Relevancia y retos metodológicos en Morir es un alivio

Por: Geras Contreras

En 2021, Karina García Reyes publicó el libro de divulgación, Morir es un alivio, con la editorial Planeta. En éste comparte los hallazgos principales de su disertación doctoral que pretende mostrar la vida –y, por ende, su humanidad y complejidad— de aquellos hombres que han sido exhibidos como villanos en el discurso oficial de la guerra contra las drogas.[1] De las 33 entrevistas que comprende toda su investigación, ella selecciona 12 para el presente libro.

Fuente: Portada de Morir es un Alivio.

El libro en cuestión está dividido en tres partes. En la primera, García Reyes explica el contexto sobre el fenómeno de ataque frontal al crimen organizado en México, conocido como “guerra contra las drogas”. Repasando la prohibición de las drogas y los mitos alrededor de ellas, la autora exhibe que este suceso ha segregado a los perpetradores de la violencia como “enemigos” que tienen vidas prescindibles.

Por otro lado, la segunda parte está compuesta por la narración de las 12 historias de vida que siguen una estructura común. Los relatos comienzan describiendo las etapas de infancia y adolescencia atravesadas por escenarios de violencia y abandono. Posteriormente, los entrevistados narran cómo fueron reclutados a los grupos criminales a su vez que explican por qué era una opción atractiva unirse a ellos, y describen alguna de las actividades que tenían al interior de dichas estructuras. Las razones son diversas, pues algunos explican que se debió a pertenecer a pandillas juveniles o estar en la cárcel, mientras que otros expresan que buscaron ingresar para conseguir “respeto” (en forma de dinero y “virilidad”). También, en cada relato los hombres demuestran una consciencia de que su vida estaba en riesgo y la única opción factible de salir del crimen organizado era la muerte, lo que explica el título del libro. Cada testimonio cierra con un “encuentro con Dios” y el reconocimiento del mal realizado, así como una descripción sobre su proceso de sanación al interior del centro de tratamiento.

En la última parte del libro, García Reyes explica las “fallas del sistema” que están evidenciadas en los 12 relatos. Ella afirma que “el sistema social y económico que permite condiciones de vida como las que tienen [ellos] es lo que garantiza un flujo infinito de mano de obra especializada para los puestos de sicario, proxeneta y demás criminales”.[2] De manera particular, se refiere al modelo económico actual que ha precarizado la vida que a la vez demanda un hiper-consumo como medio de estatus. Frente a ello, el narcotráfico es una vía atractiva para encararlas condiciones estructurales de precarización sin importar el riesgo a la muerte. También, García Reyes incluye que la aceptación de este negocio ilícito entre jóvenes varones es debido a que ofrece un medio para conseguir ser un “hombre verdadero”, que sea fuerte, valiente y con capacidad adquisitiva.

Ahora bien, Morir es un alivio contribuye de manera importante al estudio de la violencia en México porque da información sobre la experiencia de los perpetradores. Si bien no es el primer trabajo en su tipo, el libro se destaca por haber visibilizado la realidad de los integrantes del “narco”, un grupo estigmatizado y que es de difícil contacto para medios y academia. Añadiría que Morir es un alivio da evidencia empírica a los desarrollos teóricos sobre el papel de la masculinidad en los escenarios contemporáneos de guerra de baja intensidad.[3] Incluso, las historias de vida expuestas por García Reyes retratan de manera idónea el concepto de “sujeto Endriago” propuesto por Sayak Valencia en Capitalismo Gore.[4]

Fuente: Elaboración de la persona autora.

No obstante, identifico un problema metodológico en el trabajo de García Reyes que distingo a partir de reflexionar sobre el papel de la espiritualidad en las entrevistas.

En una primera lectura del libro, me resultaban confusas las alusiones a lo espiritual por parte de los hombres entrevistados. Además de la mención repetida sobre la “conexión con Dios” a lo largo del libro, dos de los relatos refieren de manera explícita a la participación en rituales no-cristianos, que son descritos de forma simultánea como de brujería y de la Santa Muerte –que son sistemas de creencias distintos–, que incluían actos de tortura y asesinato.[5] García Reyes explica brevemente que estas creencias místicas pueden ser una herramienta cognitiva para otorgar sentido a su realidad, ya sea para justificar o legitimar sus actos.[6] También la autora señala que varios entrevistados describieron la ejecución de asesinatos motivados por las creencias a la Santa Muerte.[7] Por ende, identifico que el libro está atravesado por una confusión y estigma sobre prácticas no-cristianas.

