Por: Alan Pérez
A finales de julio de 2023, el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI, en adelante) presentó los resultados de la Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares ENIGH 2022, en la que se aborda “el panorama estadístico de los ingresos y gastos de los hogares en cuanto a su monto, procedencia y distribución.”[1]
Según la encuesta, el ingreso corriente promedio trimestral por hogar mexicano fue de 63,695 pesos en 2022; en cambio, el mismo fue de 63,565 en 2016, por lo que se constató una variación porcentual de 0.2 puntos entre ambos años[2].
Ahora bien, la ENIGH 2022 muestra que las fuentes de ingreso corriente promedio trimestral de los hogares del país se distribuyeron de la siguiente manera. En 2022, el 65.71% de este ingreso se correspondió al trabajo; el 17.15%, a las transferencias; el 11.83%, a la estimación del alquiler de la vivienda; el 5.19%, a la renta de la propiedad; y el 0.08%, a otros ingresos corrientes. En comparación, en 2016, el 64.24% se aquel ingreso se refirió al trabajo; el 15.52%, a las transferencias; el 11.28%, la estimación del alquiler de la vivienda; el 8.85%, a la renta de la propiedad; y el 0.08, a otros ingresos corrientes[3].

Fuente: INEGI.
El coeficiente de Gini es uno de los indicadores de la desigualdad en un país[4]. De acuerdo con esta encuesta del INEGI, el valor de tal coeficiente —si se toma en cuenta las trasferencias[5]— fue de 0.402 en 2022, mientras que se ubicó en 0.449 en 2016; por su parte, el valor del índice de Gini —si no se consideran dichas transferencias— se halló en 0.460 en 2022, al tiempo que el mencionado fue de 0.499 en 2016. En este sentido, en ambos casos se exhibe una disminución de la desigualdad en el país en el periodo en cuestión, así como un efecto positivo de las transferencias en la distribución del ingreso de los mexicanos entre 2016 y 2022[6].
El fenómeno anterior se refuerza si uno repara en los datos relacionados con el ingreso corriente promedio trimestral por deciles de hogares[7]. Al respecto, hay que resaltar dos hechos. El primero es que el primer decil —es decir, la parte de los hogares mexicanos con menores ingresos— presentó un incremento sustancial de 11,141 pesos en 2016 a 13,411 en 2022, o sea, de 20.4% en tal lapso, al mismo tiempo que el último decil —esto es, la parte de los hogares mexicanos con mayores ingresos— mostró un decremento importante de 213,226 en aquel año a 200,696 en este año, o sea, de 13.2 por ciento en dicho periodo. El segundo es que la casi totalidad de los deciles exhibió un incremento de su ingreso corriente promedio trimestral, a excepción de aquel decil correspondiente a los hogares del país con mayores ingresos entre 2016 y 2022, lo que constata de nueva cuenta una reducción de la brecha existente en la repartición del ingreso entre la base y la punta de la pirámide social del país; máxime si se considera que el crecimiento tal ingreso se llevó a cambo a un ritmo asimétrico entre 2016 y 2022, en donde el primer decil (20.4%) se incrementó a una velocidad superior que el segundo decil (15.7%), el segundo cambió a un ritmo mayor que el tercer decil (13.1%), y así sucesivamente (Véase la IMAGEN 2).[8]

Fuente: INEGI.
Sin embargo, no hay que perder de vista lo que sucedió con el ingreso corriente promedio trimestral para grupos específicos según la edad, la etnia, el género y la discapacidad, puesto que cada uno de los precedentes se relaciona con disparidades económicas existentes y persistentes en la sociedad mexicana.
Según la ENIGH 2022, el grupo etario con mayores ingresos, tanto en 2022 como en 2016, fue el que se encuentra entre los 40 y los 49 años de edad, mientras que aquel con menores ingresos en ambos años fue el que se ubica entre los 12 y los 19 años. Para el 2022, aquel grupo percibió 31,694 pesos, mientras que este conjunto recibió 6,532; en contraposición, en el 2016, el grupo de 40 a 49 años tuvo un ingreso de 30,478 pesos, al mismo tiempo que el conglomerado de 12 a 19 años tuvo una entrada de 5,404. En otras palabras, el ingreso corriente promedio trimestral del grupo de 12 a 19 años representó solamente el 20% del correspondiente a la categoría etaria de 40 a 49 años en 2020, la que implicó una contracción de la brecha entre uno y otro en tanto que tal porcentaje se halló en 17.7% en el 2016[9].
La encuesta del INEGI también informa acerca de la disparidad en el ingreso de las personas que o bien se consideran indígenas o hablan alguna lengua indígena y de los individuos que no se adscriben a ninguna de estas características. El primer grupo tuvo un ingreso corriente promedio trimestral de 18,418 pesos en 2022, el que fue superior en 18.32% a los 15,566 que aquel percibió en 2016; por su parte, el segundo grupo gozó de un ingreso de 26,749 pesos en 2022, el cual fue 4.9% más que los 25,478 percibidos por este grupo en 2016. El crecimiento del ingreso corriente promedio trimestral por medio de una tasa diferencial con consecuencias positivas para los grupos étnicos permite intuir una contracción en la disparidad de los ingresos entre uno y otros; lo que se evidencia de manera más clara si se toma en cuenta que, en 2016, el ingreso de los primeros representaba un 61.09% del correspondiente a las personas no-indígenas y que, en 2022, tal porcentaje se incrementó hasta el 68.89%[10].

