Política sin contenido

Por: Yocelin Luna

En una democracia liberal, como la de México, los partidos son los actores clave que vinculan al electorado con el poder político. Para ello, las elecciones son el procedimiento mediante el cual, en son de pluralidad, distintos partidos difunden sus propuestas con la intención de convencer al electorado para que les brinden su voto.

La democracia no es sólo elecciones, sin embargo, su importancia se centra en que estas representan el momento para el intercambio de ideas entre la sociedad y los partidos. Estos institutos políticos ofertan una serie de propuestas de solución, ante problemáticas de la población configurando su proyecto político. Mientras el papel de la ciudadanía, en términos ideales, es elegir de manera informada y crítica al candidato de su preferencia, o sea, a su representante político.

México tiene elecciones generales en el ámbito nacional cada seis años, para renovar al titular de la presidencia de la República y los integrantes del Senado; en el ámbito local se renuevan las gubernaturas. Las elecciones intermedias se realizan cada tres años, para elegir los curules de la Cámara de Diputados y en lo local a los presidentes de comunidad, integrantes de ayuntamientos, y diputaciones de los congresos estatales. En 2024 tenemos un proceso concurrente, ya que, coincide la elección de cargos del nivel nacional y local.

La elección de este año es de importancia porque en esta se elegirán 20 mil 286 cargos con un padrón electoral[1] de 98 millones de personas[2], tanto el número de cargos a elegir como el número de posibles votantes es elevado, el 2 de junio se espera una alta participación. Las campañas políticas, que aún no terminan, son clave en la influencia del electorado para que este defina sus preferencias. El día de la jornada electoral la ciudadanía mediante el voto dará cuenta de su identificación partidista. 

Se espera que en procesos electorales el debate, la discusión y contraste de ideas, propuestas y programas de acción dirijan la opinión pública.  En México el proceso electoral para elegir al titular de la presidencia de la República, por el contrario, evidencia una política vacía, es decir, sin contenido, que se orienta al estilo  de un reality show.

Los tres debates presidenciales que el INE organizó, han dejado mucho que desear a opinión de la gran mayoría del público que los visualizó. Claudia Sheinbaum de la coalición “Sigamos haciendo historia” con Morena, PT y PVEM; Xóchitl Gálvez de la coalición “Fuerza y corazón por México” representando al PRI, PAN y PRD; y Jorge Álvarez Máynez de MC han tenido participaciones a las que se les puede exigir mayor rigor.

Fuente: MVS Noticias

Argumentos, planteamientos y señalamientos que más que fomentar la discusión apelan a una dinámica de exhibición. Predominan los argumentos ad hominem, es decir, aquellos que directamente cuestionan a la persona, en este caso a los participantes y no al proyecto que representan. La reflexión y discusión se tendría que orientar a las propuestas, para ello es un debate, para que la ciudadanía tenga información sobre las líneas de acción y así  diferenciar entre las distintas candidaturas y definir su preferencia.

El golpeteo y los argumentos que parecen fake news han caracterizado los tres debates nacionales. En temas tan relevantes como pobreza, empleo, salud, educación, seguridad, justicia y muchos más, la expectativa se orienta a la discusión de estas problemáticas, que están presentes en cada proceso electoral; porque, efectivamente, la sociedad carece de condiciones materiales que le permitan mejorar su nivel de vida y tener movilidad social.

Los debates que se transmiten a nivel nacional no son para que las candidatas y el candidato se demeriten entre sí. Si bien es cierto que el circo político se ha convertido en una fuente de entretenimiento prominente para las y los mexicanos, la dimensión de los problemas que aquejan a la sociedad exige propuestas de solución del mismo calado, y no solamente escuchar dimes y diretes que causan la percepción de una política sin contenido.

Tenemos debates sensacionalistas que evidencian, no la baja calidad de la clase política, sino la inexistencia de calidad. Propuestas que aseguran un México utópico sin carencias sociales, se repiten cada tres y seis años en períodos electorales. Las propuestas de acción se convierten en promesas sin sentido, que buscan obtener en lo inmediato el mayor apoyo mediático, aunque carezcan de rutas de implementación precisas.

Estas dinámicas de tipo pragmático surgen con el proceso de desideologización u homologación ideológica por el que han atravesado los partidos políticos, mismo que se alinea a la dinámica económica, política y social del capitalismo en su fase neoliberal. Lo cual quedó en evidencia en los primeros años de este siglo, con el amasiato denominado PRIAN, cuyos gobiernos en política económica se caracterizaron por mantener una línea que favoreció en gran medida a los capitales privados, en demérito de la gran mayoría.

