¿Quién es ese tal ChatGPT?

Por: David Velez

Del 17 al 21 de junio, el Centro Universitario de la Costa (CUC) de la Universidad de Guadalajara (UDG) fue sede de un curso de actualización docente centrado en la Inteligencia Artificial Generativa (IAG) y su aplicación en la educación y la investigación. Este curso se organizó en respuesta a una solicitud especial, fruto de mis colaboraciones previas con diversos profesores e investigadores de este centro. Organizar un curso comprensivo, incluyendo objetivos de aprendizaje, competencias a desarrollar, actividades y bibliografía, no fue tarea sencilla, especialmente dado el ajustado plazo de dos meses para su diseño e implementación. De manera individual, desarrollé todo el contenido del curso y, posteriormente, también me encargué de impartirlo. Esta responsabilidad formó parte de mis servicios como profesional independiente .

El curso estuvo destinado a tres grupos distintos: dos de ellos se reunieron en sesiones matutinas y  vespertinas de lunes a miércoles, mientras que el tercer grupo comenzó sus actividades el miércoles por la tarde y prosiguió el jueves y viernes. Esta actividad se enmarca dentro del Programa de Formación para la Innovación Docente (PROINNOVA) de la UDG, que tiene como objetivo fomentar la actualización continua de los docentes.

El primer día, al entrar al aula, se percibía una mezcla de escepticismo y desconfianza. Los asistentes, docentes de las divisiones de Ingenierías, Ciencias Exactas y de la Salud, escuchaban la introducción al curso. Algunos ya habían oído hablar de la IAG para generar textos o imágenes, principalmente por sus alumnos, pero muchos no sabían más allá de esas aplicaciones. La sorpresa fue palpable cuando, al mencionar ChatGPT[1], más de un docente preguntó: ¿Quién es ese tal ChatGPT?

Promoción del curso

Este inicio fue solo el preludio de una semana intensa. A pesar de que la Inteligencia Artificial ya cuenta con alrededor de 180.5 millones de usuarios en el mundo[2] y se contabilizan unos 1626 millones de usos en la versión web gratuita, su integración en la educación aún es limitada. Por ello, este curso de actualización no buscó imponer la adopción de esta tecnología, sino más bien ofrecer una alfabetización digital, una primera aproximación que permitiera a los asistentes conocer y valorar su potencial. Con cada sesión, alrededor de 100 docentes presentes comenzaron a abrirse a nuevas posibilidades. Sus niveles de conocimiento y habilidades respecto a la IA eran variados, pero el diálogo y la interacción se convirtieron en el motor central del aprendizaje.

Docentes durante el curso

En el día uno la discusión no tardó en surgir. Algunos docentes vieron en estas herramientas un recurso para mejorar sus clases, facilitar la redacción de artículos científicos o apoyar sus proyectos de investigación. Sin embargo, también emergieron preocupaciones. El uso indebido de estas herramientas por parte de los estudiantes fue un tema central, en especial porque se ha percibido un uso cada vez más frecuente en trabajos escolares, ya sea para generar textos, vídeos, audios incluso código elaborado para el área de programación. Ante la imposibilidad de prohibir el uso de esta tecnología se recomendó usarla bajo ética e integridad académica: este tema estaba originalmente planeado para el último día del curso pero ante la preocupación de los asistentes fue necesario abordarlo en el día uno.

La ética es fundamental cuando se trata del uso IAG, aspectos como la transparencia, la atribución adecuada, el respeto por la privacidad y los derechos de autor, y la mitigación de sesgos en los modelos. La IAG puede facilitar la producción y publicación masiva de contenidos cuya procedencia y origen son a menudo inciertos. Un ejemplo de ello es la publicación por parte de revistas científicas de imágenes generadas mediante IAG que no contribuyen sustancialmente al contenido científico ni respetan la integridad académica[3]. Un problema particular es la falta de transparencia en la atribución de autoría y en el proceso de curaduría del contenido generado, como la claridad sobre el «prompt» utilizado.

Aunado al escepticismo del tema otro elemento fue mi  edad, un joven de 26 años, y la capacidad de la IA para realmente aportar valor. Las primeras opiniones de los asistentes fueron diversas. Algunos consideraron a la IA como una herramienta útil, mientras que otros la desestimaron como algo solo para quienes no piensan, es decir, tener una dependencia tecnológica para crear contenidos propios y originales, sin juicio ni pensamiento crítico. Esta resistencia, sobre todo en los profesores de mayor edad, marcó el tono del día uno. Aunque existían diferencias en las percepciones sobre la IAG entre los asistentes, esto no impidió alcanzar el objetivo del curso: demostrar la amplia gama de aplicaciones de la IAG en el ámbito educativo.

