A veces no te sientes Barbie o Ken, porque eres un Allan

Por: Rubén Méndez Torres

Para entablar un diálogo conmigo, es necesario que ya hayan visto “Barbie. La película”, por lo que les invito a que lo hagan, ya que no me centraré en explicar el argumento, la trama o todos sus personajes -existen muchas notas que se han encargado de ello-. Mi intención principal es hablar sobre un personaje en específico: Allan.

Hablemos de Allan

Llega un momento en toda cinta cinematográfica en el que eliges algún personaje con el que te identificas, sientes empatía o comulgas con sus ideales. Desde el momento de su aparición, hubo uno que llamó mi atención: Allan, “el amigo de Ken”. Se trata de un único personaje que no se repite, a diferencia de las Barbies o los Kens. De igual forma, él no tiene ni profesión, ni pasatiempo, como el Ken principal, quien era “Ken de playa”. Allan sólo es Allan, de hecho así lo presenta la película, sólo hay un Allan, al que toda la ropa de Ken le queda.[1]

En diversos foros y redes sociales, se ha mencionado que Allan representa a hombres homosexuales, bisexuales o queer. Incluso, desde mi interpretación, creo que Allan retrata a un hombre gay que sentía algo por Ken, y quien después se da cuenta de que no es lo mejor para él. Puede que sea un argumento exagerado, pero en pláticas con amistades LGBT, elles también lo veían así; por lo que puedo concluir que más de una persona gay se vio reflejado en él.

El sentimiento de no encajar

El día del estreno apareció un tuit, que invitaba a publicar las uñas que llevarían para ir al cine. Las publicaciones en Twitter eran de mujeres compartiendo sus diseños, colores y esmaltes. Yo mismo quise decorar mis uñas para ir al estreno, no soy un profesional, pero me gustaron. Adjunto evidencia:

Estaba a punto de publicar mi foto en este hilo, cuando noté que todas las respuestas eran de mujeres. Incluso, cuando se compartía la invitación, era para que “las morras” formaran parte de esta tendencia. El fenómeno se difundió en un artículo denominado “Mujeres de todo el mundo se unieron para presumir sus uñas inspiradas en Barbie”[2]. Decidí no publicar mi foto, el motivo: no quería que pensaran que un hombre quería ocupar un espacio que no le correspondía.

Esta sensación es algo que nos acompaña desde la infancia. En el preescolar, las niñas llevaban juguetes o eran capaces de hacer juegos creativos, en cambio, los niños se dedicaban a los deportes, juegos más “rudos” o competitivos. En la primaria, durante el recreo, nuevamente había esta división de género entre los juegos. En mi familia, yo disfrutaba de actividades con mis primas sobre aprender a cocinar, bailar o, incluso, recrear las novelas infantiles, pero siempre había un adulto que me decía que eso era incorrecto; que “esos juegos no eran para un hombre, que eran para mujeres”.

Cuando llegamos a la edad de aproximadamente 10 años, nos damos cuenta que, simplemente, las “cosas de niños” no nos gustan. No quieres ensuciarte, no quieres sudar, ni golpear a alguien, porque eso es lo que nos enseñaban que debía hacer un hombre. Preferimos platicar con amigas, pintar, leer, dibujar, cantar, etc. Lo cruel de este descubrimiento, es que también otros niños lo notan. Somos diferentes y no se tolera lo distinto. Así, comenzaron los ataques, insultos y violencia. El bullying que desde antes recibíamos, ahora ha dejado de ser tan solo un juego o una broma.[3]

Llegamos a la adolescencia de la secundaria, una de las peores etapas para nosotres. Los cambios hormonales provocan pensar en nuestra sexualidad y para sorpresa descubrimos no sentir atracción hacia las mujeres. La televisión ordinaria nos ha dicho muchas veces que eso es ridículo; las religiones cristianas nos dijeron que era un pecado grave; y nuestros padres que eso sería una catástrofe si le pasara a la familia. Quieres cambiar, darlo todo por ser “normal”, incluso recurres a ese dios de quien tanto te han hablado, para que te haga un milagro de ser “normal”. Tú solo quieres ser igual que los otros niños, tan sólo quieres ser un simple Ken.

Tres años podrán parecer poco, pero cuando eres acosado, víctima de violencia, burlas y hostigamiento es una eternidad. Muchas mentes brillantes descubrieron sus habilidades desde muy jóvenes; un adolescente gay perdió oportunidades tratando de encajar en algo que no quería hacer. No tuvimos ese romance adolescente, en donde tienes tu primer beso, tu primer corazón roto, tus locuras llenas de pasión. Crecimos con uno de los peores odios, el odio a ser tú y no poder hacer nada para cambiarlo.

El personaje siempre oculto

Durante la preparatoria y la universidad las cosas cambiaron. Las personas eran más respetuosas y encontraban más gustos en común. Sin embargo, nunca falta ese profesor al que no le caes bien por tu forma de ser, la familia criticando una y otra vez que no has presentado a una novia. No te pueden ver a solas con tu mejor amigo porque empiezan a especular. Nunca descansas de los señalamientos. No te sientes seguro en ningún lugar. Los hombres en la calle se burlan de ti, te acosan, te chiflan y hostigan, incluso también mujeres, o tus propios padres critican tu forma de caminar.

En vez de dejar que nuestra diversidad nos guiara y fuera nuestro refugio, aprendimos a callarla. A tratar de ser varonil. Hablar con voz grave, no tener movimientos agitados con las manos, no bailar, no emocionarnos demasiado, tratar de no tener ninguna pasión. Nadie en absoluto debe pasar por eso. Tal vez por eso, yo odio bailar, porque me recuerda a ese sentimiento de ser el centro de burlas.

