Tres preguntas para reflexionar sobre la(s) masculinidad(es)

Por: Alan Pérez

El año pasado tuve la oportunidad de participar en un grupo de reflexión para hombres, impartido por el Lic. Tlacaelel Paredez Gómez, ofrecido por la Coordinación para la Igualdad de Género de la UNAM[1]. Los temas que se abordaron en tal grupo fueron, entre otros, el uso del poder en las relaciones de género, la igualdad entre hombres y mujeres, la violencia, el machismo, el acoso, el hostigamiento sexual, los tipos de paternidades, la violencia en el noviazgo y la sexualidad masculina.

Así, resumo en este texto una parte (mínima) de la reflexión que me provocaron los temas señalados por medio de tres de preguntas acerca del modo en que somos y existimos como hombres en el sistema sexo/género de dominación patriarcal; lo que tiene por objetivo el invitar y concientizar a otros del papel que todos cumplimos en la construcción de sociedades distintas, en general, y de otras masculinidades, en particular.

Antes de iniciar con las preguntas referidas, resulta necesario establecer el concepto de masculinidad. De acuerdo con Luis Bonino ésta se define como “una arbitraria construcción social resultante de la organización patriarcal y de dominio masculino en las relaciones de género […] está compuesta por un conjunto de valores, definiciones, creencias y significados sobre el ser, deber ser y no ser varón, pero sobre todo, de su estatus en relación a las mujeres”.[2]

Fuente: Clásico.difusionnorte.

¿Hay una o varias masculinidades?

A pesar de lo que se piensa, hay una multiplicidad de masculinidades y, por lo tanto, una diversidad de modos de ser y existir en tanto que hombres. Incluso, una masculinidad podría ser un modo de ser y existir en tanto que no hombre, es decir, negar, cuestionar o subvertir el modo de ser y existir con el que la mayoría de los individuos identifica u homologa el vocablo “hombre”. Reflexiónese, por ejemplo, en lo que significa que alguien nos diga en algún momento de la vida “sé un hombre”, “ya eres un hombre”, “¿no eres un hombre?”, etcétera.

Las frases parecen ingenuas, pero solo de manera superficial; pues, ¿qué se dice cuándo se alude al término hombre? O, mejor, ¿a qué tipo de masculinidad se refieren las personas cuando dicen “hombre”? En breve, aquellas hablan de una masculinidad que está por encima de las otras, que adquirió prominencia y poder porque subsumió y dominó a los otros modos de ser y existir de los hombres.

¿Cuál masculinidad posee cierta prominencia y poder sobre las otras?

La masculinidad dominante, es decir, el modo de ser y existir como hombre que configura la forma en que los individuos actúan y se comportan en relación con los otros, ya sean mujeres, personas sexodiversas, niños, ancianos, etcétera. Así, cuando las personas aluden al vocablo “hombre”, lo que en verdad quieren decir es que uno debe actuar y comportarse con base en el modo de ser y existir de la masculinidad dominante para ser catalogado y definido con el término “hombre”.

Por ello, quienes no se ajusten y adapten a tal masculinidad serán excluidos, marginados, violentados, castigados e incluso, reprimidos por los dominantes. Imagínese, verbigracia, un grupo de niños (en el sentido dominante) que juegan al fútbol, uno de ellos recibe un fuerte patada, y comienza a llorar. De pronto, los otros niños le dicen “no llores, pareces niña”; “aguántate, no seas puto”; etcétera. De nuevo, la ingenuidad es mínima. Aquellos que conducen su actuar y comportamiento por medio de la masculinidad dominante suponen que llorar no es de hombres y que quién llora no es sino un no-hombre y, por lo tanto, femenino, debilucho, marica e impotente.

¿Cuáles son los fundamentos en los que se soporta la masculinidad dominante?

El modo de ser y existir con base en la masculinidad dominante se sustenta en una variedad de principios, entre los que destacan a) ser contrario a la feminidad, b) ejercer violencia y control, c) ser fuerte y resistente y d) limitarse a la razón. Así, el hombre “verdadero” –según la masculinidad dominante–  actúa y se comporta en contraposición a como lo hace una mujer, una persona sexodiversa, un niño, etcétera; con base en la violencia y el control –por medio de las palabras, de las armas, de los símbolos, etcétera– de los que no son hombres; con la consideración de que aquel es más fuerte y resistente que los otros, puesto que parte del supuesto de una (falsa) superioridad inherente a sí mismo; y, finalmente, con la reducción de su propia subjetividad a los confines de una razón instrumental que expulsa la afectividad y lo emotivo en tanto que partes constitutivas de los seres humanos. Piénsese, por ejemplo, en las relaciones socioafectivas que tal tipo de hombres establecen con los otros, en las que aquellos rechazan, violentan, minusvaloran y subsumen los modos de ser y existir que no se ajustan o adecuan a su propia masculinidad.

Fuente: Mexicoinforma.

En suma, las preguntas anteriores permiten reflexionar acerca de la existencia de una variedad de modos de ser y existir como hombres que no se reducen la masculinidad dominante; puesto que tales modos resisten a los fundamentos en los que se soporta dicha masculinidad, a saber, el no-ser femenino, el ejercer violencia y control, el ser fuerte y resistente y el limitarse a la razón. Lo anterior significa no solo el rechazo, el cuestionamiento y la subversión de la masculinidad dominante, sino también la creación y el impulso de otros modos de ser y existir como hombres y, por lo tanto, de otras sociedades distintas al sistema sexo/género de dominación patriarcal.

Sin embargo, antes deberíamos dar un paso atrás y preguntarnos: ¿a quiénes hemos rechazado, violentado, minusvalorado y subsumido por el modo en que somos y existimos como hombres con base en la masculinidad dominante?  En mi caso, no estoy libre de culpa; reconozco que el modo en que he sido y existido, soy y existo como hombre, ha causado daño a las personas con las que he interactuado a lo largo de mi vida. ¿Qué me dicen ustedes?


[1] Los interesados en diplomados, cursos, talleres y eventos de tal índole remítanse a la página oficial de la Coordinación para la Igualdad de Género de la UNAM: https://coordinaciongenero.unam.mx/.

[2] Bonino, Luis, “Masculinidad hegemónica e identidad masculina”, [en línea], en Dossiers Feministes 6: Mites, de/construccions i mascarades, 2002, p. 9-10.


Lista de referencias

  1. Bonino, Luis, “Masculinidad hegemónica e identidad masculina”, [en línea], Dossiers Feministes 6: Mites, de/construccions i mascarades, no. 6, 2002, pp. 7-35, consultado en https://raco.cat/index.php/DossiersFeministes/article/view/102434.

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