Rebelión de la luna: De la transformación y el canto de todas

Por: Rosy Vázquez

“Rebelión de la Luna, una nueva mirada de lo antiguo/ Yip Yo´nton Jmeme´tik U”, de la poeta Angelina Suyul, presenta una búsqueda del ser y el hacer de la identidad colectiva del entorno de la autora, desde su sitio, el que además está transgredido por las condiciones propias de su historia de vida. El libro presenta un conjunto de poemas bilingües: tsotsil- español, que si bien pueden leerse de manera individual, también pueden verse como un telar que la poeta ha tejido a muchas voces: desde ella y por todas.

Hablo con la muerte, le reclamo a gritos la ausencia de mi padre; pero es mujer como yo. Me asomo en las ventanas de mi infancia, hallo el eco de mi voz disperso en el espacio. Me cuenta la muerte que es melliza de la vida y mentoras mías en sueños y desvelos. Ella no viste mortaja negra, ni habita en los ojos de las aves noctámbulas, es solo un vacío que se va llenando gota a gota como cántaro bajo el tejado[1].

La autora presenta desde el inicio lo que podríamos ver como la construcción sociocultural de lo femenino. Si bien el eje transversal de este libro es la mujer tsotsil, también lo es la mujer en toda la extensión del sentido existente: palabra, significado, acción y ser, invitando a que la lectora/ lector dialogue en silencio y se permita cavar en lo más hondo de sí.

Se presenta un entramado que logra ser una estampa poética intimista, pues no sólo muestra elementos que componen el paisaje, la ritualidad y la identidad de la cultura tsotsil, sino también aspectos sociales que vive la mujer y que evidencia una realidad de abusos y desigualdad latente en el municipio de origen de la autora y el mundo.

La esposa desafía la sombra de su hogar, disimula su pesar con una jícara de pozol. Entre la fogata y los hervores se apura… Hay un incendio en su memoria. Se asoma y observa el espacio, a los niños construyendo mundos, que contradicen la monotonía del hogar, […] A lo lejos el rebaño divisa su presencia, su hombre reconoce el tejado humeante: último aliento de leña que se extingue[2].

El elemento espejo que es la Luna, como un significante conductor, ha tenido una serie de atribuciones y significados a lo largo de las culturas del mundo y en lo que concierne a las prehispánicas en México también; desde la mirada tsotsil hay una atribución a lo femenino, a la mujer, a la dadora de vida, que cumple una dualidad para con el hombre. De ahí pensar que esta “Rebelión de la Luna” es una insurrección poética simbólica desde ella.

Si bien el camino de la lectura te lleva a sentir que la voz proviene de la bocina municipal, de una mujer caminando por la calle o del cielo mismo al caer la lluvia, también es un susurro de la consejera, de la ensoñación, de la consciencia que vuela ser autónoma, fuerte, libre.

Usando diversos tropos literarios, principalmente la metáfora, la constante presencia de los sueños, el quehacer, las mujeres, los protocolos sociales impuestos, la fertilidad, los miedos, la ira, hacen que la propuesta poética de Angelina muestre su cuerpo y en definitiva camine con fuego propio.

La escritora pronuncia y denuncia a través de su poesía. Su verso libre, que nunca es tan libre, es preciso, perceptivo, sensible, creativo. Lo mismo la jícara de pozol que el inalcanzable cielo, lo mismo la violencia que el hombre, lo mismo el fogón que la ausencia, la poeta habla de su diario vivir que es el diario doler, el diario reír, el diario crecer.

El poema es ella, nosotras y las otras, sin caer en lo tradicionalmente romántico- erótico, pero tampoco dejándolo fuera de su campo semántico. Es la voz de una y de todas las que no hablan porque las han callado, porque no tienen tiempo para existir, porque las han matado. Lo mismo la abuela, que la madre, la de al lado, la de enfrente, la hermana, la hija, yo. Somos la misma que cuarteada se sostiene por el mar que lleva dentro.

Viajera del viento, serpiente dormida en el corazón del mundo, jaguar que presagia destinos ocultos: tu enérgico rugido sella heridas. […] ¡Mujer! tu sangre: mil gritos del pasado, linajes en pléyade surcan la vía láctea, y marcan en tu piel la historia de nuestros muertos”[3].

La poeta, el poeta, se lleva constantemente al filo de la desnudez, mostrando en su lírica cómo ve el mundo, los temas que le dan movimiento, de lo que su espejo quiere hablar. Angelina Suyul canta, grita, puja, llora, pinta, danza el dolor, la inocencia, la oportunidad.

Su voz es madura y hábil para nombrar el mundo. El poemario compila una serie de impresiones poéticas a colores sepia, verdes, escala de grises que se hacen notar en la cocina de la abuela, en el bosque de su andar, en el reclamo- añoranza a la madre y demás personajes que le resuenan a la autora por su significado, impacto o distancia.

A medianoche despierto buscando el calor materno: no lo encuentro en mi sangre ni en el olfato, traigo los pies descalzos por el destierro. Es sólo la distancia que ella dejó crecer en la noche. La ausencia de mi madre la traigo en collar de jade sobre el pecho: aullido no correspondido[4].

Cuando una mujer escribe se abre una puerta negada por siglos de opresión, más cuando una mujer escribe estos versos otorga a todas un pedazo de tierra fértil para volar. Rebelión de la Luna es un libro honesto, necesario para todas. Es el canto de las ancestras desde un presente que está tumbando los barrotes, los grilletes y las llaves. Qué es pues si no el poema la mejor arma para rebelarse a la vida.


[1] Pág. 19.

[2] Pág. 29.

[3] Pág. 23.

[4] Pág. 33


Referencia

Suyul, Angelina, Rebelión de la Luna, una nueva mirada de lo antiguo/ Yip Yo´nton Jmeme´tik U. Editorial Pinos Alados, 2022, México.

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