abandono, enamoramientos, problemas familiares, la toma de decisiones que guiarán su destino hacia su profesión. Su narración nos lleva a través de divertidas anécdotas como las que recuerda cualquier familia en la sobremesa, y que no se cansa de repetir para seguir riendo juntos, o recordar las lecciones aprendidas. Creo que por eso me parecía divertida, por recordarme a mi familia.
El recorrido por la vida de Panchito, es como la de cualquier ser humano, nacer, crecer, aprender, de la misma manera que nos ha tocado ser niños, adolescentes, jóvenes, adultos y vivir diferentes experiencias. En nuestra vida, las experiencias nos llevan a conocer más, a nuevas amistades, experimentar desde las más grandes felicidades hasta profundas penas. Es en este punto de la novela, donde la narración de los sentimientos del protagonista, me lleva a pensar en las pérdidas que experimentamos en cualquier momento de nuestra vida. Algunas se presienten al haber enfermedad, otras son súbitas, ya sea de una o de otra manera hacen temblar nuestra realidad, nuestro mundo.
El final de esta obra no es un “y vivieron felices para siempre”, termina con la pérdida de seres queridos por Panchito y con la pregunta “¿Por qué todos aquellos que amamos en la vida tienen que desaparecer?”. Muchos hasta este momento nos encontramos en una situación similar. Es lamentable que a causa del virus muchas personas que amamos, no estarán en ese momento en que sea posible reunirnos, veremos sillas vacías, cocinas sin sus cocineras, tíos que ya no vendrán de visita en vacaciones, padres sin hijos e hijos sin padres y, tratamos de acompañar a la distancia a amigos y familiares que sufren las pérdidas de cerca, creo que no es suficiente pero en la situación actual es lo que está en nuestras posibilidades.
Cada situación es diferente, considero que lo que está en nuestras manos en común, es abrazar los recuerdos con cariño, no dejar solos a quienes sabemos que lo necesitan emocional o materialmente, cuidarnos los unos a los otros. En palabras del Tío Tacho: “Usted necesita, a cómo dé lugar, salir del abismo en el que ha caído. Sé que no va a ser nada fácil, que le llevará bastante tiempo ponerse en forma y aprender a escalar la empinada montaña de la tristeza, pero, por lo menos, ya tiene su equipo; todo está en que se decida y comience a practicar”.
Lo que podamos opinar, recomendar o decir, es insuficiente ante las pérdidas, de la manera en que nos haya tocado vivirlas, personalmente nos corresponde aferrarnos a la esperanza que nos permita continuar a pesar de las adversidades. Les invito a meditar esta obra, reconociéndonos en Panchito, sabiendo que nunca estaremos preparados para afrontar una pérdida, pero si consientes de la fragilidad de vida; por lo que hemos de aprender a valorar los pequeños momentos, las oportunidades de expresar nuestro cariño a quienes amamos, aquellas personas que son nuestros ángeles, porque ellos habitan junto a nosotros, en nuestro hogar, en nuestros pensamientos.