En el segundo día, tras establecer las directrices de ética e integridad académica, se exploró el amplio espectro de la IAG. Aunque algunos ya estaban familiarizados con ChatGPT, muchos desconocían la diversidad de herramientas relacionadas y su aplicabilidad en distintos sectores como trabajo, educación, productividad, investigación, análisis y programación, entre otros. Este día estuvo caracterizado por la sorpresa y el asombro al descubrir la capacidad de crear códigos, videos, imágenes y presentaciones de PowerPoint en cuestión de segundos. Aunque ya sabían que los estudiantes utilizaban estas IAG, no habían dimensionado la rapidez con la que se podían generar estos contenidos. Además, se presentó el prompt engineering como una nueva habilidad o arte que se define como  el proceso de diseñar y optimizar los «prompts» o instrucciones para obtener respuestas específicas y efectivas de un modelo de IAG. Aquí se mostrarán ejemplos práctivos y recomendaciones para construir «prompts» efectivos de acuerdo con las recomendaciones de OpenAI[4].

En el último día del curso, el enfoque principal fue la Propiedad Intelectual y la discusión giró en torno a una pregunta central: ¿A quién pertenece el contenido generado por la IAG? ¿A la empresa, a la propia IAG o al usuario? Esta pregunta guió la sesión, explorando las complejidades legales y éticas asociadas con la autoría y la propiedad de los contenidos generados por inteligencia artificial. Según la ley mexicana, estos derechos suelen pertenecer a la empresa que desarrolla la tecnología, ya que la IAG no tiene personalidad jurídica para ser titular de derechos y los derechos del usuario dependen de su contribución creativa y de los términos de servicio específicos.

Al concluir el curso, un asistente compartió una reflexión provocativa: las IAG podrían aliviar la carga de trabajo y proporcionar más tiempo libre, pero planteó una pregunta clave a los demás participantes: ¿Qué haremos con el tiempo que nos libera la IA? Algunos respondieron con humor, sugiriendo opciones como dormir, vivir plenamente o conocer a sus hijos.

Esta semana de actualización docente mostró las diversas reacciones y opiniones sobre la IAG en la educación, especialmente entre los docentes que están frente a grupo, en el día a día, junto a cientos de estudiantes universitarios. Mientras algunos vieron en la IA una oportunidad para mejorar sus métodos de enseñanza y aprendizaje, así como su productividad académica, otros plantearon preocupaciones éticas y de responsabilidad. La clave que se encontró en conjunto, a partir del diálogo y el debate durante estos días de trabajo, fue hallar un equilibrio que permita aprovechar los beneficios de la IA sin comprometer la integridad académica. De esta manera los docentes del Centro Universitario de la Costa conocieron a ChatGPT, un posible aliado para mejorar su práctica educativa.

Cierre del curso


[1] ChatGPT es un modelo de lenguaje desarrollado por OpenAI, basado en la arquitectura GPT (Generative Pre-trained Transformer). Se trata de una inteligencia artificial diseñada para comprender y generar texto en lenguaje natural

[2] Silverio, Mario, “ChatGPT: número de usuarios y estadísticas”, [en línea],en Prime Web, 17 may. 2024.

[3] Badillo, Rafael, “Lo último de la IA: una revista científica publica un artículo con un ratón con testículos gigantes [en línea], en El Confidencial, 16 feb. 2024.

[4] OpenAI es una organización estadounidense de investigación en inteligencia artificial fundada en diciembre de 2015 y con sede en San Francisco.


Lista de referencias:
Silverio, Mario, “ChatGPT: número de usuarios y estadísticas”, [en línea],en Prime Web, 17 may. 2024, consultado en: https://www.primeweb.com.mx/chatgptusuariosestadisticas#:~:text=ChatGPT%20tiene%20180.5%20millones%20de,al%20mes%20(noviembre%202023).

Badillo, Rafael, “Lo último de la IA: una revista científica publica un artículo con un ratón con testículos gigantes”  [en línea], en El Confidencial, 16 feb. 2024, consultado en: https://www.elconfidencial.com/tecnologia/2024-02-16/lo-ultimo-de-la-ia-una-revista-cientifica-publica-un-articulo-con-un-raton-con-testiculos-gigantes_3832223/

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