Por: Yocelin Luna
En 2024 tendremos el proceso electoral más grande de la historia de México, se celebrarán elecciones federales y concurrentes. Se renovará la presidencia de la República, los curules de la cámara de diputados y senadores; a nivel local, en las 32 entidades federativas, en total se elegirán 19 mil cargos[1].
La opinión pública ha puesto énfasis en la elección presidencial, sobre todo, por la participación de dos candidatas mujeres con amplias posibilidades de triunfo. Por un lado, tenemos la candidatura oficialista de Claudia Sheinbaum que representa a la coalición “Sigamos Haciendo Historia” integrada por Morena, PVEM, y PT[2]. Y por otro, la candidatura de Xóchitl Gálvez de la coalición opositora “Fuerza y Corazón por México” que representa al PRI, PAN y PRD[3].

Fuente: Associated Press News
Si bien participa también, la candidatura de Jorge Álvarez Máynez representando a MC[4], los estudios demoscópicos muestran que este candidato tiene pocas posibilidades de triunfo, dado el poco conocimiento de su imagen y la baja intención de voto a su favor. Es por ello que la discusión se centra en las dos candidatas.

Fuente: Blomberg
Si bien las candidatas se muestran como opciones divergentes, existe una similitud en ambas que refiere a la naturaleza de las coaliciones que representan. Alianzas electorales formadas por pragmatismo político, evidencian que hay un desdibujamiento ideológico de las ofertas partidistas. Esta realidad es imperante, México tiene partidos políticos que se orientan por victorias electorales y cargos públicos. La distinción entre una oferta y otra pierde claridad, de ahí la frase popular “todos son iguales”.
El debate en torno al macro proceso electoral de 2024 gira en torno a la definición minimalista de la democracia, o sea, la democracia electoral. Aquella en la que importan los partidos, la competencia y las victorias electorales[5]. La discusión sobre la democracia social en campañas electorales, se opaca por el seguimiento mediático de los actores políticos, la democracia como el poder del pueblo dista mucho de la realidad mexicana.
Si bien la incertidumbre en los procesos electorales, es un factor que da cuenta de la existencia de democracia en un país, esto es insuficiente. Las y los mexicanos tenemos que orientar el debate hacia el tipo de democracia que se ha construido en el país.
Por su puesto que las elecciones importan, pero, se requiere cuestionar también los niveles de pobreza, el crecimiento de la desigualdad social, las elevadas tasas de violencia e inseguridad y un sinfín de problemáticas que aquejan a la sociedad mexicana y que en gran medida son responsabilidad de los tomadores de decisiones, es decir, de quienes integran los partidos políticos.
Hablar de los partidos y los actores políticos necesariamente nos lleva a observar la clase política que existe en México. Clase política que ha militado en partidos de izquierda y derecha, clase política que ha estado involucrada en casos de corrupción, clase política que se orienta más por el compadrazgo y nepotismo, que por el profesionalismo y transparencia.

Fuente: Cuestione
Las elecciones de 2024 son de importancia porque se vislumbra la llegada a la presidencia de una mujer. Claro que tal situación es de celebrarse, no obstante, las elecciones de 2024 también permiten reflexionar sobre las particularidades de la política mexicana.
La institucionalidad democrática contrasta con la existencia de estructuras partidistas que movilizan votos a favor del mejor postor. En campaña política hay contacto con el electorado, porque a los partidos les interesa conseguir el mayor número de votos. En el gobierno los representantes se tornan figuras lejanas y ajenas a las necesidades sociales.
El proceso electoral de 2024 será un hito en la historia de México, porque muy probablemente, Claudia Sheinbaum con una intención del voto del 60% [6] encabece la presidencia de la República. Pero también es un buen momento para debatir los problemas estructurales o de fondo que prevalecen sin importar si gobierna el PRI, PAN o Morena. Las y los mexicanos no somos solamente electores, somos ciudadanos en tanto sujetos de derechos y responsabilidades; de manera que, aunque se asuma una posición apática sobre partidos, política y democracia, las decisiones que toman nuestros representantes políticos —que se transforman en políticas públicas y programas de gobierno— nos afectan directamente. La sociedad mexicana tiene la responsabilidad de exigir, evaluar y cuestionar al poder político, más aún, en procesos electorales.
[1] Instituto Nacional Electoral, Elecciones 2024, [en línea], 17 mar. 2024.
[2] Movimiento Regeneración Nacional, Partido Verde Ecologista de México y Partido del Trabajo.
[3] Partido Revolucionario Institucional, Partido Acción Nacional y Partido de la Revolución Democrática.
[4] Movimiento Ciudadano
[5] Barrueto, Felipe y Navia, Patricio , “Tipologías de democracia representativa en América Latina” en Política y Sociedad, Vol. XX, No. 2, 2013, p.272.
[6] Llaneras, Kiko, “¿Qué dicen las encuestas en México? Sheinbaum tiene un 89% de probabilidades de ganar” en El País, [en línea], 17 mar. 2024.
Lista de referencias
Barrueto, Felipe y Navia, Patricio , “Tipologías de democracia representativa en América Latina” en Política y Sociedad, Vol. XX, No. 2, 2013.
Instituto Nacional Electoral, Elecciones 2024, [en línea], consultado en: https://www.ine.mx/voto-y-elecciones/elecciones-2024/ , 17 mar. 2024.
Llaneras, Kiko, “¿Qué dicen las encuestas en México? Sheinbaum tiene un 89% de probabilidades de ganar” en El País, [en línea], 17 mar. 2024, consultado en: https://elpais.com/mexico/elecciones-mexicanas/2024-03-17/que-dicen-las-encuestas-en-mexico-sheinbaum-tiene-un-89-de-probabilidades-de-ganar.html.