Su disertación doctoral, aunque no brinda mayores detalles al respecto, da indicios sobre el papel que está teniendo la religión en el entorno de la investigación.

En su tesis, Karina García Reyes explica que entrevistó a hombres que forman parte del centro de tratamiento de adicciones “Cristo Vive”, liderado por un pastor cristiano.[8] Dicho centro tiene un modelo de intervención basado en la abstinencia, la enseñanza de la biblia y la asignación de “tareas ocupacionales”, sin seguimiento o presencia de personal especializado en salud o psicología.[9] La autora aclara que eligió trabajar en dicho centro porque, en comparación con los centros penitenciarios, era la única institución que garantizaba medidas de seguridad para ella. Entre las medidas de protección se incluía la presencia de un “chaperón”, una persona acompañante asignada por el centro, durante todas sus visitas y actividades dentro.[10]

García Reyes también revela conflictos que enfrentó al interior de “Cristo Vive”. Por ejemplo, describe que personal del centro hacía esfuerzos reiterados para que se convirtiera al cristianismo y llegaron a invitarla a una demostración pública en contra del matrimonio igualitario.[11] Ella describe que dichas interacciones eran desgastantes y representaban un dilema ético en la investigación, por lo cual trató de evitar discusiones y establecer límites. No obstante, la investigadora no reflexiona sobre la naturaleza y condiciones de su entorno en la investigación. 

De manera general, los centros de tratamientos de adicciones (anexos) son instituciones poco reguladas en México.[12] Como lo ha estudiado Angela García, estos centros construyen de manera experiencial su modelo de intervención basado en la disciplina y en el ejercicio de la violencia con un fin terapéutico.[13] A pesar de ser espacios precarios, los anexos son el único acceso a instancias de cuidado y tratamiento para la mayoría de la población. De manera particular, el centro “Cristo Vive” tiene acusaciones de cometer violaciones a los derechos humanos, que incluye el internamiento forzado de personas y la aplicación de esfuerzos para corregir la orientación sexual e identidad de género (terapias de conversión).[14]

Todas las anteriores características conllevan a inferir que el centro “Cristo Vive” es un espacio donde ocurren prácticas de violencia entre las personas que lo integran. En consecuencia, hay elementos suficientes para argumentar que los entrevistados pudieron recibir represalias por parte de los dirigentes del centro a causa de actitudes o comportamientos durante la entrevista.

García Reyes relata que en las entrevistas formales estaba presente un chaperón,[15] pero ella no analiza en sus consideraciones metodológicas cómo este escenario puede propiciar relaciones de poder abusivas entre las personas presentes. Es decir, no revisa ni se interroga qué poder tiene el chaperón sobre el hombre entrevistado, o si había un conflicto previo que evitará construir un entorno de confianza. Esta falta de precaución conlleva a sospechar si el papel del chaperón, además de resguardar la seguridad de García Reyes, era vigilar lo que se decía o no en cada entrevista. Resulta prudente considerar la posibilidad de que un entrevistado, consciente de que estaba siendo supervisado por alguien, decidiera alterar su relato para integrar elementos que realcen el estatus de la institución y reivindique las creencias cristianas. Por ejemplo, exagerar los rituales de la Santa Muerte que alguna vez participó y reiterar de manera constante la noción de Dios.

Al omitir analizar dicho posible escenario, argumento que no se puede afirmar que esta investigación construyó una relación de confianza y mutuo entendimiento (rapport) que promoviera compartir información de manera libre y sin alteraciones.

La realidad es que estudiar violencia conlleva a estar y trabajar en espacios con lógicas internas violentas, en donde habrá relaciones y conflictos que excedan las capacidades de las personas investigadoras. Propongo considerar la metodología, sus aciertos y fallas, de Morir es un alivio para replantear cómo empleamos los métodos etnográficos en contextos violentos. Esta tarea es prioritaria si hay interés en documentar y comprender las vivencias de aquellos grupos que han sido etiquetados como “villanos”.

