Por: Alan Pérez
El libro de Fernando Escalante es una historia del modo en que se produjo un cambio radical en el mundo desde 1975 hasta 2015; una transformación, por lo demás, que lo volvió “irreconocible: con otra economía, otra moral, otra idea de la política y de la naturaleza humana.”[1] En este sentido, el texto se aboca a explicar en qué consiste y cómo se ha producido dicha mutación, en la que existe una estructura básica, un eje intelectual y cultural, que da sentido al cambio, a saber, el neoliberalismo. Una historia, a fin de cuentas, crítica y profunda de lo que es “un programa intelectual, un conjunto de ideas acerca de la sociedad, la economía, el derecho, y [que] es un programa político, derivado de esas ideas.”[2]
En efecto, para el sociólogo de El Colegio de México, el neoliberalismo es un programa intelectual, puesto que este es un tinglado de ideas comunes que comparten una variedad de economistas, filósofos y políticos, cuyo objetivo es restaurar el liberalismo amenazado por el colectivismo del siglo XX; además, aquel es un programa político, es decir, una serie de leyes, arreglos institucionales y criterios de política económica que resultan de las ideas anteriores, y que tienen el propósito de frenar o contrarrestar el colectivismo; tal proyecto es, finalmente, y radica aquí la novedad del análisis de Escalante, “la ideología más exitosa de la segunda mitad del siglo veinte, y de los años que van del siglo veintuno” en la medida en que ha logrado volverse el “nuevo sentido común” de las sociedades actuales[3].

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Existe, dice Escalante, un momento neoliberal en la historia del mundo occidental, pues así como hubo un instante liberal que va de 1776 a 1848, cuyo punto crítico fue la ampliación de derechos políticos y la aparición del movimiento obrero socialista, y así como existió un momento keynesiano que va desde finales del siglo XIX hasta la década de los setentas del XX, cuyo punto de inflexión fue la consecución de derechos sociales (la seguridad social, los servicios públicos, la fiscalidad progresiva, etcétera) y la aparición de las nuevas formas de contienda política de 1968 en el mundo, así también hubo un momento neoliberal, el que se origina desde 1940 como un derivado de la Crisis de 1929 y el auge del keynesianismo, pero que se impone de manera progresiva, masiva y estratégica a partir de 1980 hasta convertirse en la visión hegemónica del mundo actual[4].
Por supuesto, no hay que confundir el liberalismo del siglo XIX con el neoliberalismo del XX. Una diferencia es que aquel prescinde del Estado, y este, no; para los neoliberales, “el mercado no es un hecho natural, no surge de manera espontánea ni se sostiene por sí solo, sino que tiene que ser creado, apuntalado, defendido por el Estado.”[5] Otro contraste es que el mercado, en este programa, es entendido como el mejor mecanismo de procesamiento de la información por vía del sistema de precios, aparte de que dicho fenómeno se vuelve la expresión material, concreta y evidente de la libertad humana. Como última diferencia, el neoliberalismo se constituye por la idea de la superioridad técnica, moral y lógica de lo privado sobre lo público, en donde aquel es más eficiente que este[6].
Las tres características anteriores derivan en una práctica, la que ha promovido un conjunto de reformas legales e institucionales cuyos rasgos generales son: la privatización de activos públicos, la liberalización comercial y financiera y la reducción del aparato público. Aquí, Escalante se distancia de otros trabajos en los que se aborda la historia del neoliberalismo[7], puesto que uno de los aspectos más interesantes del libro es esta inversión o, más bien, profundización del devenir del proyecto neoliberal es, ante todo, un horizonte de sentido para el mundo actual y, además, una línea de acción de la política económica. Como dice el pensador mexicano: “La formación del programa neoliberal ha sido larga, complicada. La novedad en las décadas del cambio de siglo es que todo ello haya cristalizado en un movimiento global, que consiguió transformar el horizonte cultural del mundo entero en poco más de veinte años.”[8]
El libro de Escalante se conforma de 10 capítulos más una apostilla. No es menester desglosar apartado por apartado cada uno de estos, pero sí mostrar en líneas generales cuál es el argumento del autor en los mencionados. El primero, titulado “El origen”, estudia el inicio del neoliberalismo como movimiento intelectual articulado bajo el propósito central de revitalizar los principios del liberalismo clásico, lo que fue una reacción de pensadores como Mises y Hayek tanto a la crisis de 1929, la Gran Depresión y el New Deal como al fascismo y el comunismo de principios del siglo XX[9].
El capítulo dos, “Economía: la gran ciencia”, trata la manera en que la economía neoclásica se vuelve uno de los ejes rectores del programa neoliberal a partir de su transformación en una ciencia exacta, objetiva, neutral y universal, lo que encubre el carácter ideológico de esta corriente de pensamiento fundada en el Coloquio de Lippmann (1938) y articulada en la Sociedad de Mont Pelerin (1947)[10].
