Rafael Lozano-Hemmer: La arena fuera del reloj. Memorial a las víctimas de COVID-19

Por: Alejandro García

Como un profundo acontecimiento histórico, la pandemia mundial provocada por el coronavirus SARS-CoV-2 ha tocado todas las hebras del acontecer social; en el nicho artístico se han desarrollado diversas propuestas que ponen de manifiesto la transformación radical de nuestras dinámicas económicas, laborales, lúdicas, políticas, simbólicas, culturales etc. Tal es el caso de la obra La arena fuera del reloj del artista mexicano-canadiense Rafael Lozano-Hemmer[1] la cual ofrece una alternativa poética al proceso de luto por el fallecimiento de un familiar, amigo, colega o allegado a causa de la COVID-19.

Los rituales y las exequias del duelo ante la muerte tienen un papel muy importante en la sanación individual y colectiva, pero, ¿a qué consecuencias nos enfrentamos cuando estamos imposibilitados en su realización ante la cuarentena y el distanciamiento social? Sobre todo, ante un panorama mundial donde se estima que, a la fecha, las defunciones ocasionadas por la enfermedad COVID-19 se encuentran entre los 6.8 y 10 millones —según datos de la Organización de las Naciones Unidas[2]— y de las cuales, alrededor de 241,000 corresponden a México.

En este contexto, Lozano-Hemmer en colaboración con El Aleph, Festival de Arte y Ciencia y bajo encargo del curador Cuauhtémoc Medina[3], realizó una pieza artística ceremonial adaptada a las condiciones y tecnologías de la actualidad. Consiste en un dispositivo robótico que lleva consigo un reloj de arena, el robot se desplaza de manera precisa sobre una superficie oscura de papel estraza y deposita meticulosamente los cristales de arena hasta conformar la imagen de un rostro. Las personas retratadas en este proceso son víctimas de la COVID-19 cuyas fotografías han sido compartidas por familiares o personas cercanas al difunto o difunta a manera de homenaje.

Fuente: Museo Universitario de Arte Contemporáneo, UNAM

Cada uno de estos dibujos tarda alrededor de 30 minutos en ser realizado por el robot, al concluir, se realiza una toma fotográfica del retrato de manera automática y, en uno de los gestos más líricos y emotivos realizados por la máquina, la superficie sobre la que ha sido depositada la arena se levanta para dejar desvanecer la imagen de la persona. La arena se recoge y es reutilizada por el dispositivo para la realización de un nuevo retrato.

La fotografía del familiar, amigo o allegado es compartida vía correo electrónico con quien la envió y, al mismo tiempo, todo el proceso del dibujo realizado por el robot es transmitido en vivo a través de internet en la página https://memorialcovid-lozano-hemmer.web.app La pieza ha estado funcionando desde el 7 de noviembre del 2020 hasta la fecha.

Fuente: Artnet News

Cuauhtémoc Medina piensa esta pieza como una obra pública de duelo ante el impedimento de la realización de las tradiciones colectivas tras la muerte de un allegado, es un memorial remoto y participativo para las víctimas en el cual la tecnología tiene un papel preponderante —como en la mayoría de las actividades sociales en la actualidad—. Lozano-Hemmer nos invita a pensar el dispositivo tecnológico como un aparato humanizado que, lejos de sostener una relación fría y distante, establece una conexión entre nosotros que atraviesa nuestras mentes y nuestros cuerpos.[4]

La arena del reloj es un símbolo del tiempo y de la materialidad humana, a lo largo del proceso de creación de los retratos la arena en el dispositivo no cambia, se reutiliza cíclicamente para dar cuenta de un mismo cuerpo o materia que forma un número ilimitado de reflejos.

Al mismo tiempo, el artista reflexiona sobre los orígenes y fundamentos del arte a través de su obra “retener la imagen de quienes han partido, ha sido una tarea fundadora del arte”[5], en una probable referencia al mito corintio publicado por el escritor romano Plinio el Viejo. En dicha publicación se narra el origen mitológico de la pintura y la escultura alrededor del siglo VII a.C. donde Kora, hija de Butades de Sición (artista legendario de la antigua Grecia), se enamora de un joven que marchará prontamente a la guerra y, la noche anterior a su despedida, marca con un carboncillo la silueta de la sombra de su amado proyectada sobre una pared para no olvidar su imagen.

El retrato y la imagen artística están así enmarcadas en una tradición de la memoria, la alegoría, el indicio y el gesto de la perduración impulsada por la pasión y el apego.

Fuente: Museo Universitario de Arte Contemporáneo, UNAM

Fiel a la línea creativa del artista mexicano, La arena fuera del reloj establece una conexión eficaz entre las tecnologías contemporáneas, la participación o involucramiento del espectador, el desenvolvimiento performático de la pieza y su relación con el contexto socio-cultural en que está inscrita. Muy distantes ya de aquella noción impasible del desarrollo tecnocientífico de los siglos XX y XXI, Lozano-Hemmer sabe brindar un estatuto anímico a la tecnología digital, electrónica y robótica a través de su trabajo, atrayéndolo siempre hacia una reflexión crítica y colectiva y, más aún, hacia su sentido humano.

El artista brinda, a través de este trabajo, una salida alternativa ante uno de los muchos problemas que ha traído la cuarentena y la pandemia mundial; el confinamiento de los individuos pero también de nuestra naturaleza comunitaria y la necesidad del contacto físico, la presencia y la cercanía. Con La arena fuera del reloj Lozano-Hemmer es parte de un esfuerzo reiterado de contigüidad que se ha gestado en todo el mundo sirviendonos de la tecnología actual y demostrando que los fines de nuestro desarrollo técnico no son meramente utilitarios bajo la lógica económica predominante sino que forman parte de un entramado social complejo y que es parte del núcleo de la condición humana contemporánea con sus implicaciones espirituales y simbólicas. Se trata de una obra que asiste el proceso de interiorización y exteriorización de la pérdida; una obra que expone un trauma colectivo y propone un mecanismo de resiliencia.


[1] Rafael Lozano-Hemmer es un artista electrónico nacido en la ciudad de México en 1967, actualmente vive y trabaja en Montreal, Canadá. Sus obras se caracterizan por un trabajo interdisciplinar donde se cruzan la tecnología digital, electrónica y robótica; la arquitectura, el performance y la interactividad. Fue el primer artista en representar oficialmente a México en la Bienal de Venecia en el año 2007, ha realizado exposiciones alrededor de todo el mundo en lugares como el Hirshhorn Museum, el Museo de Arte Moderno de San Francisco, la Fundación Telefónica de Madrid, el Museo de Arte Contemporáneo de Sídney, entre muchos otros. Ha ganado diversas distinciones como dos BAFTAs de la Academia Británica, un Governor General Award en Canadá, un premio Golden Nica en Austria, un premio Bauhaus en Alemania, un Tropheé des Lumières en Francia, entre otros.

[2] ONU, “Las muertes por COVID-19 en todo el mundo serían entre 6,8 y 10 millones, dos o tres veces superiores a las reportadas” [en línea].

[3] Curador en jefe del Museo Universitario de Arte Contemporáneo de la UNAM en la Ciudad de México.

[4] Medina, Cuauhtémoc, “Rafael Lozano-Hemmer. Exposición virtual [en línea].

[5] Idem.


Lista de referencias

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