Chicuarotes: un trago de desesperanza y falta de amor

Por: Guadalupe Ortiz

Durante el festival de Cannes de 2019 celebrado en Francia, se proyectaba por primera vez “Chicuarotes”, una película dirigida por el actor y productor mexicano Gael García Bernal. Este largometraje se filmó en el Pueblo de San Gregorio Atlapulco, en la Alcaldía Xochimilco de la Ciudad de México.

Son dos los protagonistas de la película: el Cagalera y el Moloteco, ambos son adolescentes y buscan adquirir recursos a través de pequeñas actuaciones como payasos en el transporte público. Aspiran con salir de las duras condiciones socioeconómicas en las que viven y conseguir un estilo de vida más cómodo, no obstante, toman decisiones poco meditadas que terminan por involucrarlos en problemas serios al interior de la comunidad. 

La película se desarrolla en un contexto en el que el poder, la violencia, la pobreza, las conductas de riesgo y el alcoholismo generan una atmosfera tensa y de constante suspenso, convirtiéndose así en ingredientes para un desenlace trágico.

Desde las primeras escenas se marca el tono que tendrá la película en lo posterior. Tras la actuación del Cagalera y el Moloteco a bordo del transporte público en las que no recibieron una sola moneda de las y los pasajeros, Cagalera envuelto en rabia e indignación, decide perpetrar en ese momento un asalto a mano armada como represalia ante la actitud desconsiderada de las personas. Este sería solo una de las tantas ocasiones en las que hará uso de las armas y la violencia para conseguir un poco de dinero. 

El punto más elevado del conflicto llega cuando en una noche, al no haber podido comprar una golosina debido a la falta de dinero, el Cagalera toma de manera inesperada la decisión de secuestrar a un niño que se dirige a la tienda a comprar bebidas alcohólicas para su padre; que es el carnicero del pueblo y goza de cierto estatus moral y económico en la comunidad. 

El niño es llevado por los protagonistas a una cabaña abandonada con la intención de mantenerlo en el sitio y pedir cierta cantidad de dinero por el rescate, pero se pierde el control de la situación cuando Cagalera es descubierto por su hermano Víctor mientras escribe la nota en la que pide el rescate. Por otro lado, el Moloteco deja que el niño vea su cara colocándolo en estado de vulnerabilidad.

Mientras Moloteco se conduce a la cabaña, es seguido por Sugheili, la novia de Cagalera que termina por descubrir lo que ellos hicieron. Sugheili opta por liberar al niño y decirle que se trató de un juego, por lo que el niño vuelve rápidamente a casa. Este hecho desencadena un conjunto de situaciones complejas, pues el carnicero reúne al pueblo en la plaza principal en espera de que su pequeño hijo señale a los responsables de haberlo secuestrado. El niño sin haber procesado tan traumática experiencia y reconociendo el miedo en el rostro del Moloteco y el Cagalera (quienes son llevados a la fuerza a la plaza), decide falsear el señalamiento y enviar a la furiosa turba de habitantes armados hacia otra zona de Atlapulco. 

La gente se dispersa y un pequeño grupo conformado por Sugheili, Moloteco, Cagalera y Víctor, son conducidos por otro hombre de apodo Chillamil, quien estaba enterado de la identidad de los secuestradores. Basándose en amenazas relacionadas con dicha información, el Chillamil intenta abusar sexualmente de Sugheili. 

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El curso de los acontecimientos cambia cuando Víctor distrae al Chillamil, dando tiempo para un embate por parte del Cagalera; la pelea se intensifica, el Chillamil dispara contra el Moloteco y segundos después es empujado fuertemente por Cagalera contra la varilla de una construcción lo que termina con su vida. Tras mirar el saldo letal, Cagalera y Suggheili huyen del lugar tomando el primer autobús que encuentran. 

Más tarde, en un descanso del autobús en medio de una pradera, se le ve al Cagalera pensativo mientras Suggheili corre, alejándose de él, con una expresión sombría, pero determinada como si buscara de forma certera hacia adelante.

Así finaliza esta película que retrata crudeza en cada escena, desde mi perspectiva, muestra cómo una decisión impulsiva y motivada por un beneficio individual a costa de otras personas, bajo cualquier circunstancia, tiene consecuencias negativas, además de revelar a la violencia como un espiral que envuelve todo a su paso y del que es difícil separarse. 

Según Gael García, con este film busca superar la idea de que la pobreza es el propulsor de la violencia, apelando a la falta de un entorno amoroso como el factor clave para entender razones profundas del actuar de los protagonistas en la trama. Esta reflexión invita a reconocer que, en un mundo de incertidumbre, muerte y desasosiego, mirar causas primarias y fundamentales en la vida de las personas puede ser un motor de cambio, al menos en el entorno inmediato. 

Les invito a ver la película y compartir sus impresiones.

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