En el tercero, llamado “El momento decisivo: los años setenta”, el sociólogo de El Colegio de México sostiene que los años posteriores a la crisis de estanflación de 1973 y al colapso del consenso keynesiano fueron un punto de inflexión en el avance del neoliberalismo, puesto que este se sirvió de dicha crisis para legitimarse como una alternativa viable a la teoría keynesiana y al intervencionismo estatal que fue probada, por primera vez, en Chile por la interacción del grupo intelectual de los Chicago Boys, de los organismos internacionales del FMI y el BM y del régimen militar de Augusto Pinochet[11].
El capítulo 4, cuyo nombre es “La ofensiva”, analiza la culminación del proceso por el que el neoliberalismo alcanzó el estatus de ideología dominante en el mundo occidental del siglo XX, en particular por medio de las políticas de reajuste estructural de los años ochenta y su aplicación en Inglaterra con Margaret Thatcher y en Estados Unidos con Ronald Reagan: la privatización de los activos públicos, la liberalización comercial y financiera y la contracción del estado se combinaron no solo con la represión y desarticulación del movimiento obrero y el sindicalismo, sino también con la aparición de nuevos valores en el horizonte cultural del mundo globalizado: el individualismo, la meritocracia, la competitividad, etcétera[12].

Fuente: todopolitica.com
El quinto, intitulado “Otra idea de la humanidad”, sostiene que el neoliberalismo como un movimiento intelectual, político y cultural trasciende el ámbito económico, puesto que aquel representa también una transformación en la manera en que se entiende a la naturaleza de los seres humanos: egoístas, individuales y racionales, los que solo ejercen su libertad a través del mercado, cuyas características son la eficiencia y el equilibrio[13].
En el capítulo seis, “Las décadas del auge”, Fernando Escalante estudia el periodo en el cual el neoliberalismo alcanza su mayor influencia, difusión y eficacia, lo que lo consolida como una corriente ideológica dominante en la ciencia económica y la política pública a nivel global desde finales de los ochenta hasta la actualidad. Además, el autor señala que un constructo teórico que juega un papel fundamental en el auge del neoliberalismo y su aplicación en países desarrollados y subdesarrollados es la Hipótesis de los Mercados Eficientes de Eugene Fama, cuyo centro es que si se permite la libre actuación a los mercados, entonces estos asignarán de manera óptima los recursos de una economía[14].
El siete, nominado “Una nueva sociedad”, aborda la manera en que el neoliberalismo transformó la estructura social de los países centrales y periféricos a partir de la redefinición del rol del estado, los servicios públicos y la ciudadanía con base en los criterios del libre mercado. Un hecho destacable es que el proceso de privatización no solo implicó la venta de activos públicos, sino también el cambio en la gestión de bienes públicos (vivienda, educación, salud, etcétera) como mercancías, y no derechos, de la sociedad; al mismo tiempo, aquella reconfiguró las relaciones sociales con miras a convertir a los ciudadanos en simples consumidores[15].
En el capítulo ocho, “El Estado neoliberal”, Escalante observa cómo el neoliberalismo transformó la función del estado, lo que contraviene la idea de que el centro del programa neoliberal fuera la eliminación del estado como institución colectiva, ya que aquel se propuso, más bien, que este aparato político garantizara e impulsara el mercado a partir del sostenimiento de la competencia económica, la protección de la propiedad privada y la creación de marcos legales en pos del libre juego de la oferta y la demanda[16].
El nueve, llamado “El desenlace”, argumenta que la crisis de 2008 no fue el fin del neoliberalismo como programa intelectual, político y cultural, pero sí el punto de quiebre del mismo a nivel ideológico, pues se suscitaron una variedad de reacciones en el mundo tanto de las ideas como de lo social en contra de las políticas de ajuste estructural de corte neoliberal. Ahora bien, hay que destacar que, si algo puso en entredicho tal crisis, fue precisamente el carácter científico de la economía neoclásica, a pesar de las derivas epistemológicas con las que se intentó salvar el modelo de la elección racional, por ejemplo, la economía conductual o la Hipótesis de los Mercados Eficientes[17].
El capítulo 10, cuyo nombre es “El opio de los intelectuales”, destaca el hecho de que, sin importar que el auge intelectual del neoliberalismo haya quedado atrás después de la crisis de 2008, aquel continúa siendo una ideología importante acerca de la naturaleza del sistema económico, las relaciones sociales, el aparato político e, incluso, los valores culturales; en parte, esto se debe a que tal programa transformó los espacios públicos (lo político y el ciudadano como mercancía y consumidor, respectivamente), los sistemas educativos (los medios de comunicación y las universidades públicas y privadas como think tanks del neoliberalismo) y las academias científicas (el star-system de intelectuales occidentales que resuenan por acá y por allá como gurús del mismo) a lo largo del mundo[18].
Finalmente, Escalante cierra su libro con una apostilla llamada “Parámetros para una alternativa”, en donde recupera la obra de La gran transformación de Karl Polanyi para plantear una serie de criterios con los que desmontar el programa neoliberal, que van desde el abandono de la matriz neoliberal del conocimiento que se ha impuesto como sentido común, pasando por el reconocimiento del fracaso de tal experimento, hasta la recuperación de la dimensión pública de la vida social y, además, humana[19].

