El Arte del Buen Vivir y del Bien-Estar

Por: Rodrigo Rodríguez

Qué difícil resulta el poder aprender a vivir bien en pleno siglo XXI, incluso desde siglos pasados era complicado pensar en cómo alcanzar el estatus subjetivo del “buen vivir” y del “bienestar” en la sociedad; resulta irónico que, para lograr éstos también considerados como la felicidad absoluta para el ser humano, era necesario poseer cuántas riquezas materiales sean posibles. ¿Cómo se logra vivir bien entonces? ¿Cómo logramos alcanzar un estado de tranquilidad, satisfacción, plenitud y de felicidad en una sociedad tan compleja como la que nos rodea actualmente?

Ya lo mencionaba el filósofo Aristóteles con la concepción de la eudaimonia, en otros términos, la felicidad; era necesario trabajar para poder ser feliz y en lugar de considerarse cómo una constante, resulta ser que era un proceso el cual tenía su fin al momento de morir, solo ahí podemos decir si hemos sido felices o no. ¿Y qué relación guarda con el arte del buen vivir y del bien-estar? Prácticamente, es una conexión directa de todo el proceso para alcanzar estos puntos de la vida humana.

El buen vivir varía dependiendo la persona, es algo subjetivo; para mí es el poder disfrutar de lo que me rodea, de aquello tangible que no tiene un precio colocado por una sociedad capitalista, aunque más adelante sea algo que pueda pasar. El disfrutar una charla, apreciar la naturaleza, cantar, reír, gozar del momento de que estamos vivos, deleitarnos con algo más que el aroma del café por la mañana o el olor de la tierra después de llover; todo esto es un arte que se construye, que se edifica poco a poco, con cada momento de placer que podamos vivir.

Vivir significa poder hacer las cosas que tanto nos gustan, que tanto deseamos y anhelamos con el alma; el buen vivir no hace referencia a ser holgazanes, hay que trabajar y esforzarnos, pero sin llegar a desgastarnos excesivamente como estamos acostumbrados, porque así nos enseñaron que tenía que ser.

Por ejemplo, en mi experiencia, que tal vez para muchos sea poca o mucha dependiendo la edad de cada persona y sus vivencias, el arte del buen vivir simboliza un proceso de modificación de la conducta de cada una de las personas; es el poder tomar la decisión de asistir a ese evento que tanto habíamos querido ir , pero por causa de una enseñanza materialista, no lo hacemos; también va en el hecho de aceptar que no todo lo podemos tener bajo control y dejar que las cosas se vayan dando a partir de lo que nos rodea, de lo que hemos construido y de lo que hemos rechazado incluso. 

En este punto hablemos sobre nuestra percepción de un buen vivir ¿Cómo vive usted? No muy diferente a muchas personas igual que yo, tal vez. Trabajamos, nos esforzamos por obtener un sueldo, mejorar nuestra calidad vida mediante adquisiciones materiales, vaya, pues, prácticamente lo que hace una sociedad consumidora del capitalismo, en donde tu estatus como persona se mide proporcionalmente al poder adquisitivo y laboral que se tiene. ¡Vaya locura! Nos mantenemos tan apegados al trabajo que podemos ocasionar un círculo vicioso, un tanto irónico si lo puedo decir. 

Se trabaja para recibir una remuneración económica después de una jornada de tantas horas, luego esto se realiza durante un periodo de tiempo establecido y que puede ser exigente, pero se cumple; después imaginemos que, a raíz de la exigencia, nos enfermamos por cumplir con nuestras labores y no podemos darnos el lujo de estar tanto tiempo en reposo porque corremos el riesgo de ser sustituidos o sufrir un descuento en el mejor de los casos; finalmente hay que pagar por recuperarnos mediante la adquisición de servicios de salud y tal vez medicamentos. Y es ahí donde comienza el círculo vicioso que altera nuestra idea del “buen vivir” mediante la adquisición materialista. 

Seguramente algunos pensarán que no hay problema alguno, que está bien el mantener este círculo; tal vez otros, con un pensamiento similar al mío, comenten que no es nada grata tal situación; al final todas las personas tienen un punto de vista diferente dependiendo de la aceptación de su idea de un buen vivir. 

Creemos pues, que necesitamos adquirir cosas para vivir bien, para disfrutar la vida, me resulta personalmente triste que tenga que ser así; Sócrates ya lo decía en algún momento que entró a la plaza de cierta población griega, en un día de comercio y empezó a pregonar lo innecesarios que eran esos objetos para vivir bien. Aquí comparto esto porque me deja un pensamiento reflexivo sobre lo innecesario que resulta el poseer ropa de marca, autos último modelo, celulares del año, entre otras cosas; esto a su vez, me recuerda a un profesor de la licenciatura que decía que no se necesitaba tener un armario o ropero lleno de camisas y pantalones, con tres camisas y tres pantalones de vestir era más que suficiente para él. 

