
Por: Carlos Palomares
Introducción
Desde hace algún tiempo tengo el gusto de reunirme con diversos grupos de amistades en múltiples ambientes y contextos. A pesar de que cada vínculo se formó en una etapa diferente de mi vida, desde la secundaria hasta la universidad, la constante es que, cada que nos juntamos y conversamos, de manera inevitable en algún punto de la plática, el tema que toma un buen tiempo de nuestra reunión es la complejidad de los tiempos actuales para desarrollarnos como individuos.
Sentimientos sobre la inestabilidad laboral, los bajos salarios, los altos precios de suministros como alimentos, vivienda, gasolina o servicios básicos y, por supuesto, la presión sobre las expectativas que nos ha dejado la generación que antecede; hacen que lo que eran risas y buenos recuerdos sobre aquellos tiempos donde la vida parecía un poco más simple o de cuando, por lo menos, había menos responsabilidades y presiones, se tornen en caras largas, suspiros y preocupación.

Un panorama poco alentador
Antes de la emergencia sanitaria el contexto laboral en nuestro país ya era adverso. Durante el primer trimestre del año 2018 el total de personas con intención de trabajar pero que, no encontraba las oportunidades para hacerlo, era de 1,713,857; durante 2019 la cifra aumentó a 1,886,205 y en 2020, justo antes del inicio de la pandemia, la cifra ascendía a 1,976,060[1]. Sobre el caso particular de 2020, la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo Nueva Edición refleja que al final de este año, en la Ciudad de México, la tasa de desempleo fue de 7.5%[2]. Esto quiere decir que por cada cien mil habitantes, 7,500 se encontraban desempleados, a pesar de tener las intenciones de realizar una actividad que les remunere económicamente.
Las cifras anteriores reflejan un panorama complejo, que afecta directamente a la población económicamente activa, es decir, a las y los jóvenes de México. En estos tiempos, nos enfrentamos a bajísimos salarios, excesivas jornadas laborales, un injusto esquema de prestaciones “de ley” y mínima seguridad social. Se suma a lo anterior, la presión social sobre adquirir un bien raíz, un automóvil o tener una cuenta bancaria con ahorros para emergencias. Aspectos que resultaban más viables en generaciones anteriores, donde estudiar una licenciatura garantizaba un futuro, por lo menos, económicamente estable; esquema que se pretende replicar en las nuevas generaciones, pero con un contexto más adverso, lo que crea sentimientos de frustración por no lograr la definición de éxito que se fijó años atrás.

Crisis y emergencia, dos palabras que han marcado a una generación
Desde que cursamos el bachillerato muchos profesores nos advertían sobre lo complejo y complicado que es “el mundo de allá afuera” refiriéndose al competitivo mercado laboral. Se nos prevenía sobre el competir por un lugar en empresas o entidades gubernamentales; que debíamos elegir una licenciatura que tuviera una oferta laboral amplia o incluso, hubo docentes que nos recomendaron iniciar un negocio.
La promesa de prepararse o elegir una licenciatura adecuadamente era para tener un trabajo que permitiera acceder a un gran salario y generosas prestaciones. Al ingresar a los estudios superiores la apuesta era la misma: la constante actualización en temas disciplinarios, la búsqueda de adquirir los mejores conocimientos profesionales e inclusive la presión de iniciar la vida laboral en los primeros semestres. La idea central era, y quizá siga siendo, la de acceder a grandes cantidades de dinero.
La realidad es que, en estos tiempos, cuando se termina la licenciatura y se busca insertarse en el mercado laboral, la decepción es casi inmediata al descubrir que los grandes salarios y generosas prestaciones que se nos habían proyectado, simplemente se desvanecen en sueldos irrisorios, injustas jornadas laborales y nula seguridad social. Pensar en una jubilación como la que algunas de nuestras madres y padres han tenido, resulta una realidad prácticamente imposible.
Como si el desolador panorama no fuese suficiente, la crisis sanitaria por la que atraviesa la humanidad ha endurecido la adversa situación. Actualmente el desempleo está a la orden del día, más que en otros tiempos. Esta situación genera que las oportunidades se limiten aún más, que haya más personas que buscan trabajo, en comparación a las vacantes disponibles. Que los sectores público y privado tengan que reducir sus gastos en nómina, lo que genera que las personas afortunadas en tener un empleo se enfrenten a una explotación laboral aún mayor, con la amenaza de perder el empleo en este contexto tan desfavorable.

Para seguir reflexionando
Somos una generación que enfrenta una dura crisis económica, falta de oportunidades laborales y una pandemia que ha endurecido la ya difícil situación. Se suma a lo anterior que, debemos cargar con las expectativas puestas sobre nosotros por parte de las anteriores generaciones quienes piensan que “no le echamos las ganas sufrientes” o que somos una “generación consentida que no quiere esforzarse”.
Considero que no existe una fórmula mágica que resuelva todas las problemáticas que enfrentamos, sin embargo, creo firmemente que somos una generación fuerte, que ha dejado muestra de solidaridad y empatía ante la adversidad. Lejos de sentarnos y lamentarnos por la situación tan adversa, es momento de unirnos y trabajar juntos para levantar a nuestro país.
Un camino para lograrlo puede ser compartir ofertas laborales, buscar la eliminación del nepotismo, pugnar por el servicio profesional de carrera y vigilar que quienes ocupen un cargo público, efectivamente estén capacitados para ejercerlo. También podemos compartir nuestros conocimientos a través de las diferentes plataformas que existen, que la especialización del conocimiento no sea una realidad remota y limitada.
[1] Instituto Nacional de Estadística y Geografía, Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo [en línea].
[2] Instituto Nacional de Estadística y Geografía, Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo Nueva Edición [en línea].
Lista final de referencias
Instituto Nacional de Estadística y Geografía, Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo, consultado en: https://www.inegi.org.mx/sistemas/olap/consulta/general_ver4/MDXQueryDatos_Colores.asp?proy=enoe_pe_pda, 21 de junio de 2020.
Instituto Nacional de Estadística y Geografía, Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo Nueva Edición, consultado en: https://www.inegi.org.mx/contenidos/programas/enoe/15ymas/doc/resultados_ciudades_enoe_2020_trim3.pdf, 02 de mayo de 2021.

