Por: Aimée Boeta
En mi familia, al igual que en muchas otras familias, existen tradiciones fuera de la cena y el intercambio de regalos durante las fiestas navideñas; como lo son comer papas, tomar vino caliente, jugar UNO y también ver películas navideñas.
Cuando éramos más pequeños, mis primos y yo veíamos películas como Menores sin control, Mi pobre angelito, El expreso polar, o El regalo prometido. Para nosotros era entretenido ver las aventuras de niños de nuestra edad que ayudaban a celebrar una navidad emocionante o incluso salvaban las fiestas. Las películas navideñas nos ayudaban a fortalecer el sentimiento festivo de la época durante nuestros primeros años de vida, posteriormente, al crecer, nos empezaron a interesar las películas navideñas románticas, las cuales, a pesar de su predictibilidad, nos emocionaban y disfrutábamos, sufríamos cuando había un malentendido que los separaba y aplaudíamos el beso al final de la película.
Había algo emocionante en ver situaciones donde la protagonista se encontraba en otro país, como es el caso de El descanso, donde conocía a su futuro interés romántico y poco a poco se iba enamorando para terminar en el típico “y vivieron felices para siempre”. A pesar de que sabía que dichas películas no eran una obra maestra, las veía con gusto, disfrutando de sus escenarios ficticios y amor de cuento de hadas, pero todo cambió esta Navidad, mi familia sintonizó Lifetime, un canal que se dedicaba a transmitir películas navideñas románticas.

Fuente: Prime, Navidad con vista de ensueño
Al inicio, me encontraba gustosa por el descubrimiento de dicho canal y sus películas, me entretenía en adivinar una situación y que resultara hacerse realidad, mientras me imaginaba lo increíble que sería encontrarme en una navidad nevada, tomando chocolate caliente con malvaviscos. Desafortunadamente, conforme pasaban las películas, mi mente dejó de disfrutar los romances artificiales y las historias predecibles, comencé a sentir un hastío por las películas y noté el patrón que durante tanto tiempo había querido ignorar.
Evidentemente, el romance era entre un hombre y una mujer blancos; la mujer generalmente trabajaba, la mayoría de las veces solía tener una obsesión con su trabajo; por su parte, el hombre podía estar soltero o con una infancia, producto de un matrimonio donde la madre falleció, él también trabajaba, si tenía una infancia, esta era su prioridad, si no, el trabajo era su pasión. La historia se solía desarrollar con ellos teniendo algún que otro conflicto superficial, que se solucionaban mientras hacían una actividad navideña, como cortar y adornar el árbol, hornear galletas de jengibre o caminar en la nieve con una bebida caliente. Posterior a eso, había una escena de tensión que se solucionaba después de que alguno de los personajes hablaba con alguno de los personajes de apoyo, que, como ellos, eran blancos y les decían que pensaran que la otra persona podía ser su “felices para siempre”. Es así como al final, la pareja terminaba junta y creyendo en la magia de la navidad.
La premisa genérica me hizo notar la falta de esfuerzo por parte de los escritores. La mediocridad de las películas resultaba molesta, pues teniendo una trama que podía apostar a algo más grande preferían centrarse en un romance aburrido. Es como si los escritores supieran que su producto no tenía que resaltar y se iba a mezclar con otros más, por lo que su único propósito era mantener al espectador atento a la televisión, pero sin transmitir ningún aprendizaje o mensaje clave más que el que aseguraba que el amor romántico es lo único a lo que se debe aspirar en estas fechas.

Fuente: Netflix, Tarjeta de navidad
No importa que estés a punto de cumplir tu mayor meta, lo que realmente importa es que encontraste a tu otra mitad, la cual conociste hace apenas una semana, pero como los dos disfrutan de guiar a niños a Santa en la villa navideña, no hay otra opción más que pensar que son el uno para el otro, lo demás no es importante.
La falta de magia en las historias, te obliga a rememorar las épocas de antaño, donde el espíritu navideño se sentía más real. Asimismo, la mediocridad de las películas presenta otra amenaza, el fortalecimiento del amor romántico, de esa necesidad de estar con otra persona para sentirte pleno, porque en esas historias la familia y la amistad se encuentran en segundo plano, solo siendo funcionales cuando el personaje principal requiera de un consejo. Para estas películas, su interés amoroso es quien les va a ayudar a enfocarse en sus “verdaderos sueños”, los cuales, casualmente, terminan en una familia tradicional, donde estar soltero no es posible, porque incluso incluyen subtramas donde el amigo o la hermana se enamoran de alguien más, para que todos tengan su “feliz para siempre”.
Al género del romance le hace falta más profundidad. Las audiencias ahora conocemos más historias de romance en comparación con el pasado, la mediocridad puede ser entretenida al inicio, pero si no se detiene, es probable que genere un hartazgo hacia el producto que están intentando vender.

Fuente: Netflix, Once upon a holiday