Fuente: Elaboración de la persona autora.


[1] García Reyes, Karina, Morir es un alivio: Las reveladoras historias de 12 exnarcos que lograron escapar del crimen organizado, Planeta, México, 2021.

[2] Ibídem, p. 229.

[3] Segato, Rita, La guerra contra las mujeres, Traficantes de sueños, Madrid, 2016.

[4] Valencia, Sayak, Capitalismo gore: Control económico, violencia y narcopoder, Paidós, México, 2016, p. 56.

[5] García Reyes, Karina, op. cit, pp. 61 y 79.

[6] Ibídem, pp. 63-64.

[7] Ídem.

[8] Karina García Reyes, Poverty, Gender and Violence in the Narratives of Former Narcos: Accouting for Drug Traffickin Vioence in Mexico (tesis), [en línea], p. 32.

[9] García, Fracisco, “86 drogadictos atienden en Cristo Vive”, en El Tiempo[en línea], 5 nov. 2021, consultado en https://goo.su/zqQi2Zs

[10] Karina García Reyes, Poverty, Gender and Violence…, op. cit., p. 36.

[11] Karina García Reyes, Poverty, Gender and Violence…, op. cit., p. 44.

[12] Equis Justicia para las Mujeres, Mujeres que usan drogas y privación de la libertad, México, 2020, p. 9.

[13] García, Angela y Anderson, Brian, “Violence, addiction, recovery: An anthropological study of Mexico’s anexos”, en Trasncult Pshychiatry, no.4 vol. 53, 2016, pp. 445-464, y García, Angela, “Serenity: Violence, inequality, and recovery on the Edge of Mexico City, en Medical Anthropology Quarterly, no. 4 vol. 29, pp. 455-472.

[14] Sánchez, Perla, “Cristo Vive, entre los centros que practican las terapias de conversión en Coahuila”, en El Siglo de Torreón[en línea], 29 nov. 2022, consultado en: https://goo.su/pNay

[15] Karina García Reyes, Poverty, Gender and Violence…, op. cit., p. 40.


Lista de Referencias

  1. Equis Justicia para las Mujeres, Mujeres que usan drogas y privación de la libertad, México, 2020, p. 9.
  2. García, Angela, “Serenity: Violence, inequality, and recovery on the Edge of Mexico City, en Medical Anthropology Quarterly, no. 4 vol. 29, pp. 455-472.
  3. García, Angela y Anderson, Brian, “Violence, addiction, recovery: An anthropological study of Mexico’s anexos”, en Trasncult Pshychiatry, no.4 vol. 53, 2016, pp. 445-464.
  4. García, Fracisco, “86 drogadictos atienden en Cristo Vive”, en El Tiempo[en línea], 5 nov. 2021, consultado en https://eltiempomx.com/noticia/2021/86-drogadictos-atiende-la-casa-de-rescate-cristo-vive.html
  5. García Reyes, Karina, Morir es un alivio: Las reveladoras historias de 12 exnarcos que lograron escapar del crimen organizado, Planeta, México, 2021.
  6. Karina García Reyes, Poverty, Gender and Violence in the Narratives of Former Narcos: Accouting for Drug Traffickin Vioence in Mexico (tesis), [en línea], consultado en: https://research-information.bris.ac.uk/en/studentTheses/poverty-gender-and-violence-in-the-narratives-of-former-narcos
  7. Sánchez, Perla, “Cristo Vive, entre los centros que practican las terapias de conversión en Coahuila”, en El Siglo de Torreón[en línea], 29 nov. 2022, consultado en: https://www.elsiglodetorreon.com.mx/noticia/2022/cristo-vive-entre-los-centros-que-practican-terapias-de-conversion-en-coahuila.html
  8. Segato, Rita, La guerra contra las mujeres, Traficantes de sueños, Madrid, 2016.
  9. Valencia, Sayak, Capitalismo gore: Control económico, violencia y narcopoder, Paidós, México, 2016.

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