
Por: Carlos Palomares
Todes tenemos metas que hemos fijado, algunas inclusive desde muy temprana edad, una de las mías fue estudiar una licenciatura. Recuerdo que el primer examen profesional al que fui lo sustentó una prima que estudió Derecho. La emoción de estar en la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y verla desarrollar su tema, fue revelador para mí. En ese momento decidí que yo quería hacer examen profesional.
La idea que se había guardado en mi mente desde que era niño, siguió a lo largo del tiempo. Ingresé al bachillerato de la UNAM y posteriormente a la licenciatura en Derecho. La vida universitaria fue una experiencia sumamente bella, me permitió conocer personas maravillosas, nuestros caminos se acompañaron durante los años de estudiantes, algunas amistades aún se conservan y los vínculos que hemos generado se han fortalecido.

Obstáculos y toma de decisiones
Durante el transcurso de la licenciatura cometí algunos errores, por ejemplo, postergué los cursos de inglés hasta el punto en que había concluido los créditos propios de las materias inherentes a la licenciatura y aún debía acreditar algunos cursos de está asignatura.
Otra mala decisión fue confiar este proyecto a una guía con falta de experiencia, responsabilidad e incluso, una carente ética profesional. Esta situación alargó el proceso, porque un proyecto que iniciaba sus primeros trazos, se vio mal orientado, llegando al punto donde era imposible continuar; la inexperiencia académica de la guía causó estragos tan grandes que resultaron en una modificación total del proyecto original.
Moldear una idea
Después de los diversos obstáculos y dificultades presentadas, decidí buscar una nueva asesoría, que me permitiera tener la confianza en el desarrollo académico de este trabajo. Fue así que me acerqué a una profesora del Seminario de Sociología y Jurídica, quien cuenta con una amplia experiencia y conocimiento del campo en el que se desarrollaba mi interés en la investigación. Con ella pude estructurar un nuevo protocolo; consistente, con objetivos más claros y reales, lo que me permitió iniciar con el proceso de escritura con mayor claridad.
Considero que un buen primer consejo para quienes buscan escribir una tesis, es la búsqueda de una persona asesora que ame la academia, que tenga ánimos y deseos genuinos de ayudarte a crecer, que sea empática y solidaria, que al saber de tu tema le guste y se apasione tanto como tú. Yo tuve la fortuna de contar con la mejor asesora que pude elegir, ella fue eso y mucho más.
El proceso fue un constante aprendizaje, algunas veces frustrante porque de pronto es fácil perderse en el amplio mundo del conocimiento y de los datos duros, pero gracias a mi asesora siempre encontraba nuevamente el camino. Es necesario disfrutar del proceso, de lo contrario, escribir una tesis se puede volver tortuoso.
La pandemia fue un elemento presente en el desarrollo de mi escritura. Debido al confinamiento, las bibliotecas y centros de estudio cerraron. Al principio y con toda la confusión y caos que se había generado, fue difícil acercarse a fuentes confiables de información. La recolección de datos duros, requeridos para dar seriedad al trabajo, también se dificultó por la reclusión necesaria. Aunque vale decir que el tiempo en casa también me permitió avanzar.
Con el paso del tiempo, tratando de adaptarnos a la nueva normalidad, las reuniones presenciales con mi asesora se mudaron a la vía remota, los acervos de diversos centros aperturaron la digitalización y se facilitó el acceso a la información. Todas esas herramientas me permitieron continuar con el trabajo de investigación.
También tuve el acompañamiento de una persona muy especial en mi vida, mi pareja, quien siempre estuvo pendiente de mi proyecto; se interesaba en mis avances, me motivaba a seguir, me invitaba a tomar café cuando todo era confuso y me escuchaba con mucha atención, e incluso, le dio una revisión de estilo y ortografía al trabajo casi final. Su apoyo constante evitó que en una ocasión casi desertara de mi proyecto. Siempre confió en que lo lograría, aún cuando hasta yo mismo dudaba de mí.

