
Por: Alejandro García
Después de cerrar sus puertas tras la pandemia por COVID-19 y coincidiendo con el 20 aniversario de la institución, Laboratorio Arte Alameda (LAA), ubicado en Dr. Mora 7, en el Centro Histórico de la Ciudad de México, abre de nueva cuenta sus puertas al público con la exposición “Re-habitar el LAA”, una exhibición que plantea una reflexión sobre el concepto re-habitar: como un indicio de la historia del propio museo, un indicio de la historia colonial de nuestro territorio, de nuestro paso como especie por la tierra y un indicio sobre el regreso a aquellos espacios que nos vimos obligados a abandonar tras la contingencia sanitaria, pero a los que ahora volvemos paulatinamente tras la aparente remisión de la pandemia en nuestro país.
La exhibición, bajo la curaduría de Lucía Sanromán, está conformada por cuatro óleos de los siglos XVI y XVIII pertenecientes a Baltasar de Echave Ibía y Juan Patricio Morlete Ruiz que dialogan con cuatro obras de arte contemporáneo de los artistas Tania Candiani, Edgardo Aragón y Antonio Vega Macotela.[1]
El inmueble que antiguamente fue el convento de San Diego, fungió como Pinacoteca Virreinal de 1964 a 1999 y en el año 2000, ante la iniciativa de Rafael Tovar y Paloma Porraz —así como un extenso interés de la comunidad artística de la capital por los nuevos medios— se convirtió en el Laboratorio Arte Alameda; un espacio para la exhibición, creación, investigación y producción de obras de arte contemporáneo, específicamente aquellas ligadas a las incipientes tecnologías digitales y electrónicas de los siglos XX y XXI. En ese momento la colección pictórica de la pinacoteca pasó a manos del Museo Nacional de Arte (MUNAL) donde contaría con mejores condiciones de preservación.
De esta manera el museo que durante 20 años ha sido dedicado a la presentación de proyectos transdisciplinares entre arte, ciencia y tecnología, realiza un gesto nostálgico en el que las obras pictóricas que solían estar bajo su resguardo re-habitan el espacio museístico y, además, construyen un discurso de manera conjunta con manifestaciones artísticas contemporáneas.
Iniciamos el recorrido de la exposición en el espacio de la nave central del recinto donde nos encontramos con las pinturas al óleo de Baltasar de Echave Ibía: San Pablo y San Antonio ermitaños; San Juan Evangelista; y San Lucas. La particularidad de estas piezas es que en todas existen representaciones de animales, las cuales resultan simbólicas en alusión a las virtudes o defectos de los personajes retratados.
Al fondo de la misma sala nos encontramos con la vídeo-instalación de la artista Tania Candiani titulada Para los animales, una obra en la que la artista genera un paisaje sonoro y visual a partir de los sonidos procedentes de animales, fenómenos meteorológicos, elementos naturales y de sonidos producidos por el habitar del ser humano, una especie de ecología acústica como indica la ficha técnica de la pieza.

Esta sala plantea el primer diálogo entre las obras de Baltasar de Echave Ibía y Tania Candiani donde se establece una reflexión sobre el cohabitar de las diversas especies del planeta tierra y sus intrincadas relaciones en lo natural, lo cultural e inclusive lo perceptual.
En la siguiente estancia, la antigua capilla del convento, nos encontramos con Incendio VI donde el artista Antonio Vega Macotela analiza la evolución del valor monetario y cómo este ha tenido repercusiones directas sobre el territorio que se habita, ejemplo de ello: la explotación de los recursos naturales. Se trata de un tapiz monumental constituido por diversas imágenes pixeladas de incendios forestales obtenidas de internet. Los bagajes entre la alusión extractivista de la economía y la transición hacia una economía desmaterializada señalan directamente el descuido y la explotación del medio natural como una forma de habitar que transforma constante y radicalmente el paisaje.
Resulta bastante sugerente que, en una exposición que aborda el tema del colonialismo, dicho tapiz se encuentre cubriendo el mural Los informantes de Sahagún realizado en 1959 por Federico Cantú.
Por último, nos encontramos con una sala donde convergen las piezas El paso, hombre invisible y Adictos del artista Edgardo Aragón con la pintura Alegoría de la Purísima Concepción como protectora de la fe de Juan Patricio Morlete Ruiz. Esta última es una representación del capítulo 12 sobre el apocalipsis narrado por San Juan, donde una mujer con una careta que alude a la Corona española combate una bestia demoníaca. Como la ficha técnica de la pintura indica, es relevante señalar que durante la época de la Nueva España la veneración a la Inmaculada y la Purísima Concepción se expresaba mediante la desaparición sistemática de cultos y rituales indígenas.

