Por: Edder Tapia
La sociedad actual y su fuerte inclinación hacia un modelo económico de tipo capitalista ha dejado de lado la cooperación entre los individuos y el libre ejercicio del pensamiento crítico. Por el contrario, como sociedad, hemos desarrollado atracción por la individualidad, la superficialidad, la deshumanización y el desapego; los seres humanos no se perciben como parte de un todo articulado y no colaboran para solucionar los problemas que les atañen.
El intelectual mexicano y ex rector de la UNAM, Pablo González Casanova disertó ―durante una conferencia impartida en Monterrey en 2007[1]― sobre la carencia de pensamiento crítico en las universidades mexicanas. Ahí refirió que tal modo de pensamiento es esa fuerza creadora que nos ayuda a resolver problemas; sin embargo, antes de solventar una situación, se debe conocer el entorno para trabajar con él. Esa es una de las características más importantes del pensamiento crítico: genera ciudadanos capaces de comprender sus contextos y necesidades, rasgo muy necesario para la humanidad, pues se trata de seres que se encuentran en constante relación con otros similares.

Fuente: Fundación Carlos Slim
En esa línea, el texto “Pensamiento crítico y universidad”, publicado en 2008, de José Prieto González, aborda la realidad mexicana y los orígenes del sistema de pensamiento dominante en México y su papel en las aulas.[2] El autor reflexiona sobre un aspecto inquietante: la evolución del pensamiento, en donde Prieto González retoma la diferenciación establecida por los griegos para el concepto de conocimiento, aquella a la que, desde su perspectiva, todos los ciudadanos aspiran. Por un lado, se encuentra la doxa: el conocimiento popular o la voz común; por otro lado, aparece la episteme: se entiende como el conocimiento científico y especializado al que todos deben llegar. Esta dicotomía ha sido tan relevante, que en la Antigüedad Griega era imperativo pasar de un nivel de conocimiento a otro.
De esta condición social, Prieto González plantea que en la actualidad son dos los requerimientos para los jóvenes cuyo objetivo es desarrollar pensamiento crítico: consolidar la democracia, categoría aún joven en Latinoamérica, y establecer el diálogo entre todos los participantes de la sociedad. En palabras de Prieto González: “la buena y sana diferencia de pareceres es lo que estimula el diálogo”[3]. De la falta de diálogo entre quienes participan de la sociedad es que el autor señala la existencia de una crisis dialéctica. Los problemas de Latinoamérica, y en específico de México, surgen de la ausencia de confrontación de las dificultades y la negación de la autocrítica; el pensamiento crítico es un proceso que se ejerce hacía afuera ―se reflexiona sobre el entorno y las dinámicas sociales― y, al mismo tiempo, hacia adentro ―identificar y mejorar las conductas y habilidades personales―. Así, por medio del pensamiento crítico, se busca la mejora de los sistemas de interacción humana, tomando en cuenta tanto lo individual como lo universal.

Fuente: Las Amazonas. Poder y Gloria
No obstante, no es suficiente definir y explicar el pensamiento crítico, es importante que la sociedad lo vuelva útil para su cotidianidad: entender los problemas y solucionarlos. Prieto González refiere que ese es uno de los motivos de la aparente inutilidad social de las humanidades, al menos en nuestra época: la institucionalización del conocimiento en las universidades públicas. Las universidades, como órganos gubernamentales, disponen de recursos destinados a las investigaciones y desarrollo de sus alumnos; sin embargo, la acumulación de conocimiento ha creado profesores que únicamente compiten por puestos altamente remunerados, renombre institucional o mayores oportunidades para la difusión de sus publicaciones, dejando de lado su objetivo real: la impartición de conocimiento y la retribución social del capital que se ha invertido en este proceso.
Asimismo, Prieto González sostiene que el grado académico no representa la capacidad de pensamiento crítico de una persona. De hecho, en algunos casos, un alto grado, más allá de manifestar la habilidad mental y experiencia profesional de un investigador, puede reflejar su capacidad de adaptación al medio institucionalizado del campo científico, a la burocracia de su centro de trabajo. Para las sociedades, no es eficaz tener profesores universitarios con posgrados si éstos concentrarán el conocimiento en un pequeño núcleo y lo utilizarán para fines de escalamiento personal.

Fuente: Colombia Informa
Por último, cabe señalar que en México existe un problema estructural severo, engendrado de las malas prácticas y deficiencias del sistema educativo. Las carencias educativas nacionales han generado problemas como la corrupción, la proliferación de oligarquías y la enorme desigualdad. El conocimiento concentrado en pocas manos ha creado figuras de poder clasistas: se cree que aquellos con niveles académicos elevados se encuentran en un escalafón social e intelectual superior y se creen aislados de los problemas de la sociedad. Además, existe una idea mesiánica sobre el conocimiento: se cree que el saber aprendido en las universidades es el único que difunde esas “certezas” al resto de la gente, que merece ser asimilado y que sólo aquellos instruidos en el mismo son personas con pensamiento crítico.
El desarrollo y la práctica de pensamiento crítico es una obligación de la humanidad, en su búsqueda se debe promover el diálogo entre todos las personas de la sociedad para ubicar y resolver las problemáticas del entorno. Se debe ser capaz de aceptar la crítica de otros y, al mismo tiempo, ejercer la autocrítica, pues no existe el conocimiento absoluto. En suma, el conocimiento “lo hacemos todos, entre todos” los seres humanos.
[1] En el contexto del ciclo de seminarios itinerantes realizados por la UNAM, González Casanova disertó sobre el estado de las Ciencias Sociales en México. Dicha conferencia magistral se llevó a cabo el 7 de junio de 2007 y se tituló “Las ciencias sociales y el pensamiento crítico de nuestro tiempo”. Véase: UANL. “El pensamiento crítico puede ayudarnos a comprender y a actuar [glosa de conferencia del Dr. Pablo González Casanova]”, en Vida Universitaria, año 11, núm. 189, 2007.
[2] Prieto González, José. “Pensamiento crítico y universidad: Estrategias para la consolidación de una sociedad democrática en México”, en Investigación y Ciencia de la Universidad Autónoma de Aguascalientes, [en línea] núm. 2008, pp. 36-44.
[3] Ibidem, p. 39.