La consolidación de un proyecto
Después de todo el proceso, tuve una reunión final con mi asesora en la que me dijo que el proyecto estaba listo para presentarlo ante la directora del seminario. Con mucha emoción y nervios hice lo conducente y, al poco tiempo, recibimos la buena noticia que la tesis estaba aprobada para imprimirse y presentarse al sínodo que tendría a bien calificar nuestro trabajo.
Inicié con los trámites burocrático-administrativos, que si bien es cierto son largos, también lo es que, en mi experiencia, la atención brindada por la oficina de exámenes profesionales y demás instancias que intervienen fue muy empática, solidaria y eficiente.
Se me asignó un sínodo, que por el contexto pandémico, tuve que contactar en diversos puntos de la Ciudad de México, todas y todos los profesores asignados se mostraron amables, felices, participativos y dispuestos. Originalmente el examen estaba programado para celebrarse vía remota, sin embargo y podría decirse que de forma milagrosa, dos días antes del examen recibí la maravillosa noticia que se celebraría de forma presencial en la Facultad.
Un día esperado toda la vida
El 29 de septiembre de 2021 es una fecha que nunca olvidaré, ese día por fin vería materializado todo el esfuerzo y dedicación, no sólo míos, también el de mi madre y padre, mi asesora y mi pareja. Personas que tuvieron un papel muy importante en el desarrollo de este trabajo. Por supuesto que los nervios y la emoción estaban al máximo, una noche antes del examen preparé mi ropa, como distintivos utilicé una corbata que me fue heredada por un ex rector de la UNAM y un reloj heredado por mi abuelo. Intenté no estar nervioso y dormir bien la noche previa, pero no pude; conciliar el sueño me resultó tan imposible que mi alarma sonó y yo no había dormido ni un minuto, sin embargo, mi alegría era tal que no tenía sueño ni cansancio.
Muy emocionado inicie el día tomando una ducha, después desayuné ligero y me vestí. Llegué a la Facultad y entre las cosas que debía hacer previo al examen, gestionar la apertura del auditorio y colocar todo en su sitio. El tiempo indicó las 10:00 horas, el momento había llegado, fue entonces cuando sentí unos nervios indescriptibles. La réplica empezó con mi asesora, en su calidad de secretaría del sínodo. Siguió con la vocal y concluyó con el presidente. A pesar de los nervios pude sortear las preguntas y al cabo de las tres intervenciones el presidente indicó la conclusión del examen y, tal como lo marca el protocolo, nos pidió salir del auditorio.
Tuve la fortuna de tener un poco de público, que si bien es cierto me hubiese gustado que estuvieran más personas importantes en mi vida, también lo es que estuvieron los imprescindibles. Todas y todos ellos me brindaron abrazos, sonrisas, palabras de aliento y bromas que hicieron más llevadero ese momento que en ratos puede ser de mucha tensión.
Entre aplauso y vítoreos
Ingresamos nuevamente al auditorio, se nos pidió permanecer de pie y así inició la lectura del veredicto. Al escuchar “aprobado por unanimidad” viví una felicidad enorme, por momentos se sentía como absoluta. Acto seguido se dio lectura a la protesta, donde me comprometí a ser íntegro y ético en el desarrollo de mi profesión. Al concluir la protesta, el auditorio lanzó uno de los aplausos más sinceros que he recibido. Por supuesto el “Goya” no se hizo esperar y entre abrazos, fotos y felicitaciones concluyó el acto académico.

Escribir una tesis representa un reto enorme para la persona, es enfrentarse a miedos propios como la poca confianza en sí mismo, encontrarse con realidades como que hay conocimientos básicos de escritura y redacción que se supone ya deberían estar claros y que no lo están. Incluso soportar críticas sobre la decisión de escribir una tesis habiendo otras formas de titulación, sobre la relevancia de tu tema, sobre el tiempo que te has tardado en redactar la tesis, hay quienes incluso se atreven a decirte que nadie te va leer.
Aún con todas las adversidades, escribir una tesis y replicarla ante un sínodo ha sido una de las experiencias más enriquecedoras en mi vida. Me dio una madurez y crecimiento profesional y personal enorme. Definitivamente recomendaría a las, los y les estudiantes optar por esta vía de titulación, es una experiencia de vida inolvidable.