En el contexto de dicha exposición, la pieza alude a la significación del hecho de re-habitar el territorio americano por parte de los europeos durante la colonia española y las consecuencias lúgubres que esto tuvo para los habitantes nativos de la región.
Por su parte Adictos es una obra en la que el artista construye una serie de mapas sobre los hábitos de consumo de la población de distintos países pero que, al mismo tiempo, refiere a la cartografía como una práctica políticamente arbitraria de la demarcación de un territorio, en un claro paralelismo con la idea de la modificación e intervención opresora consecuente a la colonia española. En el centro de la obra se dibuja la forma de una bestia con varias cabezas de serpiente en alusión a un mito bíblico donde una criatura demoníaca que sale del océano obtiene la autoridad para ejercer poder tiránico sobre la humanidad.
El paso, hombre invisible se trata de un vídeo de corte documental donde el artista se enfrasca en un viaje en busca del territorio que alguna vez fue habitado por los bisontes de las llanuras (desde el norte de México hasta Canadá). De nueva cuenta, una obra que trata el tema de las repercusiones del colonialismo, la invasión y el saqueo en América, pero esta vez centrado en territorio estadounidense. La casi desaparición del bisonte funge aquí como síntoma directo de las invasiones de los pueblos europeos sobre Indios de las Llanuras; los indios tenían una relación simbólica de respeto y armonía casi mística con estas criaturas, sin embargo, tras la llegada de los primeros europeos, la presencia del bisonte disminuyó radicalmente por la caza indiscriminada que estos ejercían. De la misma forma que el bisonte, los habitantes nativos fueron desplazados y casi desaparecidos en un despojo que fungió como política de los colonos.

Re-habitar el LAA es una exposición que funciona principalmente en dos niveles: uno como evocación del trayecto y la historia del museo al pasar de ser un aposento del arte colonial producido en el territorio de la entonces Nueva España a ser el primer museo en México enteramente dedicado a la exposición de la transversalización del arte y la tecnociencia. Más aún, esta línea puede llegar a plantearnos cuestiones sobre la lógica de la producción artística bajo distintos regímenes en nuestro país, cuáles son sus diferencias, pero también, y quizá más apremiantemente, cuáles sus similitudes.
Por otra parte, re-habitar como un concepto que exhibe a manera de lección lastimosa una visión sobre la historia de la inserción humana en el medio natural y frente a sus conflictos culturales pero ante la cual podemos plantear alternativas y respuestas en el presente.
La exposición permanecerá en el recinto hasta el 27 de junio del 2021.
[1] Tania Candiani es una artista nacida en la Ciudad de México, su obra de carácter interdisciplinario frecuentemente está ligada a la organización y reorganización como método de construcción del discurso. Su trabajo integra diversos medios como el sonido, la literatura, la arquitectura y la tecnología donde la investigación empírica y la traducción entre sistemas juegan un papel fundamental. Pertenece al Sistema Nacional de Creadores de Arte de México, representó a México en la 56 Bienal de Venecia y su trabajo ha sido exhibido en galerías y museos de diversas partes del mundo.
Edgardo Aragón, originario de Oaxaca, centra su trabajo en las estructuras de poder y la injusticia social. Uno de sus medios de trabajo predilectos es el vídeo, donde concurren eventos históricos, cotidianos y la realidad social contemporánea. Ha expuesto en museos como el MoMA P.S. 1, Nueva York; el CAPC Musée d’art contemperainde, Francia; el Museo Universitario de Arte Contemporáneo, CDMX, entre muchos otros. De igual manera, sus películas han sido presentadas en importantes festivales de Alemania, Francia y la Ciudad de México.
Antonio Vega Macotela, nacido en la Ciudad de México, crea obras de carácter multidisciplinario y proyectos de sitios donde explora conceptos como la colectividad, el intercambio y la economía. Su trabajo ha sido exhibido en la 29 bienal de Sao Paulo, Brasil; la segunda trienal del New Museum, Nueva York; Manifiesta 9, en Bélgica; Documenta 14, así como la Sala de Arte Público Siqueiros, Museo Carrillo Gil, Museo de Arte Moderno de la Ciudad de México entre muchos otros.