Fuente: sanborns.com.mx
En síntesis, el trabajo de Fernando Escalante es una historia de las ideas acerca de la manera en que el neoliberalismo a) surge como un proyecto intelectual que se adscribe a unos cuantos círculos selectos con un fuerte apoyo por parte de los detentores de capital económico en Alemania, Inglaterra y Estados Unidos, b) se posiciona como un proyecto académico que cooptó una variedad de intelectuales cuya función fue la de dotar de “cientificidad” al constructo ideológico de Mises, Hayek y compañía, c) se enclaustra en los círculos de política económica en tanto que una alternativa al keynesianismo frente al descrédito del mismo por la crisis de estanflación en la década de los setentas del siglo XX, d) permea en la visión y división del mundo a nivel masivo al constituirse en el sentido común de las personas en el marco de la globalización y, al mismo tiempo, constituye una visión de la naturaleza, la sociedad y el estado bajo los criterios del mercado como libertad de los individuos racionales y, finalmente, e) eclosiona en la época posterior a la crisis financiera internacional de 2008 por la incapacidad del mismo para explicar la emergencia de tal desastre económico con base en el modelo del equilibrio general de mercado y en el supuesto de la racionalidad instrumental de los individuos, en donde este programa se torna un “credo” de los intelectuales abocados a su defensa, a pesar de la evidencia acerca del mismo como un constructo más ideológico que científico[20].
Una de las ideas más destacables de tal libro es, precisamente, que el neoliberalismo como proyecto no se reduce al ámbito económico, sino que trasciende esta esfera hasta constituirse en un horizonte cultural que dota de sentido la esencia y existencia de los seres humanos en esta tierra desde finales de los setentas, la que es una crítica que va no solo contra una perspectiva disciplinaria y especializada para el estudio del proyecto neoliberal desde la ciencia económica, sino que aquella también fomenta la construcción de un instrumental analítico amplio para abordar el devenir histórico de las ideas en las sociedades occidentales y no occidentales[21].
Un libro sin duda interesante, que pone sobre la mesa una variedad de tópicos fundamentales no sólo para los economistas, sino para las ciencias sociales en general, pero que, me parece, tiende a minusvalorar uno de los constructos epistemológicos fundamentales de la batalla de las ideas en el siglo XX, el que es el marxismo. Si bien es cierto que este no es propiamente el objetivo de Fernando Escalante, es verdad igualmente que no es comprensible el surgimiento, despliegue, auge y caída del neoliberalismo sin el papel que jugó en cada caso el marxismo como tal, así como el socialismo. Al respecto, apunto dos cosas. No por nada uno de los propósitos de los neoliberales tempranos como Mises y Hayek era la defensa de los principios del liberalismo clásico en contraposición al colectivismo, no solo en el ámbito histórico (fascismo y comunismo), sino también intelectual (pienso, por ejemplo, en el debate de Popper en relación con el historicismo)[22]; además, una de las razones por las que el neoliberalismo triunfa en el campo de las ideas a finales del siglo XX es tanto el descrédito del keynesianismo por la crisis de 1973 como la deslegitimación de la alternativa socialista con la caída del muro de Berlín en 1989, por lo que la discusión acerca del Fin de la historia de Francis Fukuyama no se explica sin esa contraparte ideológica que “muere” en el cambio del siglo XX al XXI, a saber, el marxismo como proyecto intelectual, político e, incluso, cultural[23].
En cualquier caso, el libro es una excelente reconstrucción del proceso complejo, heterogéneo y dinámico por el que emerge y se despliega el proyecto neoliberal, el que constituye no solo la historia del siglo XX, sino también la actualidad de nuestras sociedades.
[1] Escalante, Fernando, Historia mínima del neoliberalismo, 2015, p. 10.
[2] Ibídem, p. 13.
[3] Ibídem, p. 15.
[4] Ibídem, p. 15.
[5] Ibídem, p. 16.
[6] Ibídem, p. 17.
[7] Véase: Harvey, David, Breve historia del neoliberalismo, 1a edición, Editorial Akal, España, 2005.
[8] Escalante, Fernando, op. cit., p. 17.
[9] Ibídem, pp. 19-43.
[10] Ibídem, pp. 44-72.
[11] Ibídem, pp. 73-91.
[12] Ibídem, pp. 92-113.
[13] Ibídem, pp. 114-141.
[14] Ibídem, pp. 142-161.
[15] Ibídem, pp. 162-192.
[16] Ibídem, 193-215.
[17] Ibídem, pp. 216-237.
[18] Ibídem, pp. 238-251.
[19] Ibídem, pp. 252-255.
[20] Ibídem, pp. 238-244.
[21] Ibídem, pp. 10-15.
[22] Ibídem, pp. 28-29.
[23] Ibídem, pp. 112-113.
Lista de referencias
- Escalante, Fernando, Historia mínima del neoliberalismo, El Colegio de México, México, 2015.

