El idioma que hablamos define la forma en la que vemos el mundo

Por: Mariana Palomo

Este verano tuve la oportunidad de realizar un intercambio académico-cultural en una región del centro de Italia, y aunque este escrito tiene poco que ver con los viajes y los intercambios, estando del otro lado del mundo, en un país nuevo, escuchando y hablando un idioma distinto y viviendo una vida totalmente diferente, me di cuenta de algo: el idioma que hablamos define la forma en la que pensamos y la manera en que vemos el mundo. 

Esta resolución me llegó a la mente durante una clase, cuando mi profesora italiana, nos explicaba cómo recolectar y separar las basuras en bolsas por color; azul para los plásticos y aluminios; café para el cartón y el papel; y amarillo para los residuos sólidos urbanos. Esta última bolsa fue la que me hizo dudar, pues yo estaba segura de que no había bolsas amarillas en el paquete que nos habían entregado, sin embargo, antes de poder externar mi duda, la maestra se adelantó diciendo: “La bolsa amarilla es la que ustedes ven de color verde”. 

Procedió a explicarnos: lo que ellos veían de color amarillo sería para nosotros, los mexicanos, el verde primavera; aunque claramente tiene subtonos amarillos para nosotros sigue siendo verde; como el del pasto, como el de las hojas. 

Reflexión en el baño público italiano. Fuente: autoría propia en Recanati, Le Marche, Italia

Esa diferencia entre los colores me hizo recordar todas las veces cuando en el privilegio de aprender un nuevo idioma, intentaba traducir directamente entre uno y otro, tarea no siempre posible, pues no en todos los idiomas se pueden nombrar las mismas cosas. 

También recordé ese dato interesante que rondó por el internet hace algunos años, sobre el color azul y sobre cómo no existió hasta cierta época en el mundo antiguo. 

Se dice que el primer intelectual en haber notado la ausencia del color azul en la cotidianidad de la vida antigua fue un ministro británico llamado William Ewart Gladstone. Apasionado por la obra de Homero, en cuya obra se dio cuenta nunca aparecía el color azul, llegó a la conclusión de que en la antigüedad vivían una vida a blanco y negro con toques de colores muy específicos, como el amarillo y el rojo1

Esta teoría sirvió como inspiración para el lingüista y filósofo alemán Lazarus Geiger, quien estudiando otras civilizaciones y escritos, como el Corán, las historia chinas y la versión más antigua de la biblia, se dio cuenta de la ausencia de este color en el pasado.

Él mismo notó de algo más y es que en todos los escritos hay una cronología en la aparición de los colores, empezando por el blanco y el negro, seguidos del rojo, el amarillo y el verde y finalmente el azul, el cual aparece no aparece sino hasta siglos después. 

Grupo internacional sonríe en diferentes idiomas. Fuente: Scuola Dante Alighieri a Campus L’infinito

Pero entonces, ¿por qué no existía este color? 

El psicólogo Jules Davidoff de la Universidad de Londres dijo a la BBC Mundo2, que no había necesidad de utilizar azul porque, salvo algunas excepciones, no existe nada en la naturaleza de este color. 

Y la verdad, aunque yo misma podría decir que el cielo es azul, no todos los días es de ese color y Davidoff lo comprueba en un experimento personal con su hija, realizado mientras ella aprendía a hablar. 

Decidió enseñarle todos los colores sin decirle que el cielo era azul, y cuando finalmente le preguntó a su hija ¿de qué color es el cielo? Ella respondió: “es blanco”, sin embargo no respondió la primera vez que le hizo la pregunta, pues al principio solo actuaba confundida ante esta cuestión. 

Ante esta teoría han aparecido muchas explicaciones, pero la principal menciona que no existe necesidad de nombrar un color nuevo si las cosas azules se pueden nombrar con otros colores. 

También el otro día escuche por los rincones del internet, que el idioma tiene un gran impacto en la forma en que percibimos el tiempo y me acordé de todas las veces que estando en ese pequeño pueblo italiano quise decir “ahorita”, como: “sí, ahorita lo hago”, tarea imposible de hacer hasta para el italiano más conocedor del español hablado en México. 

El “ahorita” es atemporal para nosotros quienes lo comprendemos pero es “justo en este momento” para los que no han crecido en una cultura de postergación y mexicanidad. 

En mi estancia por el antiguo continente también reconocí algunos términos que no comprenderíamos por sí solos en nuestro idioma como “suonare il piano, piano piano” traducido como tocar el piano con calma o despacio; la confusión está en cuántas veces se repite la palabra “piano”, pues la palabra significa tantas cosas y aunque no hay una traducción literal para la expresión “piano piano” es comprensible cuando finalmente te empapas del nuevo idioma. 

Aquí se fabrican nuevas mentes. Fuente: autoría propia en Scuola Dante Alighieri Campus L’infinito en Recanati, Italia

Se dice que en el mundo se hablan 7 mil idiomas distintos3  , y sí, probablemente signifique que existen 7 mil formas distintas de experimentarlo, 7 mil maneras de ver el mundo y 7 mil formas diferentes para nombrar, o no, un color. 

Tal vez para los italianos el pasto en la primavera sea de color amarillo, porque aprender a nombrarlo de otra forma agrega una necesidad distinta de renombrar todos aquellos colores que se le asemejan a otro; o igual lo nombran amarillo porque suena bonito, algo muy común en el idioma italiano. 

Hay otros idiomas en donde no existe el tiempo pasado, tal vez porque en su cultura prefieren mirar hacia adelante; hay algunos en donde el gerundio no se utiliza o en donde las tortillas, los chiles y las salsas no se nombran. 

En el aprender otro idioma, o en el compartir con alguien hablante de uno distinto existen siempre palabras, conversaciones y experiencias que se quedan atrapadas en las limitaciones del idioma; momentos que nunca comprenderemos porque fueron pensados en una lengua distinta. 

No terminaremos nunca de comprender el mundo, ni las películas, ni las canciones, por más subtítulos que queramos agregarles

Siempre veré el mundo con estos ojos, porque hablo este idioma, porque escribo, porque siento, porque pienso en el español que conozco, pero también tengo en mis manos el privilegio de aprender y ponerme unos lentes nuevos con cada idioma nuevo que hable, de ver con micas de colores, o con lentes de distintos aumentos, porque ya puedo ver el mundo distinto desde que escuche hablar a alguien un idioma nuevo y pude comprenderlo. 


Lista de referencias

  1. Ventura, Dalia, “¿Por qué muchas civilizaciones antiguas no reconocían el color azul?” ,en BBC Mundo, [en línea], 21 feb, 2016, consultado en: (https://www.bbc.com/mundo/noticias/2016/02/160217_griegos_color_azul_finde_dv).
  1. Redacción BBC News Mundo, “¿Qué tan diferente vemos el mundo según el idioma que hablamos?”, en BBC Mundo, [en línea], 25 may, 2020, consultado en: (https://www.bbc.com/mundo/noticias-51773745). 

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