Actualmente, podríamos decir que se comprende mucho mejor la diversidad, pero hay bastantes baches. Un Ken pudo imponer el patriarcado en poco tiempo, porque los hombres cis heteros tienen un gran respaldo. Entre ellos se cubren, se apoyan, se tapan sus “asuntos” porque se benefician de este sistema desigual.

Es interesante ver cómo se retrata a Allan cuando las Barbies estaban al frente; él era alguien que no brillaba, que no tenía tampoco ninguna función. Los Ken al menos eran un accesorio de las Barbies, tenían compañía. Allá afuera, ¿cuántos Allan se sienten sólos? ¿A cuántos sus familias los han abandonado? Toda la discriminación que viven día con día en sus trabajos, colegios, hogares, en la televisión, el transporte público y otros aspectos sociales.

Cuando el patriarcado llegó a Barbieland,  la pasó peor,

Allan es un forastero que no encaja del todo en las comunidades formadas alrededor de las Barbies o los Kens, una experiencia que resuena con muchos hombres [gay o queer]. Allan está marginado tanto del matriarcado de Barbieland como del patriarcado de Kendom, sin encajar del todo en ninguno de los dos.[4]

Preferimos participar en las aventuras de las niñas a ser dañados en los juegos de los niños. No obstante, muy en el interior, sabemos que las Barbies tampoco nos verán como sus iguales[5]; incluso, este pensamiento llega a conducirnos que, ante el emporio patriarcal, huyamos, por el miedo que nos da ser también víctimas. Allan lo retrata muy bien, él sabe que por sí sólo no podrá ir en contra de los Kens, prefiere irse del Kendom, es hasta cuando Gloria y Sasha le proponen ser aliado que se une y decide luchar junto a ellas. De igual forma, hombres queer y gay observamos a las redes de apoyos de mujeres, anhelamos ser invitades, pero no pretendemos invadir sus espacios de lucha. Claro que hay amigas y mujeres que nos querrán y amaran, habrá una linda relación, pero también, asumimos que cargamos con el estigma de ser “hombres”. La sociedad no te considera hombre completo, ni tampoco te tratará con delicadeza como una mujer, simplemente, no encajas, como en toda tu vida. 

Autoria: dawsondigsdolls

¿Hacer comunidad o tejer redes?

Fácilmente, podríamos decir: “bueno, pues que los gays sean amigos y se acepten entre ellos”, pero irónicamente, la misma sociedad se encargó de vulnerarnos a nosotres mismes. Cargamos por mucho tiempo un desprecio hacia quienes viven su identidad de forma libre, porque existe una envidia al no poder lograr esa hazaña. Estamos compitiendo todo el tiempo entre hombres gay, porque esa era la única forma de tener contenta a nuestra familia, a través de medallas y diplomas. Y bueno, al final, también nos vulneramos, nos desgastamos y nos rompimos.  Somos víctimas del patriarcado, pero también, en otros momentos, nos hemos visto beneficiados de ello, siempre y cuando cumpliéramos sus estándares, “pegarnos el parche del caballo en el pecho”. Es necesario que, como sociedad, posibilitemos la diversidad, las oportunidades igualitarias y el desarrollo integral de ser tú, sin sobreponerte a alguien más.

Se necesitan redes, amistades formadas por diferentes personas, con gustos, pasiones y cosmovisiones diversas. No es una lucha de géneros, o dentro de estos; se trata del reconocimiento de la pluralidad para romper la norma, el sistema caduco y la opresión para decir: “tú puedes ser lo que quieras ser”, así seas mujer, hombre o un Allan. Un abrazo a todos los Allan que se sienten aislados, sólos o incomprendidos.


[1] Como dato adicional, se cree que Allan es el esposo de Midge, la muñeca que está embarazada, sin embargo, no es el mismo, pues en la línea de juguetes, cuando aparece la “Familia feliz”, el esposo se llama Alan, con una “L”, y físicamente son diferentes. En la pelicula, en una escena post créditos, se observa el parto de Midge, y no se visualiza a Allan entre quienes la acompañan; añadiendo que, no tendría sentido que Allan quisiera abandonar a Midge en Barbieland cuando los Kens ocuparon el poder.

[2] Diaz Martinez, Cristina, “Mujeres de todo el mundo se unieron para presumir sus uñas inspiradas en Barbie”, [en línea], en ActitudFem, 21 jul. 2023.

[3] El bullying jamás es un juego o una broma, pero llega el momento en la vida de una persona violentada que descubre que está siendo acosada seriamente.

[4] Osman, Josh, “How Barbie calls out queer men’s role in the patriarchy”, [en línea], en GayTimes, 07 ago. 2023.

[5] Incluso en la película, Allan no era invitado a la noche de chicas, no se señala un hogar y el argumento no se pregunta: ¿y dónde duerme Allan? Los Kens esperaban a que las Barbies despertarán pero, ¿y Allan?  


Lista de referencias

-Diaz Martinez, Cristina, “Mujeres de todo el mundo se unieron para presumir sus uñas inspiradas en Barbie”, [en línea], en ActitudFem, 21 jul. 2023, consultado en: https://www.actitudfem.com/belleza/mexicanas-presumen-sus-unas-y-manicura-estilo-barbie -Osman, Josh, “How Barbie calls out queer men’s role in the patriarchy”, [en línea], en GayTimes, 07 ago. 2023, consultado en: https://www.gaytimes.co.uk/originals/how-barbie-calls-out-queer-mens-role-in-the-patriarchy/

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