Otro ejemplo sería lo aprendido durante la visita de una tribu proveniente de la selva amazónica, más exacto, de Brasil; aunque han sido pocas las veces que he compartido con ellos el aquí y ahora, puedo decir que, aunque las condiciones son diferentes en cuanto a la parte material, esta tribu posee más riquezas que cualquier persona en el mundo. Y no hablo de riquezas materiales y terrenales a las que estamos acostumbrados como sociedad, hablo de otro de cosas más trascendentales. ¿Cuáles son estas riquezas? La naturaleza, el sentido de vivir, el amor, la compasión, incluso la pasión por cada uno de los días que pueden compartir con quienes se permiten recibir, escuchar y aprender; estas riquezas son de índole espiritual, intangible,  a veces invisibles ante los ojos de quien no quiere despertar de la ilusión material.

Es en ese momento que comencé a reflexionar sobre otro arte que está relacionado con el buen vivir, hablo del arte del bienestar o bien-estar; uno lleva al otro y viceversa. No hay mucho misterio acerca de lo que se considera como bienestar, en resumen, se trata de la satisfacción de las necesidades físicas y mentales de las personas que les produce un sentimiento de tranquilidad, entre otros más. Pero, ¿qué pasa cuando le nombramos bien-estar? Entonces deja de ser un estado de búsqueda para satisfacer y se vuelve un proceso constante, sin final alguno, un arte sin duda en todo su esplendor.

Así como los grandes artistas han elaborado tan majestuosas obras, llevando todo un proceso para lograrlo, así cada persona debería comenzar a ver su vida como un arte, uno para el buen vivir y para el bien-estar consigo mismo. ¿Cómo lograr llegar a un bien-estar? No es fácil, pero tampoco es imposible, basta unas cuántas horas al día dedicadas a uno mismo, libre de toda preocupación, pendiente o cuestiones que pueden alterar nuestro deleite personal. Dedicarse a cuidarse físicamente, emocionalmente y espiritualmente conlleva a que la persona se vuelva una obra de arte, un proceso largo y complejo, pero que al final enaltece el alma y hace que perdure para la posteridad.

El bien-estar nos apertura las puertas para trascender como personas que han disfrutado su vida en toda la extensión de las palabras, con momentos buenos y malos, con tristezas y alegrías, prácticamente con todo lo que conlleva el existir como seres pensantes, vivientes, sintientes y existentes.

Nuestra vida no se compone exclusivamente de trabajo y éxitos, también hay fracasos, dolor, sufrimiento, deleites, placeres, relaciones, en resumen, un sinfín de cosas y momentos que nos hacen lo que somos, un cúmulo de estrellas en un universo llamado humanidad. 

Nosotros como artistas de nuestra vida, deberíamos quedarnos boquiabiertos al recordar en el momento de nuestra muerte cómo nuestra obra se separa de nosotros y comienza a vivir una vida propia en el recuerdo de todas las personas que nos conocieron y pudieron ver que practicamos el arte del buen vivir y del bien-estar. 

Entonces, ¿cómo se debe existir bajo estos dos artes de la vida? La respuesta puede variar, pero yo quiero pensar, creer y confiar que se debe existir de modo que, en el momento oportuno, podamos decidir partir de este plano terrenal y estemos satisfechos y felices con lo que dejamos para trascender. 

Empero, todos estaremos de acuerdo en que no es tan simple decidir morir, ni en qué momento ocurrirá o cómo será, pero sí sabemos que moriremos en algún momento aunque queramos negarlo; hacemos todo lo posible por evitar la muerte que esto también complica el proceso para el buen vivir y el bien-estar, pareciera como si repudiáramos el hecho de que la muerte es parte de la vida, irónicamente en México se le ve cómo algo muy grato y no nos permitimos aceptar la idea en su totalidad de que, cómo vamos a morir hay que disfrutar nuestro transitar por la vida y aceptar la muerte como otro camino del ser. 

Así llegan a ser muchas personas, centradas en estar produciendo/adquiriendo y creyendo que viven a través de tal, sin darse cuenta de que la vida se les escapa. Nos volvemos viejos y empezamos a anhelar todo lo que no hicimos de jóvenes. ¿Vale más entonces vivir produciendo que disfrutar de un bien-estar y un buen vivir? 

Ciertamente, se tendrán diferentes percepciones y conductas dependiendo de la creencia que se tenga. Al final no hay respuestas correctas ni incorrectas, solo acciones y consecuencias, nada más; valdría entonces la pena recordar que, para lograr la eudaimonia o felicidad, es necesario buscar la mejor manera para practicar el arte del buen vivir y del bien-estar como un proceso necesario para realizar una bella obra de arte en nuestra persona.

Deja un comentario