Los  matices, tintes, o diferencias en sus principios e ideologías están en papel, sin embargo, en la praxis política los claroscuros evidencian alianzas, estrategias y programas electorales formados con el objetivo de obtener el máximo rendimiento electoral, es decir, el mayor número de votos.

Fuente: Reforma

En el ámbito local la distinción ideológica pierde relevancia, dado que, importa más el reconocimiento de los actores por su liderazgo y cercanía con la población, y no el de los partidos políticos que los postulan. Dicha situación fomenta campañas políticas centradas en el personalismo de los candidatos.

La pérdida de ideología de los partidos políticos tiene por lo menos dos afectaciones directas en la sociedad. Por un lado, la libertad de simpatía y afiliación que las personas tenga por algún partido ya no se rige por valores y principios característicos de una agrupación política, en consecuencia, las bases partidistas se guían por las decisiones de las cúpulas. Por otro lado, tenemos que, si los partidos se conducen mediante pragmatismo político, entonces, como gobernantes su agenda se orientará a la realización de intereses particulares y no a la atención de las necesidades sociales.

Situación de importancia ya que, las dinámicas partidistas se diferencian según los ámbitos. En un país tan diverso como México, la falta de ideología se entrecruza con las particularidades de los territorios, como es la vocación productiva, el nivel socioeconómico, la presencia del crimen organizado, vigencia de poderes fácticos como los cacicazgos, entre otros; condiciones que también contribuyen al desdibujamiento ideológico de la clase política.

A pesar de éstas dinámicas, la ciudadanía en su ejercicio del derecho político del voto tiene la posibilidad de influir en estas realidades. Que si bien, se ve limitado a la elección de una opción, según el abanico de candidaturas que eligieron los partidos, no la sociedad, las y los mexicanos tienen en su voto el poder de premiar o castigar a las alternativas partidistas conforme a sus resultados. 

Resultados que se observan en la cotidianidad de las y los mexicanos, en el costo de la canasta básica, en la seguridad que se siente al caminar en la calle, en la educación que ofrece la escuela mexicana, en las oportunidades para tener bienestar. Ante estas circunstancias que todos vivimos día a día, las promesas de las y los candidatos son difíciles de creer.

No obstante, para modificar las condiciones de pobreza, marginación, desigualdad e inseguridad que se viven en el país, necesariamente se requiere de los partidos y de los actores que eventualmente se convierten en representantes políticos. En las democracias actuales no se puede prescindir de los partidos en tanto vínculos sociedad-gobierno, pero sí podemos exigir que haya una mejora en su desempeño como dirigentes y representantes políticos.

Fuente: El Economista

En este sentido, cada una de las propuestas que las 20 mil 708 candidaturas[3] hacen en las comunidades, municipios, entidades tendrían que expresar ¡cómo se van a implementar!, el ¡qué! no es suficiente. Prometer por prometer es ilusionar, esperanzar y jugar con las necesidades sociales. En tal realidad, a la sociedad mexicana por lo menos se le tendría que ofrecer una política de propuestas, de calidad, de discusión. En suma, una política de contenido, una política que más allá de entretener en procesos electorales, cambie la realidad de las y los mexicanos.

Aunque, para ello se requiere de una ciudadanía informada, crítica y con memoria. El fortalecimiento de la discusión pública va en dos sentidos, no sólo del escrutinio de los partidos políticos, sino también del tipo de electorado. Una sociedad pasiva, desinformada y sin conciencia histórica es afín a la clase política mexicana. Tener una política de contenido es responsabilidad de los partidos, pero también de la ciudadanía. La discusión sobre la construcción de un país mejor para todas y todos no es importante solo en procesos electorales, esta tarea es de ciudadanía y partidos. La política como acción es el camino que tenemos en la actualidad para transformar la vida de las personas, el diálogo y los consensos son necesarios. Para lograr esto se requiere cuestionar el papel, las dinámicas y comportamientos de los partidos y también el de la ciudadanía.


[1] El padrón electoral es un registro que tiene el Instituto Nacional Electoral del conjunto de personas que tienen credencial para votar vigente.

[2]  Instituto Nacional Electoral, Central Electoral, [en línea], 18 may. 2024.

[3] Instituto Nacional Electoral, Proceso electoral en números, [en línea], 18 may. 2024.


Lista de referencias

Instituto Nacional Electoral, Central electoral, [en línea], consultado en:  https://centralelectoral.ine.mx/2023/09/08/para-las-elecciones-2024-se-elegiran-mas-20-mil-cargos-de-eleccion-popular-y-seran-llamadas-a-las-urnas-alrededor-de-98-millones-de-mexicanas-y-mexicanos/, 18 may. 2024.

Instituto Nacional Electoral, Proceso electoral en números, [en línea], consultado en:  https://www.ine.mx/transparencia/proceso-electoral-en-numeros/, 18 may. 2024.

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