Aceptar nuestro pasado para disfrutar y vivir en el presente

Por: Rodrigo Rodríguez

En este plano terrenal existe una frase que nos recuerda que nunca debemos olvidar nuestra historia, de lo contrario, podría ser lo más terrible que hayamos hecho. Todas las personas van modificando su actuar ante la sociedad, en ciertos casos, estas modificaciones pueden llegar a ser radicales y producen el devenir de la parte humana de las personas como la amabilidad, la humildad, la sencillez, la honradez, entre otras más. Y en contraparte, pueden encaminarse hacia una  caída libre, un abismo sin fin, derivado de la aparición de la arrogancia, la avaricia, la envidia y, principalmente, el orgullo.

Cada día que transcurre nos vamos haciendo conscientes de que no hay caminos labrados delante de cada persona, sino más que los que ya hemos transitado formando parte de nuestro pasado; este trayecto va tomando una importancia muy grande, y debe ser menester de cada quien analizarlo detenidamente. Dar por olvidado nuestro caminar, reducir a nada nuestra historia, nuestro pasado, ocasionará que sigamos alimentando el orgullo y el ego dañino dentro de nuestro ser. Esto no quiere decir que se deba vivir en el pasado, sino que debemos ser conscientes de él para nunca olvidar de dónde hemos venido y cuáles han sido nuestras raíces.

Nuestras raíces

¿Quién no ha sentido la añoranza de su tierra y de su gente? ¿Qué persona se atreve a negar su historia, sea buena o mala para cada quien, sin darse cuenta que lo único que hace es intentar eclipsar el sol con un dedo, para no llegar a ninguna solución? Es difícil definir una causa para tratar de ocultar nuestro pasado; el miedo, el rechazo, el dolor que hemos experimentado durante ese tiempo, nos ocasiona conflictos al no poder soltar todo aquello que nos hace daño y que provocaría que le haga daño a alguien más.

Hubo un tiempo en que era importante saber de dónde venían las personas, su linaje, su sangre y su tierra, con la finalidad de poder identificarles por sus raíces y conocer a la persona desde el primer contacto. Esta práctica ha ido desapareciendo conforme las generaciones han ido negando y/u ocultando su historia a causa de la discriminación, el racismo, en resumidas cuentas, por la agresión y violencia suscitada hacia las personas, el miedo se ha hecho presente en su realidad. Pero ¿Qué pasa con aquellas personas que disfrutan honrar su pasado sin perder el presente? Dentro de nuestras raíces, en nuestras tierras natales, sin duda hay tradiciones y costumbres que honran el pasado y el origen de ese lugar; las y los habitantes de cada región se alegran por su pasado y agradecen su existencia, porque de ahí comenzó la vida en esa tierra. 

Autoría propia

En pleno siglo XXI, las nuevas generaciones buscan alcanzar muchos éxitos, y en ocasiones, esta búsqueda los hará alejarse de su tierra natal, lo cual no es una novedad. El ser humano siempre se ha mantenido en constante movimiento de lugar en lugar, como aquellos que han migrado a otros territorios. Es en este sentido que cada persona es autora de sus decisiones, de su caminar y existencia en esta vida, es algo que debemos respetar sin emitir juicios de valor desde nuestra realidad, porque no es la misma que tendrá la otra persona. En otras palabras, debemos respetar lo que han decidido quienes se han trasladado a otras tierras por cualquier situación, incluyendo el huir de su origen como medida de protección. 

Y ¿A qué viene todo esto? Sencillo: quién niega sus raíces, niega su historia, su existencia, su principio, lo cual, puede que se genere un desenlace poco grato para la persona; aunque nos cueste aceptar nuestro pasado, estará ahí, nos ha formado como las personas que somos actualmente y el odiarlo solo nos causa dolor al descubrir que no podemos borrar lo que ha sido; ¿Y entonces qué nos queda por hacer? Aprender de nuestra historia, aceptar lo que hemos vivido, perdonarnos por olvidar que debemos seguir adelante, agradecer por la enseñanza y los buenos recuerdos.

El regalo

¿Alguna vez te has detenido para apreciar el lugar donde te encuentras? ¿Has hecho una remembranza de todo el trayecto que has recorrido durante tantos años? Tan solo por un instante, ¿Has puesto, en el mismo nivel, tu pasado y presente juntos? Sin duda que la vida de las personas va transcurriendo sin reparo alguno, y quiénes se han puesto a analizar sus respuestas a las preguntas anteriores se sorprenden de lo que han descubierto; miradas, sonrisas, personas, momentos, lágrimas, etcétera, han ido constantemente presentándose en nuestra existencia sin siquiera darnos cuenta y todas ellas han aportado algo a la esencia y desarrollo de nuestra existencia. 

