Por: Eva Márquez
Si bien soy consciente de que es imposible abarcar el mundo literario en su totalidad, de un tiempo para acá me he propuesto conocer nuevos horizontes más allá del canon occidental. Así, he disfrutado mucho de leer autores cuyo nombre no sé pronunciar de forma correcta; por ejemplo, escritores asiáticos. Entre los descubrimientos literarios que poblaron mi 2023, uno de los más sobresalientes fue Si no podemos viajar a la velocidad de la luz, de la escritora coreana Kim Cho-Yeop[1].
El boom del Hallyu u Ola Coreana[2] no ha constado nada más de música y series, sino también de su producción literaria. Sus autores son cada vez más traducidos a otros idiomas, incluido el español, lo que nos permite acercarnos a géneros literarios con propuestas un poco distintas a las occidentales. Una prueba de ello es la obra de Kim Cho-Yeop, quien antes de dedicarse a la literatura se desempeñó como científica, experiencia reflejada en sus textos.

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Con una traducción a cargo de Joo Hasun, Si no podemos viajar a la luz es una antología de cuentos. Los relatos que la componen son: “Si no podemos viajar a la velocidad de la luz”; “¿Por qué no regresan los peregrinos?”; “Espectro”; “La materialidad de las emociones”; “Sobre mi heroína espacial”; “Ilocalizable”; “La hipótesis de la simbiosis”. Cada uno de estos cuentos presenta situaciones y personajes diferentes, cuyo hilo conductor, además de la ciencia ficción especulativa, es la nostalgia, sentimiento tan humano que remite a la idea de que todo tiempo pasado fue mejor, y sino mejor, al menos sí amado y anhelado, incluso en un futuro donde pareciera que cualquier objetivo se puede alcanzar.
El primer cuento, que da título al libro, no está elegido por casualidad. De hecho, en este relato el lector puede corroborar la genialidad y singularidad de la narración de Kim Cho-Yeop. A parte de presentar un mañana con viajes espaciales cotidianos, se detiene a explicar con términos científicos cómo estos se llevan a cabo y cuáles fueron las etapas de investigación que permitieron alcanzar dicha tecnología; asimismo, añade detalles que entre la emoción de un futuro tal, se podrían olvidar, por ejemplo, las implicaciones en salud mental: “Aun suponiendo que alguien pudiera aguantar tan largo viaje, ¿cuánto crees que habrían podido mantener la cordura en una nave espacial sin nada con qué entretenerse y viendo por la ventana el mismo paisaje negro y desolado todos los días?”[3]. Así, para la escritora, el avance tecnológico no elimina cuestiones existenciales ancestrales, las potencializa: si la humanidad puede habitar en otras partes del espacio, “solo estamos multiplicando la suma total de la soledad existente en el universo”

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Otro cuento que quisiera resaltar, a pesar de que todos son memorables, es el de “Espectro”, que sin duda será una delicia para el lector interesado en cuestiones de lenguaje. Su trama gira en torno a una científica-astronauta que por accidente queda varada en un mundo todavía no descubierto por los humanos. Al igual que en el anterior relato, brinda detalles de corte científico que le dan un mayor realismo al texto: “Lo cierto es que el hecho de que Heejin se mantuviera viva alimentándose de los frutos y animales de ese planeta era la prueba más clara de que sus elementos bioquímicos básicos coincidían con los de la Tierra”[4]; también reflexiona sobre temas de un probable lenguaje extraterrestre y cómo decodificarlo: “Parecía que los sonidos de su lenguaje no estaban dentro del rango de audición humana […] ¿Podrían ser los colores la unidad semántica de su sistema lingüístico?”[5] Además, aborda la cuestión de la reencarnación y la esencia del ser: “Dentro de sus convicciones, la esencia de todo ser jamás moría y pasaba de un cuerpo a otro hasta la eternidad. Creían que el alma se transfería de un cuerpo al siguiente”[6].

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A lo largo de la narración pueden identificarse referencias a obras del mismo género, tanto occidentales como orientales, por ejemplo, a Liu Cixin[7] y su teoría del bosque oscuro. En resumen, para los amantes de la ciencia ficción, Kim Cho-Yeop brinda una propuesta innovadora y fresca que no decepciona. Los conocedores así como quienes empiezan a incursionar en el género disfrutarán de la lectura de esta prometedora escritora coreana. Continuemos expandiendo nuestros horizontes literarios.
[1] En esta reseña se usará la onomástica coreana, en la cual se nombra primero el apellido y después el nombre propio.
[2] Recibe el nombre de Hallyu u Ola Coreana la popularidad de la cultura pop coreana fuera de sus fronteras, como son las series (kdramas) y la música (kpop). El término se acuñó en los 90 y se ha retomado por su renovada influencia a nivel mundial.
[3] Kim, Cho-Yeop, Si no podemos viajar a la velocidad de la luz, 2022, p. 13.
[4] Ibídem, p.78.
[5] Ibídem, p. 75-84.
[6] Ibídem, p. 80.
[7] Autor del popular libro El problema de los tres cuerpos, primera parte de la trilogía “El recuerdo del pasado de la Tierra”. Es considerado uno de los más importantes escritores contemporáneos de ciencia ficción especulativa.
Lista de referencias:
Kim, Cho-Yeop, Si no podemos viajar a la velocidad de la luz, 1era edición en español, Planeta, España, 2022.

