La clase política de Mosca: una obra poco rigurosa pero central para comprender el ejercicio conservador del poder

Por: Oziel Ramírez

Rescatar el pensamiento de Gaetano Mosca vertido en La clase política para subrayar su capacidad de explicar la política conservadora de las elites en el siglo XXI puede ser una tarea complicada. De cualquier manera, se lo tiene como imprescindible para la Ciencia Política en tanto que, por un consenso tácito, el origen del estudio sistemático y nomotético de las elites políticas está ubicado en él. Esto, sin embargo, tiene más que ver con las tradiciones de la disciplina que con la vigencia o influencia de los estudios mosquianos acerca de la llamada clase política o dirigente[1]. La preferencia por los estudios de la democracia representativa, como no, han desplazado la visión ademocratica de la sociedad propuesta por el autor y la han hecho acumular polvo en el anaquel de la teoría, pero, pese a su peculiar condición entre el olvido y la veneración, ésta todavía contiene directrices en torno al ejercicio conservador de la dirección política dignas de mucho análisis.

Fuente: Navarth*

Por supuesto el contenido de La clase política tiene sus propios problemas, su creciente desuso no se debe simplemente a las modas intelectuales. Una vez que el positivismo comenzó a tambalear dentro de las ciencias sociales, el pensamiento de Mosca se reveló como un conservadurismo racionalista, es decir, como parte de una serie de «instrumentos reaccionarios, antidemocráticos y antisocialistas» revestidos de lenguaje científico y con pretensiones de objetividad, cuyo principal cometido no fue explicar la política moderna, sino fungir como reacción ante el debilitamiento del orden del liberalismo político y la proliferación de los pensamientos marxistas y socialistas[2].

Esa es, precisamente, su impronta. Antes de la aparición de las obras de los primeros autores reconocidos como elitistas (Mosca, Pareto y Michels) ya se había barajado su idea principal, esto es, que la dirección de la sociedad sólo es posible en manos de una minoría[3]. Maquiavelo manifestó en los Discursos de la primera de cada de Tito Livio que, en cualquier ciudad, sin importar su ordenamiento, el mando siempre se concentra en un grupo reducido de personas; Saint-Simon y Comte apuntaban en una dirección similar al señalar que el mando debe estar solo en el grupo capaz de impulsar la ciencia, e incluso existen autores, como Rosendo Meza, que interpretan la definición de Estado formulada por Marx y Engels  en el Manifiesto del Partido Comunista (comité de la clase burguesa) como una aseveración que se encuentra en esta misma línea[4]. Y se puede ir mucho más hacia atrás si, como en algunos cursos sobre este tema, se contemplan las reflexiones sistematizadas sobre los ciclos de las dinastías de Ibn Jaldún, e indudablemente se puede ir todavía más atrás.

El estudio del fenómeno de las minorías en el poder no tiene nada de nuevo. La invención de Mosca fue la propuesta de que

(…) toda la historia de la humanidad civilizada se resume en la lucha entre la tendencia que tienen los elementos dominantes a monopolizar en forma estable las fuerzas políticas y a transmitirle su posesión a sus hijos en forma hereditaria; y la tendencia no menos fuerte hacia el relevo y cambio de estas fuerzas y la afirmación de fuerzas nuevas, lo que produce un continuo trabajo de endósmosis y exósmosis entre la clase alta y algunas fracciones de las bajas.[5]

Es decir, el intento por desestimar de un plumazo la posibilidad de que la democracia, entendida como el gobierno de las mayorías, exista y también de probar que el motor de la historia no es la lucha de las clases, sino la circulación de una sola: la clase política. Esto no lo hizo con el rigor suficiente para hacer generalizaciones tan amplias, ya que el sostén del autor para ello son una serie de ejemplos que discurren en La clase política como anécdotas escogidas a modo que saltan entre el México precolombino, Rusia y Turquía del Siglo XIX, Atenas, y demás.

Fuente: El Nacional

Pero aquí no interesa pesar aquella obra por su rigor o congruencia. Está claro que al asegurar la imposibilidad de la realización de un mundo organizado de manera distinta[6] la teoría elitista mosquiana de la clase política se enfiló, como otras tantas, a la conquista del campo del saber acerca de la política, no a la inequívoca demostración de sus afirmaciones y de los errores del liberalismo o el materialismo histórico. Por tanto, lo que importa es su búsqueda por constituir la topografía de aquel, y en esa medida, lo que La clase política y otros textos que se inspiraron en él contienen son una serie de directrices que buscan estar en posición, como buenos pensamientos conservadores[7], de resolver para los grupos en el poder una serie de problemas para un ejercicio estable del mismo.

