Ser inspiración o conformismo: la danza de tu elección

Por: Rubén Méndez

En el vasto lienzo de la existencia, cada persona es convocada a trazar su propia sinfonía, a componer los acordes de su destino con la pluma de la elección. Nos hallamos en un teatro efímero, donde el telón se alza ante la dualidad de ser la musa que enciende las hogueras del cambio o la persona espectadora pasiva, sumida en las sombras del conformismo y el resentimiento. La esencia misma de la juventud yace en su impulso intrínseco de desafiar las convenciones, de desenredar las cadenas del statu quo y alzar el vuelo hacia la cúspide de lo inexplorado. Somos las y los custodios del mañana, construimos las realidades venideras, y en nuestras manos reposa el poder de moldear el rumbo de nuestra realidad, de nuestros proyectos, de nuestro México.

No obstante, en el vasto océano de posibilidades, el seductor canto del conformismo se alza como un eco que resuena, susurrando promesas de confort y una supuesta seguridad en cada ola que acaricia la costa de nuestra voluntad. Es tentador sucumbir a la tranquilidad de la mediocridad, acomodarse en las tibias aguas de lo ordinario y renunciar al desafío de trascender. Habrá justificaciones ciertas y otras confusas, como el tema de cuidarnos, nuestra mente y cuerpo, pero creo que detrás de ello también caemos en un egoísmo, ¿es acaso nuestro ser una máquina débil? La sociedad nos necesita, este mundo en crisis nos necesita. Pero ¿acaso nacimos para languidecer en la penumbra de lo común? ¿Nos contentaremos con ser meros observadores en el gran espectáculo de la vida, cuando la llamada de la grandeza resuena en cada fibra de nuestro ser? Desde lo más profundo de mi pensar y opinión propia me atrevo a señalar que ¡no! El universo clama por nuestra audacia, por la llama ardiente de nuestros sueños que ilumina el camino hacia horizontes insospechados.

Desde mi experiencia y testimonios cercanos a jóvenes que no vienen de espacios ampliamente privilegiados, he comprendido que ser inspiración implica desafiar las convenciones, desgarrar el velo de lo establecido y dar paso a la innovación y el cambio. Es alzar la voz en un coro de disidencia, enarbolar las banderas de la originalidad y marchar con paso firme hacia la grandeza que aguarda en lo desconocido. Cada uno de nosotras y nosotros es un poema inacabado, una obra maestra en constante evolución, y es nuestra responsabilidad honrar nuestro potencial máximo. El mundo espera ansioso nuestras contribuciones, nuestras huellas indelebles en el lienzo del tiempo, y no defraudaremos esa expectativa.

En este escenario efímero que llamamos vida, la elección es clara: ser la fuerza motriz del cambio, o sucumbir al letargo del conformismo, relegados al olvido en el flujo implacable del tiempo. Ahora bien, no se trata de llevarnos a los límites del estrés, es más, no hacer nada incluso puede ser más conflictivo. Como el agua que se queda estancada en el charco y tarde o temprano se pudre, a diferencia del río que danza en movimiento continuo. El estrés y cansancio de la rutina es un problema que no se quitará automáticamente escondiéndonos en las sombras. Se trata de meditar nuestras emociones por completo, eso que nos motiva, eso que nos mueve. Si no somos conscientes de nuestros sentimientos, podemos entorpecer el funcionamiento incluso de otras personas o proyectos más grandes, debido a problemas imaginarios o resentimientos sin sentido. Es fácil acusar a quienes se esfuerzan demasiado por no tener “vida social”, pero perdemos de vista que gracias a estas personas hoy contamos con mejores estilo de vida.

El camino hacia la innovación y el progreso está empedrado con los sacrificios de aquellos que se negaron a aceptar el status quo, que desafiaron la complacencia y la mediocridad en busca de la grandeza. Ese libro que amamos fue el fruto del esfuerzo, noches de desvelo e imaginación. Ese auto que te transporta a la escuela o el trabajo está cargado por historia de personas que inventaron y trabajaron hasta perfeccionar su creación. Esa red de apoyo no se construyó de la noche a la mañana, ha costado mucho crear espacios dinámicos y a su vez complejos. Cada obra maestra, ya sea un automóvil que redefine la movilidad humana o una novela que trasciende las fronteras del tiempo y el espacio, es el fruto de un compromiso inquebrantable con la excelencia, un testamento a la capacidad infinita del ser humano para superar los obstáculos y alcanzar nuevas alturas. Detrás de cada logro monumental yace una historia de perseverancia, de sacrificio y de un deseo implacable de dejar una marca indeleble en el tejido del universo.

Somos arquitectos y arquitectas del mañana, tejedores de sueños y guardianes del conocimiento, en nuestras manos reposa el poder de moldear el destino de las generaciones venideras. A través de esta reflexión, les invito a abrazar la llama de la curiosidad, a explorar los recovecos del conocimiento con una sed insaciable de sabiduría. Que sus mentes sean linternas en la oscuridad, guiando el camino hacia nuevos descubrimientos y horizontes inexplorados. Recordemos siempre que el viaje del aprendizaje es un viaje sin fin, una danza eterna entre el error y el descubrimiento, y que cada paso nos acerca un poco más hacia las verdades que yacen en lo más profundo del universo.

Que lo que hagan hoy, sea faro de esperanza en un mundo oscuro, recuerden, para crear los grandes espacios de los que nos beneficiamos (como universidades, espacios de difusión o redes) alguien tuvo que imaginarlo y esforzarse por materializar el sueño. Es fácil poner en un curriculum vitae que eres o fuiste parte de algo grande, pero lo difícil es ayudar y contribuir para que más personas aprendan a explotar su potencial. Les invito a ser quienes construyen espacios, desde sus cimientos, columnas y refugios, y no sólo pretenden habitarlo sin aportar. En la encrucijada de nuestras vidas, recordemos siempre que tenemos el poder de ser la inspiración que enciende las llamas del cambio, que ilumina el camino hacia un futuro más brillante y prometedor. Alcen sus voces en un coro de esperanza y determinación, y recordemos siempre que nuestro potencial es ilimitado, que nuestro destino está en nuestras manos. Sean la inspiración que el mundo necesita, constructores del mañana. Forjaremos un futuro donde el conocimiento sea la moneda de cambio y la sabiduría sea la guía que nos lleve hacia cosas bellas. Aléjense de quienes fomentan la mediocridad. Tengan presente que este mundo requiere de cuidados extremos, de personas que hagan un cambio en pro de las generaciones futuras. Su voluntariado, su testimonio, su activismo, su amor por la naturaleza, su creatividad, esa valentía de dejar su hogar, sus letras contribuyen mucho, pero siempre y cuando sea en comunidad. Si tienen la pasión por subir montañas, no dejen de hacerlo y en cada recorrido contemplen la inmensidad de su trayectoria. Si tienen la posibilidad de independizarse y mudarse de casa, tengan en cuenta que muchos caminos se abrirán. En el mundo hay muchas personas que se quejan por todo y de todos, cayendo en una ridícula rutina, pero, ¿cómo podemos hacer algo para evitarlo? La respuesta está en tratar de ser siempre un faro de luz, motivación e inspiración. Tejan conocimiento desde sus realidades. Exploren nuevos lugares, dejen huella de su poesía y que su espíritu joven no dependa de un asunto de edad, de tiempo o energía. Es fácil brillar individualmente buscando el reconocimiento y los aplausos, lo difícil es ayudar a otras personas a ser luz, porque eso es lo que necesita nuestra sociedad: un brillo masivo, en el que nos unamos para iluminar senderos y ser una fuente de inspiración.

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