
Por. Max Negrete
Estudiar Ciencias Antropológicas (CC.AA.) en México es sumamente particular, si bien, se sabe que cada pregrado o posgrado en diferentes países puede otorgar una noción muy específica sobre una ciencia; en el caso mexicano, la Antropología tiene una historia que se ha enriquecido mucho desde finales del siglo XIX y que en el XX tuvo uno de sus auges más importantes dándole reconocimiento a nivel mundial.
En nuestra contemporaneidad, encontramos que, al entrar a una carrera en Ciencias Antropológicas, el repaso histórico y el análisis de las corrientes teóricas, escuelas y pensadores son una clave para comprender el porqué de nuestra posición actual, de las razones por las cuales ciertas discusiones son vigentes y otras no. Con la cantidad de datos sobre la Antropología mexicana y las diversas ciencias o disciplinas que convergen con sus conocimientos, no solo vemos una historia diversa, sino que también tenemos diversidad de pensamiento en las más de 20 instituciones que otorgan grados académicos en CC.AA.

Ante esta diversidad, la Red Nacional de Estudiantes en Ciencias Antropológicas (RENECA) funge como una apertura a conocerla y a aportar a la unión estudiantil que, en el contexto actual de violencia, de problemas institucionales, de recortes presupuestales o desprestigio de las ciencias, nos llaman a apoyarnos entre colegas para nuestro bienestar común en la formación profesional y de la Antropología en sí misma.
Esta red cumplió su 30° aniversario este 2021 y habiendo formado parte de ella en este momento específico de su historia me ha traído una gran cantidad de experiencias que van desde asuntos como la administración y diseño en redes sociales hasta el conocimiento de la coyuntura de la comunidad estudiantil antropológica en México.
Entré en 2019 siendo el presidente en la primera delegación de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad Nacional Autónoma de México para representar a la licenciatura en Antropología, y si bien mi participación presencial con la RENECA fue menor (pues solo asistí a un Congreso Nacional presencial y una junta de Asamblea Nacional), la virtualidad traída por la pandemia de COVID-19 me permitió realizar varias actividades que me llevarían a presidir el Comité Directivo de la RENECA para 2021.
Siendo la primera delegación dentro de mi Facultad, me vi inmerso en un espacio desconocido en el que había retos que tenía que trabajar como la horizontalidad en la toma de decisiones, la colaboración y la responsabilidad, como es requerido para casi cualquier red estudiantil. Una vez teniendo el cargo en la UNAM, me di a la tarea de difundir trabajos estudiantiles de fin de semestre, que comúnmente quedan en nuestros archivos aun cuando son de gran calidad y un aporte por mínimo que sea a la discusión antropológica.
Al ejecutar estas actividades de difusión (en mi caso, efectué una jornada de Antropología Visual, una de difusión de Fanzines y una sobre arte) a nivel local, me encontré con una cuestión y es que hay ocasiones en las que se suben una cantidad enorme de archivos a internet pero sin sistematizar o apoyarse en plataformas, y realizarlo desde la RENECA permite un registro que queda mucho más estable y accesible para las personas interesadas, que de hacerlo de manera independiente podría solo perderse entre los millones de datos de la web.
Al comenzar mis labores como presidente del Comité Directivo, obtuve una mayor visión sobre la coyuntura nacional, pues encargarse de conocer los estatus de todas las delegaciones que integran a la RENECA es una labor base si se les quiere mantener activas y así fortalecer las relaciones académicas y de amistad entre colegas de Ciencias Antropológicas.
No tardé mucho en conocer el porqué de la estigmatización al gremio, pero en específico a las organizaciones estudiantiles como la nuestra, y por lo mismo, las actividades para eliminar los prejuicios y comentarios negativos sobre la RENECA comenzaron a formalizarse para abrir las puertas que muchas instituciones de educación superior le cerraron a quienes son su razón de existencia, las, los y les estudiantes.

La RENECA a finales de 2021 se presenta como una red fortalecida, en constante cambio y, sobre todo, responsable con sus objetivos que son la difusión, la conexión y la creación de espacios estudiantiles. No es menor asunto el hecho de que en la pandemia nos haya traído una mayor cantidad de actividades nacionales y latinoamericanas que en otros momentos donde la presencialidad era la única forma para realizar eventos y reunirnos entre estudiantes de Antropología.
A pesar de que este año que termina también nos trajo problemas como la pérdida de algunas delegaciones y por ende de miembros delegados de la misma, no dejamos nuestra estabilidad estructural, pues añadimos otras delegaciones que en tiempos pasados se perdieron. Ahora, con el progresivo regreso a las aulas y a la presencialidad, los retos de la RENECA residen en retomar toda nuestra estructura a los espacios universitarios, públicos y privados para difundir nuestras Ciencias.
Esta labor es titánica aún, pues el menosprecio a estudiantes de pregrado (de los cuales la RENECA se conforma en su totalidad) es un obstáculo a sobrepasar y demostrar que las juventudes estudiantiles son capaces de hacer y difundir por el conocimiento antropológico y son empáticos entre sus pares que en la adversidad o el bienestar se acompañan para hacer de la Antropología y sus disciplinas afines una manera de reflexionar, ver la vida y analizarla en pro de un bien común en la sociedad contemporánea mexicana.