De esas reflexiones, la que aquí nos interesa es aquella legada por la pregunta acerca de la capacidad de los menos de someter a los más. El estudio de las elites propuesta por Mosca no es la de los líderes más capaces ni una revelación de las realidades perversas y desesperanzadoras de las biografías de los gobernantes. En La clase política las mayorías están completamente inhabilitadas para resistir la fuerza de las minorías en tanto que se supone que «cada individuo de la mayoría […] se encuentra solo ante la totalidad de la minoría organizada» dado que «Cien que actúen siempre concertadamente y en inteligencia los unos con los otros, triunfaran sobre mil tomados uno a uno y que no tengan acuerdo entre sí»[8].

Aquí el acento no está puesto en lo que en la actualidad de la Ciencia Política se puede denominar terror al asambleísmo[9], ni tampoco en el erróneo supuesto de que solo las minorías se pueden organizar[10] sino en el enfrentamiento entre la organización y la desorganización. Para Mosca «la presión proveniente del descontento de la masa de gobernados, las pasiones que agitan a esta, pueden ejercer cierta influencia sobre la dirección de la clase política», pero no más puesto que si las masas destronaran a esta última, necesariamente, de aquella emergería otra minoría organizada[11]. En suma, para el autor, solo la organización enfrentada a la desorganización representa la capacidad de ejercer la dirección política. Esta es una de las directivas más importantes y originales que la literatura conservadora ha enunciado al pensarse en y explicarse sus posiciones de poder. Lo interesante del pensamiento de Mosca vertido en La clase política es que la estabilidad del poder no depende del todo las ficciones ni de la pura violencia, sino la capacidad de anular la fuerza de los números; depende, pues, de la capacidad de hacer fluir el poder de los otros en un determinado sentido, llevarlo a lizas específicas donde se puedan establecer relaciones en las que los dominados se vean obligados a actuar como individuos frente a estructuras concertadas de antemano. De tal manera que el desafío legado por Mosca no es el de escribir y reescribir sus errores ni lo moralmente aborrecible de su menosprecio por las mayorías, sino el de identificar y reflexionar las arenas y estrategias políticas que permiten los términos de enfrentamiento en los que las minorías en el poder están siempre aventajadas, y de ser posible, encontrar el modo de desbordarlas.


[1] O sea, la clase «menos numerosa [que] desempeña todas las funciones políticas, monopoliza el poder y disfruta de las ventajas que van unidas a él» y que por esta definición puede comprenderse dentro del término elite o asemejarse a otros que refieren a minorías poderosas como aristocracia, oligarquía, etc. Véase: Mosca, Gaetano, La clase política, 1ª edición, Fondo de Cultura Económica, México, 1984.

[2] Díez Álvarez, Luis Gonzalo, “Vilfredo Pareto y la evolución del pensamiento conservador europeo”, en Revista de Estudios Políticos (nueva época), p. 135.

[3] Bolívar Meza, Rosendo, “La teoría de las élites en Pareto, Mosca y Michels”, en Iztapalapa: Agua sobre lajas, p. 387.

[4] Ídem.

[5] Mosca, Gaetano, La clase política, 1984, p. 126.

[6] Ibid., p. 107.

[7] Es decir, defensor programático de lo existente. Véase Von Beyme, Klaus, “El conservadurismo”, en Revista de Estudios Políticos (nueva época), núm. 43, 1985, pp. 7-44.

[8] Mosca, Gaetano, op. cit., p. 110.

[9] Véase: Sartori, Giovanni, Ingeniería constitucional comparada: una investigación de estructuras, incentivos y resultados, 2ª edición, México, 2001.

[10] Mosca, Gaetano, op. cit., p. 110.

[11] Mosca, Gaetano, op. cit., pp. 107-108.


Referencias

  • Bolívar Meza, Rosendo, “La teoría de las élites en Pareto, Mosca y Michels”, en Iztapalapa: Agua sobre lajas en Universidad Autónoma Metropolitana, núm. 52, 2002, pp. 386-407.
  • Díez Álvarez, Luis Gonzalo, “Vilfredo Pareto y la evolución del pensamiento conservador europeo”, en Revista de Estudios Políticos (nueva época), Universidad Francisco de Vitoria, núm. 132, 2006, pp. 133-155.
  • Mosca, Gaetano, La clase política, 1ª edición, Fondo de Cultura Económica, México, 1984.

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