Por: Eva Márquez
La vida es demasiado corta para leer todo lo que se ha escrito. Cuántas historias desconocemos y de cuántos autores jamás escucharemos ni su nombre. Así como hay excelentes títulos que conforman las listas de “libros que debes leer antes de morir”, existen también joyas literarias casi desconocidas, incluso entre quienes son ávidos lectores.
De vez en cuando, se tiene la suerte de encontrar autores exiliados de la fama, pero con obras de impresionante calidad. Tal es el caso de quienes descubren por primera vez las letras de Panait Istrati.
No es de extrañar que se ignore todo acerca de este autor rumano, quien gozó de bastante popularidad en la primera mitad del siglo pasado, pero cuya fama de un momento a otro cayó en picada. Por fortuna, en la actualidad algunas editoriales se han dado a la tarea de volver a imprimir sus libros, sin embargo, su nombre todavía permanece desconocido en la mayoría de los círculos de lectores y de la crítica.
Esta reseña versará sobre El pescador de esponjas[1], libro que reúne cinco relatos de corte autobiográfico. Dicho título fue publicado en español por primera vez hace casi un siglo, ahora la editorial española Libros de la Ballena ha decidido darle una nueva oportunidad. No obstante, es importante resaltar que Kyra Kyralina[2] es su novela más importante, además de la primera en publicarse.

En las obras de Istrati se pueden identificar ciertos tópicos que están presentes en prácticamente todas sus narraciones, ahora se destacará el aspecto autorreferencial y los personajes errantes o vagabundos. Es curioso que estos dos temas, de hecho, vayan de la mano en un sentido literal: el autor mismo tuvo una vida andanzas, por lo cual podemos encontrar en sus textos no sólo sus experiencias, sino el conocimiento extraído de ellas:
[…] Jamás he alzado un dedo contra mi destino, y, sin embargo, he estado muchas veces a un paso del abismo. Así fue cuando di a estrechar mis relaciones con el quiosquero de Heliópolis, a quien apenas conocía y que no me contaba nada de su pasado, pero que en cambio no dejaba de hablarme de su presente […]
-Eres una buena persona, Panaït[3] –me decía-. ¡Me gustas! Estamos hechos de la misma pasta. Jamás se me ha parecido tanto un hombre. ¡Quisiera vagar contigo, ver el mundo!
– Sin embargo –le repliqué- ¡ya sabes que la vida del vagabundo es dura, que la mitad del tiempo se la pasa muerto de hambre y cansancio![4]
Hijo de un contrabandista griego y una lavandera rumana, Panait Istrati es tanto escritor como personaje. Hablar sobre su obra es hablar sobre su vida, situación inevitable. Quizá sea esta la razón por la cual prefiere utilizar una narración en primera persona.

Gran parte de sus personajes nos remiten a la idea del Errante[5], alguien que, ya sea por una maldición divina o una necesidad que no comprende, pero acepta, va de un lugar a otro, incapaz de sentirse en casa: “Porque es mucho mejor repartir la vida entre la cárcel y el Egipto que uno desea, que dejarla ir, entera, hacia la esclavitud comprendida entre el cuchitril propio y el trabajo”[6].
Aunque nació y murió en Rumania, se sabe que Istrati vagó por distintos países, entre los que podemos destacar Egipto, Siria, Líbano, Grecia, Italia, Francia, así como diversos países de la extinta Unión Soviética, incluso llegó a México. Estos viajes no se hicieron en un contexto de lujos, por lo contrario, el escritor tuvo severos problemas económicos durante toda su vida, razón por la cual sabía desempeñarse en un sinfín de trabajos y oficios, mismos que son descritos a detalle en distintos pasajes de sus obras. En el caso de El pescador de esponjas, dedica unos párrafos a explicar cómo se pescan esponjas y los efectos negativos en la salud para quienes se dedican a ello.

“El que lee mucho y anda mucho, ve mucho y sabe mucho” es una de las citas que se le atribuyen a Miguel de Cervantes, a partir de la cual es posible acercarse de manera sencilla a los textos de Istrati; interpretarlos como ficciones de experiencias propias, y de aquello que aprendió de ellas:
[…] cuando el vagabundo está dotado de una inteligencia fecunda, la filosofía que deduce de la experiencia de su vida es siempre digna de consideración. Sin embargo, hay que desconfiar de ella […] ¡No hay una regla común para todos los seres humanos! […] ¿Ante quién se queja uno cuando no llueve a tiempo?[7]
Es la narración en primera persona la que provoca la sensación de que no se está leyendo, sino que se escucha. Así, entre una historia y otra, el narrador hace paréntesis, donde reflexiona, para después dotar al lector de consejos, refranes, afirmaciones y aprendizajes que extrajo de su experiencia: […]porque en la vida del vagabundo hay que saber, pero no hay que interrogar[..][8]
El vagabundo, este personaje errante, es tema de interés y reflexión para Panait Istrati, ya que él mismo ha debido interpretar ese papel. Entonces, puede compartir con el lector la sabiduría que de su andar obtuvo, como lo haría un vagabundo o viajero con cualquiera que por casualidad quisiera detenerse a escuchar.
[1] También se puede encontrar en su primera edición al español como El pescador de esponjas: páginas autobiográficas, publicada en 1931 por Editorial Zeus. La traducción fue realizada por Ernesto de los Reyes, misma que utiliza Libros de la Ballena, para su edición de 2011.
[2] Kyra Kyralina es el título más popular de Istrati. La editorial mexicana Arlequín cuenta con una edición de 2015, es la única novela del autor que se puede conseguir fácilmente en nuestro país.
[3] Se escogió esta cita especialmente porque se menciona el nombre del autor, es el único fragmento del libro en donde ocurre.
[4] Istrati, Panait, El pescador de esponjas, 2011, p. 24.
[5] El acceso a todos sus libros publicados es muy difícil, pero se ha podido leer cuatro obras suyas (Kyra Kyralina, Codine, El pescador de esponjas y El tío Anghel), en todos hay al menos un personaje que podría ser descrito como errante o vagabundo.
[6] Ibídem, p. 42
[7] Ibídem, p. 38
[8] Ibídem, p. 27
Fuentes de información:
Istrati, Panait, El pescador de esponjas, España, Libros de la Ballena, 2011.