Hace algunos días, en los ratos de ocio, recordaba una enseñanza que me dejaron mis bisabuelos: el pasado ya ha existido y el futuro aún no se manifiesta, lo único que tenemos es el presente, que es un regalo y que por eso se llama presente, y se debe disfrutar. Creo recordar que en algún momento me explicaban que los japoneses lo mencionaron; a mi mente llegaba también en ese momento, una reflexión budista que, en resumidas letras, me daba a entender que lo que causa el sufrimiento humano era el apego, el sujetar las cosas del pasado y que para soltar las cargas, en la tierra de mis ancestros se utilizaba el humo del copal junto con las brasas que portan el fuego sagrado, aquel que nos enseña a transmutar toda nuestra vida. 

Autoría propia

A raíz de esto, puedo mencionar que no debemos aferrarnos a lo que ya pasó, sin embargo, es necesario tenerlo presente en el aquí y el ahora por una sencilla razón: nos sirve para siempre recordar todo lo que nos ha costado estar donde nos encontramos actualmente; esfuerzos, dolores, tragedias, alegrías, celebraciones, derrotas, triunfos y desesperaciones, han forjado nuestra historia y personalidad junto con las relaciones interpersonales que hemos tenido con nuestros semejantes.

Es entonces que yo me pregunto, ¿Estoy viviendo en el pasado o en el presente? Mi respuesta sería que estoy en el aquí y en el ahora, que he soltado las ataduras de mi pasado, no obstante, un maestro del bachillerato me ha mencionado una enseñanza que me mantiene observante de mi transitar por este plano existente: “caminante no hay camino, se hace camino al andar. Cuando mires hacia atrás verás la senda que nunca volverás a pisar”. Creo que le ha sacado de una canción para hablar del proceso de desarrollo del humano de manera intelectual y laboral, siendo tales de relevancia para el ego de cada quien.

En este punto valdría la pena analizar ¿Qué es el ego? Pues bien, para muchas personas es la característica de un humano o una humana que piensa que tiene mayor valor sobre cualquier otro ser, ya sea por su posición laboral, económica, religiosa, para mí prácticamente es la valoración excesiva de uno mismo; entonces ¿Es malo el ego? Yo opino que puede tener diferentes matices, no está mal celebrar mis logros, es decir, darle el valor que le corresponde a los méritos que he obtenido, pero si permito que esta celebración afecte a otras personas al opinarme mejor que ellas, entonces he caído en el error y mi ego es malo.

Por lo tanto, al conocer nuestro pasado y comenzar a analizar toda la trayectoria que se ha tenido para llegar al punto donde se encuentra cada una de las personas, nos coloca en un dilema que, al mismo tiempo, trae consigo un umbral muy sutil: celebrar nuestros logros y posición actual sin agraviar a ninguna persona, o dejar que nuestro ego nos domine y cause daño alguno a las y los demás. 

La vida

En esta última semana, he aprendido que somos la suma de todas las experiencias que se han ido presentando a lo largo de mi vida. Esto resulta interesante, pues nos vuelve complejos, nos convierte en seres únicos, porque nadie ve las mismas experiencias desde una sola realidad. Toda la humanidad es un cúmulo de aprendizajes que permiten vislumbrar el presente de múltiples formas; las personalidades, emociones, sueños, sentimientos, incluso las pérdidas, hacen que la vida sea espectacular, aunque a veces lo pongo duda, pero estas no son las líneas adecuadas para reflexionar sobre tal argumento. 

¿Cómo quieres ser recordado cuando partas de este mundo? Me pongo a reflexionar y mi respuesta sería: como una persona que ha vivido, disfrutado, amado, agradecido y perdonado a quienes le han rodeado. Al final, he de decidir cómo quiero trascender después de mi muerte: si es para bien o es para mal.

Reflexión

En nuestra existencia se encuentran las marcas de las personas que nos han precedido; somos un tejido que puede abrigar en las noches más frías o puede acalorar durante el día soleado. Conocer nuestra historia es importante, porque nos permite conocer los caminos recorridos, cómo nos afectan las decisiones que se han tomado y ser conscientes de que, lo que hagamos en el presente, se convertirá en nuestro pasado y creará nuestro futuro, aunque siga siendo incierto. Entonces puedo decir que mi pasado no me define, sino que me permite observar mi trayecto y, en algún punto de mi vida reírme por cada decisión tomada en la infancia, la juventud, la adultez y por supuesto la vejez; cada día que viva debo disfrutarlo, lo que haga hoy es lo que realmente importa, porque soy yo, porque estoy vivo, porque mi presente se volverá mi pasado, y mi pasado en algún momento ha sido mi presente.

Fuente: Unsplash

 

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