Fuente: INEGI.
De acuerdo con la ENIGH 2022, el ingreso corriente promedio trimestral de las personas con discapacidad se ubicó en 15,576 pesos en 2020 y de 16,592 en 2022, por lo que este creció alrededor de 6.52% en dicho lapso; por su parte, el ingreso de las personas sin discapacidad pasó de 22,222 en 2020 a 25,120 en 2022, por lo que el anterior se expandió cerca de 13.04% entre ambos años. La tasa diferencial de crecimiento del ingreso, la que aventajó aún más a las personas sin discapacidad que a aquellas con discapacidad, significó un aumento de la desigualdad entre unas y otras, puesto que, para 2020, el ingreso corriente promedio trimestral de las segundas representaba el 70% de las segundas; no obstante, para 2022, el ingreso de aquel grupo comprendía solamente el 67.96% de este parte de la población del país[11].
Finalmente, la encuesta del INEGI muestra la distribución del ingreso corriente promedio trimestral para mujeres y hombres. En 2022, las primeras percibieron 19,081 pesos y, en 2016, ellas recibieron 16,097; lo que implicó un incremento del 18.53% entre tales años en relación con este grupo genérico; en cambio, en 2022, el ingreso de los segundos fue de 29,285 pesos y, en 2016, de 27,875; lo cual significó un aumento del 5.05% en dicho periodo. De ahí que se constata una reducción de la disparidad en el ingreso corriente promedio trimestral entre las mujeres y los hombres, puesto que la percepción monetaria de aquellas representó el 57.74% de la de estos en 2016 y el 65.15%, en 2022[12]. ¿Cuáles son las conclusiones que derivan del análisis en curso acerca de los resultados proporcionados por la ENIGH 2022 en relación con la desigualdad económica del país? Primero, y en general, que la distribución del ingreso para la sociedad mexicana fue menos desigual en 2022 que en 2016. Hay que decirlo y reconocerlo, pero sin perder la ruta hacia un México en el que la desigualdad no sea ya un problema estructural. Segundo, y en específico, que las brechas existentes entre los pobres y los ricos, niños y adultos, indígenas y no-indígenas y mujeres y hombres, se han contraído de forma importante en el lapso en cuestión. Sin embargo, no hay que olvidar que no ha sucedido lo mismo para el caso de las personas con discapacidad. En suma, ha habido avances en la contienda contra la desigualdad, pero el final del recorrido aún está muy lejos: una sociedad igualitaria, justa y feliz. Y día con día, hay que luchar por ella, no como un privilegio particular, sino como un derecho universal.
[1] Instituto Nacional de Estadística y Geografía, “Nota técnica”, Encuesta de Ingresos y Gastos de los Hogares ENIGH 2022, [en línea], p. 1.
[2] Ibídem, p. 10.
[3] Ibídem, p. 11.
[4] Según el INEGI, el coeficiente de Gini “es una medida de concentración del ingreso: toma valores entre cero y uno. Cuando el valor se acerca a uno, indica que hay mayor concentración del ingreso; en cambio, cuando el valor del Gini se acerca a cero, la concentración del ingreso es menor.” [Ibídem, p. 9].
[5] Las mencionadas comprenden aquella parte del ingreso corriente que corresponde a jubilaciones y pensiones, becas gubernamentales e institucionales, donativos de organizaciones y hogares, ingresos por remesas, beneficios de programas gubernamentales y transferencias en especie de otros hogares e instituciones. [Ibídem,p. 11].
[6] Ibídem, pp. 11-12.
[7] Según el INEGI, “Los deciles se construyen a partir de la conformación de 10 conjuntos del mismo tamaño [de la población, en el sentido estadístico]. Para ello, se consideran los ingresos que los hogares perciben. Por definición, el primer decir lo integra la décima parte de los hogares del país con ingresos más bajos. Así, de manera sucesiva, se llega al décimo decil, que lo compone la décima parte de los hogares con los ingresos más altos.” [Ibídem, p. 7].
[8] Un fenómeno similar se constata en la brecha de ingresos entre las localidades urbanas y rurales, pues la contracción de la misma se debió principalmente a la caída de los ingresos del último decil urbano y, a su vez, al aumento de tal estadístico para el resto de los deciles, en especial de los rurales. [Ibídem, p. 7]
[9] Ibídem, p. 17.
[10] Ibídem, pp. 16-17.
[11] Ibídem, p. 16.
[12] Ibídem, pp. 16-17.
Lista de referencias Instituto Nacional de Estadística y Geografía, Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares ENIGH 2022, [en línea], 26 jul. 2023, consultado en: https://www.inegi.org.mx/contenidos/programas/enigh/nc/2022/doc/enigh2022_ns_nota_tecnica.pdf.

