Por: Luis Alberto López Valdés
No se puede ensayar el juego porque entonces ya estaríamos jugando, es decir, no hay simulacro de él cuando este se busca sinceramente. Esto quiere decir que sólo puede actuarse, su condición es la de ser acción para existir. Explicar las reglas, los trayectos, los materiales aún no nos introducen al círculo mágico levantado por sus reglas, sólo nos permiten armar una cantidad de intenciones que tienen sentido porque habrá entraremos a un tablero, a una cancha, etc., porque se tiene una dimensión de futuro. Pero si los elementos proporcionados son puestos a prueba, entonces inevitablemente ya jugamos, porque se ha entrado en el ejercicio y en la posibilidad del fracaso asumido.
“La fascinación que ejerce el juego sobre los jugadores estriba precisamente en el riesgo: se disfruta de una libertad de decisión que sin embargo no carece de peligros y que se va estrechando inapelablemente”[1]. Este riesgo como su condición extiende los espacios y da una sensación de resistencia a eso que se condensa como vida cotidiana. En La vida es bella (1997) hay un tratamiento complejo de esto, el personaje Guido asume un riesgo en varias ocasiones con la estela del equívoco, la chanza, etc. Ejemplos hay muchos, pero en la conquista amorosa es donde este riesgo, en su doble carácter de peligro y libertad, se presiente y siente. Guido toma prestado el carro de su amigo que se parece al vehículo de su contraparte burocrática y con ello logra engañar a Dora para que se suba al carro. Este acto conduce a Dora a una sorpresa, que debido a encuentros pasados es grata, pero a su vez podría no serlo y conducir a un disgusto mayor por parte de ella con este secuestro exprés. Guido es una persona juguetona que privilegia por sobre todo las reglas de sus planes, sus fantasías y su satisfacción.

Fuente: tomada de la película.
Guido nos permite comprender una diferencia con respecto a la imaginación y el juego. Este personaje principal no siempre está haciendo bromas o jugarretas, sino que mantiene la fantasía y sigue hasta las profundidades de la desesperación a Schopenhauer caricaturizado: la voluntad puede hacerlo todo. Frase que se dice donde se gestan los sueños del más profundo inconsciente, no esos que están transfigurados por la conciencia. A diferencia de esta voluntad fantasiosa, el juego abre las posibilidades al pensar, es decir, a que lo real sea posible de imaginar y luego simbolizar. Solo así se puede superar la confusión de no saber qué es lo que sucede en cualquier lugar, posición, o tiempo, es decir cuando falta un orden con formación de futuro.
¿Qué posibilidades se le abren a Guido? Quizá mantiene la esperanza y la promesa de una generación que se derrumba con jabones y botones elaborados con los restos de personas, pero que sus futuros están en la realidad de la guerra y los campos de concentración, su horizonte no es otro que ese de penumbra y tristeza, perdición y muerte. Guido es el límite entre esos espacios, y lo es porque actúa como punto nodal de reproducción sonora y pintoresca del círculo mágico que protege y da reposo al dolor, al hambre y a la incomodidad de su hijo. Esto a pesar de su parcialidad es lo suficientemente vivo y fuerte como para que su hijo elija entrar allí. Así es como él da posibilidades en tiempo presente, en el tiempo de la urgencia-riesgo, a su hijo, logrando como consecuencia silenciarlo y detener su movimiento cerca del final de la película, hasta que afuera de la caja impere la soledad y salga a un mundo a salvo del desmembramiento, tortura y muerte.
Guido no hace únicamente esto, mostrando su gran responsabilidad como padre. Él prevalece tanto este espacio que fuerza hasta el punto de sentir la violencia o el uso de la retórica que usa para convencer a su propio hijo, convencerlo de que todo puede ser posible cuando su misma muerte lo acecha. Esto es un aviso, una advertencia de nuestro uso del lenguaje, tal y como ahora los juegos de computadora hacen uso del mismo. Aunque se carga con un problema desde que hemos elegido nuestro tema, ya que hay una paradoja, en este caso entre la verdad y la mentira. ¿Qué es verdad o qué es mentira? o ¿Todo a su vez es las dos a la vez? Tales preguntas no importan para el niño, no es lo que se está arriesgando, sino un tanque de guerra que es ser salvado, protegido y reencontrado con la madre como la ruptura de ese entre que era Guido como la disociación de pasado y futuro. Estamos entre la verdad y la mentira, entre lo que nos da suma tristeza y lo que nos alegra los corazones. Se está allí donde se produce un estar en el ser. ¿Qué logra Guido al hacer todo esto, al exponer el cuerpo propio para que el juego prevalezca, al ser el límite balístico para que su hijo disfrute de un tanque?

Fuente: tomada de la película.
Guido privilegia el futuro de su hijo, es decir, las posibilidades imaginarias que su hijo puede tener para sobrepasar un momento difícil de explicar y de comprender. Su padre cultiva y labra para Giosuè estar agotado en el presente, es decir, explicar que están encerrados y que pronto los matarán en la ducha. Pero esto es una puesta que alcanza el límite de tensión de la barrera del círculo mágico, ya que no explicarle al niño conduce a que él esté más expuesto a los peligros. Aquí no se trata de evitar el dolor, sino que el dolor sea transitable tal y como cuando uno pierde una partida, pero Guido en momentos busca cancelarlo. Esto enseña que el juego tiene que ser realidad para ser efectivo, para tener algún sentido, pero que a su vez la realidad le exige ser introducida en él con cuidado. Terminemos con una pregunta a partir de lo anterior: ¿Es la propia falta de comprensión lo que impulsa a Guido a ser la barrera que muere cuando los alemanes abandonan el lugar donde los tenían encerrados?

Fuente: tomada de la película.
[1] Gadamer, Hans-George, Verdad y método, 2001, p. 149.
Lista de referencia
Gadamer, Hans-George, Verdad y método, Sígueme, España, 2001.

