Por: Yareli Salvatierra
La lucha libre mexicana, con su ya famoso «dos de tres caídas sin límite de tiempo», se ha colocado como uno de los espectáculos deportivos más emocionantes y vibrantes, reflejando la cultura de la sociedad mexicana. Se distingue por su estilo único y mágico, que combina acrobacias y deporte con una narrativa dramática. Originaria de influencias europeas y estadounidenses, la lucha libre en México evolucionó, incorporando elementos populares, creando una forma de entretenimiento que resuena profundamente con el público. Asistir a una función va más allá de los combates; es una experiencia cultural que refleja la identidad nacional.
Es por eso que hoy la lucha libre mexicana es considerada como patrimonio cultural intangible de la Ciudad de México, y por lo que me dispuse a vivir la experiencia de este deporte combinado con espectáculo que inspiró películas como Santo vs las momias de Guanajuato o la famosa canción de los luchadores. Asistí a la Catedral de la Lucha Libre: La Arena México, en una función de viernes por la noche llamada “viernes espectacular”. Desde la llegada y fuera de la arena pude observar y sentir la pasión, tanto de mexicanos como extranjeros dispuestos también a empaparse de la cultura con la gran cantidad de puestos ambulantes que rodean la arena con artículos de lucha libre: máscaras, peluches, playeras y stickers.

Arena México CMLL. Fuente: Autoría propia
Es así que uno de los aspectos más distintivos de la lucha libre mexicana es el uso de máscaras y/o personajes. Los luchadores, asumen identidades, los famosos «técnicos» (héroes) y los «rudos» (villanos) no solo entretienen, sino que también simbolizan conflictos y valores profundos. Figuras icónicas como El Santo, Blue Demon y Mil Máscaras se han convertido en símbolos culturales que encarnan conceptos de justicia, valentía y resistencia. Las máscaras tienen un significado especial, representando tanto la identidad del luchador como una conexión con mitos y leyendas.
Una vez dentro, parece una fiesta popular mexicana, con botanas, bebida, gritos y chiflidos de los asistentes, música y el imponente ring al centro, la cual, sin más, llegada la hora, se ilumina y da comienzo a la espectacular entrada de los luchadores por las escaleras, con pirotecnia y dentro de su personaje, quienes, sin necesidad de ser fan, te contagian de la emoción. Se inicia con luchas de novatos, seguidas de alguna lucha de equipos y finalmente con una lucha estelar, de acuerdo a la popularidad de los luchadores. Estos enfrentamientos dentro del fanatismo y los gritos pueden reflejar las tensiones sociales. En el ring, el conflicto entre rudos y técnicos puede interpretarse como una metáfora de las luchas sociales y económicas en la vida real. Los enfrentamientos no solo son físicos, sino que también representan un diálogo sobre la justicia social, la resistencia a la opresión y el deseo de cambio. Es así que una función de lucha libre puede entretener y provocar pensamientos, creando un espacio para que el público se identifique con los personajes y las historias.

Volar en Arena México. Fuente: Autoría propia
Asimismo, resulta sorprendente la cantidad de turismo extranjero que asiste a una función, mimetizándose con esta actividad mexicana. También pude observar y me interesa recalcar dos puntos, por un lado cómo esta actividad une a una gran variedad de público tanto jóvenes, adultos mayores, niños, creando un ambiente familiar y de convivencia que demuestra la capacidad de la lucha libre para evolucionar mientras mantiene su esencia, adaptándose con gran relevancia y accesibilidad para las nuevas generaciones. Por otro lado, el compromiso y trabajo de los luchadores que hace a esta actividad considerarse como un verdadero deporte, reflejándose tanto en la preparación física como en los saltos y piruetas.
Al finalizar la función, lo importante no fue quién ganó o perdió, sino el presenciar esa exhibición y observar al público con esa emoción, que sin importar rudos o técnicos se unen a una sola voz diciendo -¡esto es lucha! Una vez fuera nuevamente me encuentro entre los puestos ambulantes, con la gente dispuesta a comprar artículos de lucha libre o esperando a su luchador favorito para firmar su máscara y tomarse fotos, cerrando por qué no, con un buen antojito mexicano para cenar.

Lucha mujeres Arena México. Fuente: Autoría Propia
En definitiva, desde mi punto de vista, las funciones de lucha libre van más allá de un espectáculo deportivo, debido a las manifestaciones ricas de tradición y cultura, que a su vez reflejan las tensiones y valores de nuestra sociedad mexicana a través de sus personajes enmascarados, lo cual las ha llevado a ser consideradas patrimonio cultural. Sin pensarlo es una actividad que todos deberíamos permitirnos vivir, para que este deporte con riqueza nacional perdure y siga creciendo en nuestro país.

